Los actos terroristas perpetrados en la isla de Utøya y en Oslo el 22 de julio de 2011 dejaron una honda huella en la sociedad noruega. En Utøya, donde el extremista de derecha Anders Behring Breivik asesinó a 69 personas –en su mayoría jóvenes–, la naturaleza revela muy pocos vestigios de aquel suceso. Pero en el distrito gubernamental de Oslo, ubicado en el centro de la capital noruega, el incidente obligó al Estado a hacer grandes cambios. Nueve edificios se vieron afectados tras la explosión de la bomba fabricada y detonada por Breivik, especialmente la llamada “Torre H-Block”, en la que se encontraban la oficina del primer ministro y el Ministerio de Justicia. Fue allí donde Breivik estacionó su camión-bomba. La oficina turística de Oslo, que ocupa a 300 guías, no ofrece visitas al área. Un equipo conformado por arquitectos y asesores urbanísticos recomendó a fines de junio derribar los cuatro edificios más afectados y construir otros nuevos. También la Torre H-Block debería desaparecer, pero los expertos sostienen que deben ser los políticos quienes decidan sobre su demolición. “Estamos conscientes de que el H-Block tiene un valor simbólico para el pueblo noruego”, dijo un portavoz del equipo de especialistas. (dpa)