Durante las dos décadas previas al regreso de los talibanes, el cine en Afganistán resurgió con mujeres al frente de su industria. Hoy temen volver al silencio y vislumbran desesperanza en el país.
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El crecimiento del cine se vio frenado en Afganistán durante los años de gobierno talibán (1996-2001). En 2001, el cine afgano entró en una nueva era con el resurgimiento de la industria cinematográfica tras un largo periodo de incertidumbre. Con el paso de los años, la representación de las mujeres aumentó enormemente en la industria cinematográfica.
Los talibanes, conocidos por su enfoque islamista extremo de la vida y un historial de opresión de las mujeres, entienden que la ley islámica prohíbe la música y el cine. Así, se cierne el peligro de perder el crecimiento que la industria había experimentado desde 2001, cuando el cine volvió a encontrar su voz tras un silencio sepulcral.
Actrices como Leena Alam, Amina Jafari, Saba Sahar y Marina Gulbahari se han hecho un nombre en la última década. De hecho, Saba es también la primera mujer directora de cine de Afganistán.
"Van a prohibir el arte"
El cineasta indio Anurag Kashyap ha compartido una larga carta escrita por la cineasta afgana Sahraa Karimi, que habla de los horrores que los talibanes han infligido al pueblo. Dicho sea de paso, Karimi es la primera mujer que preside la Organización Cinematográfica Afgana, y una de las directoras de cine afgano más famosas. En el contexto actual, ha escrito sobre todo lo que podría perderse si los talibanes obtuvieran el control total de su país.
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"Si los talibanes toman el poder, prohibirán el arte. Yo y otros cineastas podríamos ser los siguientes en su lista de objetivos. Nos quitarán los derechos de las mujeres, nos empujarán a las sombras, a nuestros hogares, y nuestras voces serán sofocadas hasta el silencio”. Tan solo en estas semanas, los talibanes han destruido muchas escuelas y dos millones de niñas se han visto obligadas a abandonar la escuela”, apunta Karimi.
A pesar de todo, Sahraa Karimi dijo que no tenía la intención de dejar Afganistán. "No abandonaré mi país", declaró limpiándose las lágrimas en un vídeo publicado en Twitter.
"Muchos igual piensan que es una locura. Pero locura es lo que hacen los que abusaron de nuestra patria (...). Y la estupidez es lo que el mundo mostró al darnos la espalda".
El escritor Hosseini teme por los derechos de las mujeres afganas
De igual forma, el escritor afgano-estadounidense Khaled Hosseini, autor, entre otros, del exitoso libro "Cometas en el aire" (2003), llevado después al cine en 2007, advirtió de que el regreso al poder de los talibanes pone en peligro los avances logrados por las mujeres en Afganistán en los últimos 20 años.
El autor, de 56 años, reconoció a la emisora de radio BBC que la lucha de las mujeres afganas por sus derechos ha tenido altibajos, pero destacó que ha habido progresos importantes durante las pasadas dos décadas.
"Ahora todo está en el aire y está por ver si todos esos logros se mantendrán", declaró Hosseini, en referencia a la incertidumbre que plantea el nuevo régimen de Kabul de los fundamentalistas islámicos.
ee (efe/afp/mojo)
Las numerosas prohibiciones que los talibanes imponen a las mujeres
Durante el primer gobierno talibán, mostrar los tobillos, reírse o salir solas de casa eran motivo suficiente para que las mujeres fueran castigadas. Los matrimonios forzados son un peligro latente para las niñas.
Imagen: Paula Bronstein/Getty Images
Combatientes talibanes en Afganistán
RAWA (Revolutionary Association of the Women of Afghanistan) es una organización fundada en 1977 para promover los derechos de las mujeres en Afganistán. Su papel cobra especial importancia ahora que los talibanes volvieron al poder. Estos reducen el rol de las mujeres hasta casi convertirlas en meros objetos. RAWA recopiló algunas de las prohibiciones impuestas por los radicales.
Imagen: Mohammad Asif Khan/dpa/AP/picture alliance
Borradas de la esfera pública
Esta fotografía se ha convertido en un símbolo del cambio de gobierno. Para los talibanes, las mujeres no juegan ningún rol en la esfera pública. Si bien hoy se presentan como moderados ante los ojos del mundo, la represión contra estudiantes y trabajadoras ha comenzado en algunas provincias. Una de las prohibiciones impuestas es que no puede haber imágenes de mujeres ni en revistas ni en tiendas.
Imagen: Kyodo/dpa/picture alliance
Las mujeres no se educan
En mayo de 2012, los talibanes tirotearon a Malala Yousafzai en Pakistán por pelear por el derecho de las niñas a recibir educación. A estos integristas les parece innecesario que las mujeres se eduquen, y a partir de los 10 años tienen prohibido ir a la escuela. No hablemos ya de la universidad. Durante el primer gobierno talibán (1996-2001), muchas escuelas se convirtieron en seminarios.
Imagen: Paula Bronstein/Getty Images
¿Modelos? Ni soñarlo
Los pantalones acampanados o los zapatos con taco alto están vedados, porque un varón no debe oír los pasos de una mujer. Las mujeres tampoco pueden usar vestimentas coloridas, porque para los talibanes los tonos vistosos son "sexualmente atractivos". Es decir, una escena como la de la foto, de un desfile de modas en Kabul en agosto de 2017, sería imposible hoy por hoy en Afganistán.
Imagen: picture-alliance/Photoshot
Nada de uñas pintadas ni maquillaje
Según RAWA, durante el primer gobierno talibán hubo reportes de mujeres a las que les fueron amputados los dedos por haberse pintado las uñas. Ellas tampoco pueden maquillarse o usar cosméticos, y si no se atienen a las estrictas normas de vestir de los talibanes, corren el riesgo de ser azotadas en público, como ocurrió ya en el pasado y como muchas temen que vuelva a ocurrir.
Imagen: Getty Images/AFP/R. Conway
Nada de TV y nada de tobillos
Todas las prohibiciones descritas fueron impuestas por los talibanes entre 1996 y 2001, y nada hace pensar que eso no volverá a suceder. Según el criterio de los radicales, las mujeres no tienen derecho a tener presencia en radio, TV ni en reuniones públicas. De hecho, no pueden siquiera escuchar música. En la foto, la presentadora Karishma Naz, que comete otro pecado: muestra los tobillos.
Imagen: picture-alliance/AP/R. Maqbool
Adiós a las bicicletas
En el primer régimen talibán, las mujeres tenían prohibido montar en bicicleta o en motocicleta. Si querían viajar en bus, debía ser en buses solo para ellas, pues no tenían permitido mezclarse con varones en el transporte público. Y si por alguna razón necesitaban un taxi, debían tomarlo en compañía de su mahram, una suerte de cuidador que debe ser un familiar cercano (padre, hermano o esposo).
Imagen: DW/A. Akramy
A los talibanes no les gustan las deportistas
Por cierto, las mujeres tampoco tienen derecho a participar en actividades deportivas o pertenecer a un club. Incluso hubo épocas durante el régimen talibán en que las castigaban por asomarse a la ventana o salir al balcón. Actividades como el montañismo practicado por Fatima Sultani (en la foto) probablemente dejarán de ser posibles ahora en Afganistán.
Imagen: Mohammad Ismail/Reuters
¿Podrán seguir trabajando fuera de casa?
Salvo algunas doctoras para atender a mujeres (pues ellas no pueden ser tratadas por médicos varones), los talibanes prefieren no ver a nadie del sexo femenino trabajando. Y si bien el 17 de agosto de 2021 llamaron a las funcionarias a presentarse en sus puestos, está por verse cuántos derechos les van a reconocer en ese campo. En la foto, la periodista Anisa Shaheed.
Imagen: Mortaza Behboudi/DW
Reducidas a la invisibilidad
La lista de prohibiciones es larga y los castigos son palizas públicas. Las mujeres deben usar un velo que las cubra completamente, no pueden salir solas ni estrechar la mano a un varón. Las lapidaciones por adulterio eran pan de cada día. Las mujeres incluso tenían vedado reír fuerte o ser fotografiadas. Además, muchas veces eran forzadas a casarse, incluso siendo niñas.
Imagen: Mary Evans Arichive/imago images
Mujeres de armas tomar
A la luz de la vida miserable a la que se vieron sometidas por los talibanes, muchas mujeres tomaron las armas para enfrentarlos. En la provincia de Ghor se montó una milicia femenina para frenar a los integristas, mientras que en Charkint, la gobernadora (una de las tres de Afganistán) Salima Mazari formó milicias que contuvieron a los talibanes hasta después de la caída de Kabul.
Imagen: Presseabteilung des Gouverneurs der Provinz Ghor