Profesionales piden al Gobierno cubano que elimine tanto la arquitectura como la ingeniería de la lista de actividades prohibidas a particulares por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
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El abuelo de Carlos Manuel era dueño de una funeraria a mediados del siglo pasado; su vecino de los altos fundó un bufete de abogados en los años 50 y su madre se inició como dentista en una clínica privada. Sin embargo, este habanero de 48 años no podrá desarrollar ninguna de esas labores fuera del control del Estado. Le tocó vivir en una Cuba con mayores restricciones para el trabajador autónomo que aquella que conocieron sus ancestros.
Desde hace varios días, una inquietante lista recorre la Isla. La relación contiene las 124 ocupaciones que el Gobierno ha vetado para ser ejercidas en el sector privado. En la mayoría de los casos se trata de profesiones vinculadas a sectores que son un monopolio estatal y van desde la prohibición de extraer petróleo crudo de forma particular, pasando por la proscripción de elaborar azúcar, hasta negar las labores de abogados, arquitectos, médicos y periodistas por cuenta propia.
Carlos Manuel guarda desde hace mucho tiempo su título de ingeniero civil en una gaveta. Tenía la ilusión de que, con la profunda crisis económica que atraviesa Cuba, las autoridades iban a levantar el banderín y permitirle trabajar de manera privada en la profesión que le apasiona. Junto a un amigo arquitecto y otro diseñador, fantaseaban con crear una empresa, mediana o pequeña, para ofrecer sus servicios en la construcción y remodelación de hoteles, negocios particulares y viviendas.
Pero en lugar de la esperada apertura, los tres licenciados se quedaron de piedra al leer la lista que los excluye de recibir una licencia de cuentapropistas para dedicarse al oficio que aman. "En un país donde hace falta con urgencia recuperar la belleza arquitectónica de las ciudades, hemos quedado excluidos de poder emprender con nuestro propio esfuerzo", escribió a un amigo, nada más leer el listado. Esa misma noche, llamó a su hermano que vive en Uruguay para decirle que "a la menor oportunidad" emigraría. Otro profesional que escapa, ante la incapacidad de cumplir aquí sus sueños.
Varios colegas de Carlos Manuel se han unido y firmado un comunicado con el título "La arquitectura independiente no debe ser ignorada en Cuba", en el que piden al Gobierno que elimine tanto la arquitectura como la ingeniería de la lista de esas 124 actividades prohibidas expresamente por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Pero albergan pocas esperanzas de que la Plaza de la Revolución dé un paso atrás en esa decisión.
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Los temores del Gobierno
A fin de cuentas, la relación de ocupaciones proscritas resume los temores de un régimen que se sabe en desventaja para ofrecer a sus trabajadores salarios atractivos, buenas condiciones laborales y libertades para la innovación o para la libre expresión de opiniones dentro de sus instituciones y empresas. Intuye que un abogado independiente no aceptará tácitamente la vulneración de los derechos de su representado; que un editor libre no se dejará aplicar la censura o que un reportero independiente no esconderá bajo la alfombra las noticias incómodas para el poder.
El Gobierno teme también que permitir el ejercicio particular de ciertas profesiones no solo desatará un éxodo de empleados desde el sector estatal, sino que significaría una importante pérdida de control político sobre miles de cubanos. No son solo personas diplomadas que ganarán autonomía, sino sobre las que el poder dejará de influir, de una manera tan decisiva, como lo hace ahora.
El tabaco cubano trata de liberarse de los grilletes del Estado
El tabaco de liar es una de las exportaciones más importantes de Cuba y se encuentra mayormente en manos estatales. El Valle de Viñales acoge a algunos de los mayores granjeros del tabaco.
Imagen: DW/S. Derks
Un paisaje único
El Valle de Viñales, con sus escarpados mogotes, fue reconocido Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO en 1999. A menudo se habla de él como un "paisaje cultural vivo" por los métodos tradicionales que se emplean para cultivar el tabaco en esta región única.
Imagen: DW/S. Derks
Las manos sobre el arado
Normalmente, la tierra se ara con la ayuda de bueyes. Los granjeros se aferran a estas técnicas agrícolas tradicionales porque contribuyen tanto a la calidad tanto del suelo como del tabaco.
Imagen: DW/S. Derks
Las reglas del Estado
En el sistema comunista cubano, los granjeros forman parte de cooperativas y son obligados a vender el 90 por ciento de la producción de tabaco a la cooperativa por un precio determinado por el Estado, que no es negociable. Para otros productos tienen cuotas diferentes que también vienen determinadas por el aparato estatal.
Imagen: DW/S. Derks
Probar el producto
En torno al 10 por ciento de la producción de tabaco es usada por los granjeros para su propio consumo o para venderla en privado en sus casas.
Imagen: DW/S. Derks
Granjeros, pero también mecánicos
Las cooperativas comparten materiales y equipo, como este tractor -que a menudo está descompuesto- o un camión para recoger los productos. Además, dan créditos y venden fertilizantes y otras herramientas para la producción agrícola.
Imagen: DW/S. Derks
Propiedad estatal
La tierra de los granjeros siempre pertenece al Estado. Solo se puede tener "propiedad" si la tierra fue entregada durante la reforma agraria que se llevó a cabo en los primeros años tras la revolución de 1959. También es posible arrendarle la tierra al Estado. Si no trabajan la tierra, la pierden.
Imagen: DW/S. Derks
Quién manda aquí
El funcionario estatal Justo Luis Gravera Martínez es el inspector de la cooperativa Frank País en Viñales. Trabaja exclusivamente con esta cooperativa y comprueba la eficiencia, la producción y el progreso de los granjeros.
Imagen: DW/S. Derks
La esperanza de un buen precio
La cuota garantiza a los granjeros un determinado porcentaje sobre las ventas de las hojas de tabaco. Sin embargo, es el Estado quien establece el precio, que normalmente es bastante bajo. Este precio no se puede negociar y depende de la calidad de las hojas de tabaco. Los granjeros no saben de antemano cuánto se les pagará.
Imagen: DW/S. Derks
Tras la cosecha viene una nueva etapa del proceso
Las hojas son transportadas desde las cooperativas hasta las fábricas estatales de tabaco, donde son seleccionadas y divididas de acuerdo con el color, la calidad y el tamaño. Entre los empleados hay más mujeres que hombres. Los ingresos dependen de cuántos kilos de hojas de tabaco sean procesados cada día y van desde los 15 dólares a los 48 al mes.
Imagen: DW/S. Derks
De vuelta a las raíces
Los nervios de la hoja son extraídos y vendidos a los granjeros a un bajo precio, quienes los usan como compost. Tras el colapso de la Unión Soviética, Cuba entró en una profunda crisis económica. El embargo impuesto por Estados Unidos hizo hundirse las importaciones cubanas y, en consecuencia, los granjeros aprendieron a trabajar con métodos orgánicos y se centraron en la sostenibilidad.
Imagen: DW/S. Derks
Trabajar en la sostenibilidad
El Gobierno cubano ha introducido numerosas medidas para promover la agricultura orgánica, poniendo énfasis en el material reciclado. En 2016, la ONG ecologista WWF dijo que Cuba es el país más sostenible del planeta.
Imagen: DW/S. Derks
Humo y espejos
Los cigarros hechos a mano, cuidadosamente seleccionados, se venden en tiendas de propiedad estatal. Los precios son tan altos que solo los extranjeros pueden permitirse comprarlos. El tabaco supone un 19 por ciento del total de los ingresos provenientes de la exportación de productos.