La primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, se comprometió a realizar una transformación energética en el país y reducir emisiones contaminantes. Más de 30 países ya han declarado la emergencia climática.
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El Parlamento de Nueva Zelanda declaró este miércoles (02.12.2020) la emergencia climática para "colocarse en el lado correcto de la historia" y la primera ministra, Jacinda Ardern, reafirmó su compromiso para transformar las organizaciones gubernamentales y alcanzar la neutralidad de carbono para 2025.
"Esta declaración es un reconocimiento a la siguiente generación, del lastre que arrastrará si no hacemos esto bien y si no actuamos ahora (...) Esta declaración es sobre nuestras responsabilidades globales", declaró Ardern en el Parlamento.
En este sentido, la primera ministra reafirmó su compromiso de que el sector público alcance la neutralidad de carbono en 2025 y liderar así desde el gobierno la transición energética a largo plazo, hasta 2050. Ardern también recalcó que la lucha contra el cambio climático es una prioridad para su gobierno y es una parte fundamental de su plan para la recuperación económica después de la pandemia del COVID-19.
"Demostraremos nuestro liderazgo y demostraremos a otros sectores de la economía de Nueva Zelanda que es posible reducir las emisiones del sector público y alcanzar la neutralidad de carbono en el gobierno en 2025", declaró.
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Basados en el Acuerdo de París
El programa de descarbonización de su gobierno, dotado de un presupuesto de 200 millones de dólares, incluye la eliminación de las centrales de carbón, la obligación de que las agencias gubernamentales adquieran vehículos eléctricos y el cumplimiento de requisitos energéticos para edificios públicos.
La ley trata de mantener la emisión de gases por debajo de 1,5 grados, como establece el Acuerdo de París, y supone un paso importante en la lucha contra la emergencia climática en la que está sumido el planeta, aunque excluye a la agricultura. Esta ley tiene como objetivo reducir para 2030 en un 10% las emisiones de metano biológico procedentes de la agricultura y prevé una reducción provisional en un rango del 24 al 47% para 2050.
España, Argentina, Reino Unido, Canadá, Francia, Irlanda, Corea del Sur y Japón, entre otros países, así como la Unión Europea y otras ciudades y regiones, han declarado la emergencia climática desde 2019.
Países como Reino Unido buscan implementar planes para impulsar los vehículos eléctricos y las energías renovables para relanzar sus economías tras la pandemia, mientras que 126 gobiernos, incluyendo Japón, China y Corea del Sur, se han comprometido a llegar a emisiones cero en las próximas décadas.
JU (afp, efe)
¿Qué hacer para controlar el turismo de masas?
Nueva Zelanda, Venecia, Perú… muchos países y ciudades luchan por controlar la plaga del turismo de masas con medidas de lo más variadas.
Imagen: picture-alliance/dpa/H. Mahr
Nueva Zelanda, solo con entrada
La población de Nueva Zelanda solo llega a los 4,9 millones de habitantes. Debido a sus impresionantes paisajes, es un destino muy popular para el turismo y el año pasado recibió 3,8 millones de visitas, lo que afecta tanto a la naturaleza como a las infraestructuras. A partir de octubre, los turistas tendrán que pagar una tasa de unos 20 euros por entrar al país.
Imagen: picture-alliance/dpa/H. Mahr
Bután, un destino de lujo
Mucho más estricto es el reino de Bután, situado en el Himalaya. Este país del sur de Asia se decidió claramente contra el turismo de masas. Todo aquel que quiera visitarlo tendrá pagar al menos 250 euros al día. Solo los turistas adinerados pueden acceder al país. Además hay otra regla: el viaje tiene que ser reservado a través de una agencia de turismo nacional.
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Venecia: a la ciudad, solo con dinero
El destino más conocido por el turismo de masas es Venecia. La ciudad italiana de la laguna atrae cada año a más de 30 millones de turistas. Para evitarlo, Venecia plantea una medida similar a la de Nueva Zelanda. A partir de septiembre, la entrada costará tres euros. También en Ámsterdam se aplicó una medida similar para los pasajeros de cruceros, de ocho euros al día.
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Boracay, hora de limpiar la isla
En lugar de exigir altas tarifas de entrada, la isla filipina de Boracay optó por cerrar a cal y canto. Durante seis meses no se permitió entrar a los turistas y se aprovechó para limpiar, ordenar y construir un sistema de alcantarillado más eficaz. Entretanto, la isla volvió a abrir para el turismo pero con restricciones al número de visitantes y sin fiestas extravagantes.
Imagen: picture-alliance/dpa/A. Ernesto
Islas Feroe: cerrado por fin de semana
Este archipiélago del norte de Europa no cerró durante seis meses, sino durante solo un fin de semana. A finales de abril, las atracciones se cerraron para hacer trabajos de mantenimiento de los senderos y montar miradores. Los turistas no se quedaron del todo fuera, ya que se invitó a unos 100 visitantes a participar en las reparaciones.
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Dubrovnik: a puerta cerrada
La ciudad croata de Dubrovnik tuvo que cerrar las puertas de su casco antiguo. Desde que se convirtió en escenario de la serie “Juego de Tronos” por su arquitectura medieval, los turistas invaden la ciudad. En particular, los cruceros son una auténtica carga para Dubrovnik. Más de 700.000 visitantes llegaron por barco en 2018. Este año solo se permitirá la llegada de dos cruceros cada día.
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Ruanda, un encuentro más que caro
La expresión “el tiempo es dinero” también es aplicable a los gorilas de montaña de Ruanda. En total, un turista paga 1.500 dólares por ver gorilas. A causa de esa medida, los turistas se iban a los países vecinos. Pero Ruanda utiliza ese dinero para asegurar la supervivencia de los animales y ahora decidió aplicar descuentos y, en temporada baja, solo se pagan 1.050 dólares estadounidenses.
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Machu Pichu por tiempo limitado
La ciudad en ruinas de Machu Pichu (Perú) también sufre la plaga del turismo de masas. El Gobierno peruano ya limitó el acceso a 6.000 visitantes diarios, que pueden pasear por las ruinas incas en dos turnos. Ahora se intenta implantar más limitaciones y en una primera fase de prueba los turistas solo podrán ver el impresionante conjunto de ruinas durante tres horas.
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Sol, playa y turismo de masas
De vuelta en Europa, Mallorca es uno de los ejemplos más claros del turismo de masas. Como destino vacacional de sol y playa preferido por los ciudadanos del norte de Europa, esta isla de unos 900.000 habitantes recibe más de 10 millones de turistas al año. Como medidas, el Gobiero aprobó subir las tasas y limitar los alojamientos.