Nuevas protestas en Belgrado contra el gobierno serbio
30 de diciembre de 2018
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Por cuarto sábado consecutivo salieron hoy (29.12.2018) decenas de miles de personas a las calles de Belgrado para manifestarse contra el presidente serbio, Aleksandar Vucic, al que acusan de autoritarismo. La marcha, a la que acudieron unas 50.000 personas según los organizadores, pasó por las principales instituciones del Estado serbio, como el Parlamento, varios edificios del Gobierno y también la televisión estatal RTS, acusada por los manifestantes de parcialidad a favor del Gobierno y el presidente. Y convocaron una nueva manifestación para el próximo sábado.
Las protestas contra el presidente serbio y líder del gobernante partido nacionalista SNS comenzaron el pasado 8 de diciembre y sorprendieron a las autoridades por su gran seguimiento. Los manifestantes exigen que la oposición reciba un trato más justo en los medios de comunicación y acusan a Vucic y su partido de gobernar con creciente autoritarismo. Inicialmente, Vucic dijo que no haría caso a las exigencias de los manifestantes, aunque el pasado día 25, tras la tercera protesta consecutiva, afirmó en una entrevista que escucharía a sus críticos para hacer cambios. (efe)
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Atrapados en la "jungla" de los Balcanes
Cientos de refugiados acampan a cielo abierto entre Serbia y Croacia. Mantienen la esperanza de llegar a Europa occidental y escapar de la vida en la "jungla". Dimitris Tosidis informa desde Sid.
Imagen: Dimitris Tosidis
La vida en la "jungla"
Más de 150 personas se esconden en la "jungla", una frondosa zona junto a una vía ferroviaria que une a la fronteriza ciudad serbia de Sid con Croacia. La mayoría de sus habitantes llevan en la mochila varios intentos de llegar a Europa central: con ayuda de traficantes, solos o en grupo, como polizones en camiones o trenes de carga.
Imagen: Dimitris Tosidis
El rastro de las lágrimas
A primera vista parece fácil seguir los raíles del tren. Pero el camino les ha costado la vida a muchos, cuentan los habitantes del campamento. Dos personas se quedaron dormidas en las vías y fueron arrolladas por el tren.
Imagen: Dimitris Tosidis
Las penurias del día a día
El afgano Ibrahim aprovecha el frío riachuelo que discurre bajo un puente para su higiene personal. Como él, todos los refugiados de la "jungla" viven en condiciones insostenibles: no hay servicios ni instalaciones para lavarse. En realidad, en Sid no hay nada para los migrantes.
Imagen: Dimitris Tosidis
Desayuno sobre ruedas
No todos los habitantes de la ciudad tratan igual a los refugiados. "No Name Kitchen" (cocina sin nombre), así se llama la iniciativa llevada a cabo por voluntarios que reparten el desayuno en el campamento. De parte de las autoridades serbias, en cambio, no llega ayuda de ningún tipo para la "jungla".
Imagen: Dimitris Tosidis
Un bocado caliente, por fin
Una comida caliente como la que cocinan estos dos refugiados en una fábrica abandonada es una rareza en la "jungla". El hambre, la escasez y la violencia diaria caracterizan la vida de los habitantes de este campamento en un remoto rincón de Serbia.
Imagen: Dimitris Tosidis
Una excepción entre muchos
También Dragan (en el centro de la imagen), que viene de Macedonia, se esconde en los bosques cercanos a Sid. Como el resto de los refugiados de aquí, también intenta abrirse camino hacia Europa central. Entre los cientos de Siria y Afganistán, Dragan es una especie de curiosidad, junto con otro refugiado chino.
Imagen: Dimitris Tosidis
La larga espera
Algunos solicitantes de asilo afganos matan el tiempo en el tejado de una fábrica abandonada. La espera al siguiente intento de llegar a alguna parte de Europa central es a menudo tormentosa.
Imagen: Dimitris Tosidis
Polizón
Un refugiado, un tren de carga, una posibilidad. En apenas un instante este hombre se esconderá en un vagón con la esperanza de alcanzar Croacia y desde allí poder seguir su camino hacia otro país europeo.
Imagen: Dimitris Tosidis
Siguiente parada: ¿Europa occidental?
Aquellos que pueden permitirse pagarle a un traficante intentan atravesar Croacia en taxi rumbo al oeste de Europa. El precio ronda los 1.200 euros.
Imagen: Dimitris Tosidis
La esperanza es lo único que muere
Jadali tiene 22 años y es afgano. Acaba de volver a Sid. Durante su último "intento de fuga" del campamento fue capturado en Croacia y pasó dos días en prisión. Las autoridades croatas, según cuenta, lo trataron muy mal. Autor: Dimitris Tosidis (EAL/VT)