Hace nueve años se firmó el Acuerdo de Paz en Colombia. El discurso actual contra Colombia, asumiendo su colaboración con el narcotráfico internacional, y también los modestos avances en los Acuerdos de Paz, llegaron a diversos entornos en Bruselas . En espacios del Parlamento Europeo y en entornos de sociedad civil, fueron puestos bajo el foco los desafíos de la paz de Colombia. 

"Que 470 firmantes del acuerdo de paz hayan sido asesinados es un fracaso, sí. Pero ese acuerdo de paz sigue siendo una referencia”, decía en una conferencia en Bruselas el enviado especial de la UE para la paz de Colombia, Adrianus Koetsenruijter. A pesar de que apenas un 30 por ciento del acuerdo ha sido implementado en estos nueve años, la diplomacia europea está consciente de que la paz es un proceso largo y delicado, que tiene muchas facetas, entre ellas, la inclusión de las poblaciones, las economías ilegales globalizadas, la seguridad, el tráfico de armas.

"La UE va a seguir acompañando el proceso de paz. Y no es bondad. Colombia tiene un gran potencial económico y es clave para la estabilidad de la paz regional e internacional”, subrayó Koetsenruijter. 

Visión del territorio colombiano vs. la deTrump

"Como sociedad civil, sacamos balance constantemente; está claro que hay avances”, comenta a DW Laura Fonseca, de la Corporación Semillas de Dignidad. "Medimos los avances en términos de garantías de paz para los firmantes, de su reincorporación a la sociedad en cuanto a tierras, salud y proyectos productivos, también en cuanto a acceso a sus derechos políticos”, sigue Fonseca, cuya corporación ofrece formación y asesoría legal a comunidades de la región de Tolima. 

No obstante, "nos mantenemos en la posición de que en Colombia continúa el conflicto armado interno. El 71 por ciento del territorio colombiano tiene presencia de grupos armados y el 50 por ciento está controlado por grupos paramilitares como el Clan del Golfo y las Autodefensas Gaitanistas. Sus intereses giran en torno al narcotráfico y la minería ilegal”, continúa Laura Fonseca, que viajó a Europa con el informe sobre derechos humanos de tres plataformas colombianas. 

El momento es pertinente para traer, desde el territorio, una visión de los que está sucediendo en el país. "Colombia es, a nivel mundial, el tercer país con mayor tasa de riqueza y diversidad. Eso implica intereses del sector privado y de otros Estados por controlar el territorio. Y si bien se habla a nivel internacional del narcotráfico, no se habla de la situación estructural de pobreza y falta de inclusión económica. El problema no es solo de Colombia, tiene una dinámica transnacional y tiene que ver con México, Ecuador y Bolivia. Tiene que ver también con lavado de activos y venta de armas, tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea”, agrega Fonseca. 

Necesidad de cambio de política antidroga

En cuanto a la incidencia del narcotráfico en la paz de Colombia, el exguerrillero y político colombiano Pastor Alape comenta a DW: "En los Acuerdos de Paz incluimos un punto de reflexión, tanto para la nación como para el mundo, en torno al complejo fenómeno de drogas de uso ilícito. Dejamos líneas concretas de acción para superar el tema de la producción cocalera y cómo establecer derechos para el eslabón más débil de la cadena, que es el productor. Propusimos desarrollar acciones de sustitución de esas economías para llevar el Estado al territorio".

Pastor Alape, uno de los firmantes del Acuerdo de Paz entre las FARC y el Gobierno colombiano, ahora miembro del partido de Los Comunes, ve crucial para la paz mundial que la región no se desestabilice y que se siga optando por la vía del diálogo, también con otros actores armados. 

Refiriéndose al papel de la comunidad internacional, sin cuyo apoyo no se habría avanzado en el acuerdo de paz en Colombia, "es necesario plantear una conferencia internacional de drogas. No es solamente hablar de productores y de dinámicas del tráfico, sino de quiénes se quedan con las ganancias, de cómo llegan esos activos a los bancos; se requiere hablar del papel de las fábricas y grandes laboratorios de precursores químicos. Y, por supuesto, enfocar la participación del mundo en el consumo. Europa tiene mucha deuda con América Latina”, plantea Pastor Alape, miembro de la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación del Acuerdo Final de Paz en Colombia (CSIVI).

Como fuere, "que el conflicto armado interno continúe no significa que todo haya sido en vano”, subraya Laura Fonseca. "Insistimos en que Colombia sigue en conflicto, precisamente para que no se genere un vacío para las comunidades en los territorios. Y para que los países europeos, que sí tienen mucho interés en mantener relaciones con Colombia por cuestiones económicas, se den cuenta de que hay que avanzar en la implementación de este acuerdo -pasando por otra política en el asunto de las sustancias psicoactivas- para que sea la base de otros diálogos, que deben priorizar el respeto a la vida”, concluye la portavoz de la Corporación Semillas de Dignidad.

(ms)