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¿Nuevo choque de las civilizaciones?

13 de septiembre de 2002

Cuando el 11 de septiembre se derrumbaban las torres gemelas, parecían hacerse realidad las oscuras visiones de Samuel P. Huntington, quien preveía un nuevo enfrentamiento entre el mundo cristiano y el árabe.

El rostro amenazador del fundamentalismo islámico.Imagen: AP

Después del fin de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín - que puso fin al conflicto entre Este y Oeste - el mundo cristiano y el árabe llegarían a una nueva confrontación; esa era la visión de Huntington, publicada en 1996 en un muy aplaudido libro. Qué mejor prueba que los ataques terroristas en Nueva York y Washington, que los EE.UU. interpretaron como una declaración de guerra de islamistas radicales y a los que el presidente George Bush respondió anunciando una "cruzada contra el terrorismo". Al menos ésta es la impresión de muchos, para lo que hay una serie de razones.

Pobreza pese al petróleo

Como ninguna otra región de la tierra el mundo islámico sufre de pobreza, pese a su gran riqueza petrolera que no beneficia a la mayoría de la población. Los problemas económicos y sociales que se encuentran desde Marruecos hasta Indonesia son enormes, y esa injusticia social es la que hace surgir a demagogos y radicales. A esto hay que sumar un bajo nivel de enseñanza y una restringida libertad de información. Aunque hay que aceptar que en las últimas décadas ha habido un cierto desarollo, en muchos casos estos países están muy detrás de los países industrializados. Un ejemplo: en el mundo árabe sólo un 0,6% de la población tiene acceso a internet.

Los demagogos culpan a Occidente, en especial a los EE.UU. que, según ellos, oprimen al mundo musulmán y lo tratan de manera muy diferente que a otros países y regiones. Así fue en el caso del Kosovo y lo es en el caso del Medio Oriente, donde se culpa a Washington de una posición demasiado pro-israelí.

"Zamzam" en vez de Coca Cola

Como consecuencia, las masas populares, influídas por islamistas y radicales, ven en Washington a su enemigo, a pesar de sentir una cierta envidia por el American way of life. Al menos hasta ahora, porque lentamente parece anunciarse un cambio. En Arabia Saudí, por ejemplo, más y más gente bebe "Zamzam" -la respuesta iraní a la Coca Cola. No por su sabor, sino por tomar una lbebida "islámica" en vez de una norteamericana.

Osama Bin Laden quiso aprovechar este sentir. Tal como el presidente iraquí, Saddam Hussein, intentó en el tiempo de la crisis de Kuwait presentarse como el salvador de los palestinos, Bin Laden se presentaba como el "vengador de los sin derechos" - con éxito. Gran parte del mundo árabe reconoció su tenacidad y valentía de enfrentarse con los EE.UU. y de atacarles en sus propios centros – un paso que Saddam nunca dio.

Los prejuicios perduran

Bin Laden estaba consciente de que agravaría aún más el "choque de las civilizaciones", ya que las manifestaciones de musulmanes en Paquistán, la franja de Gaza o Argelia, quemando muñecos de Bush y festjando a Osama, con seguridad no reflejan una imagen realista del mundo árabe. Es verdad que ha crecido el interés por el mundo islámico y la disposición a buscar el diálogo con esta cultura, pero la mayoría ignorante más bien se siente fortalecida en sus prejuicios, ya sea por los ataques terroristas o por las manifestaciones anti-occidentales.

De todos modos estamos aún lejos del "choque de las civilizaciones", siempre y cuando ambos lados no se dejen influir e inducir por los demagogos. A nivel europeo se ha tenido más éxito que en los EEUU y con seguridad más éxito que en la mayoría de los países del mundo árabe.

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