Nunca más odio contra los judíos
15 de septiembre de 2014 Es una señal: 6.000 personas se reunieron en Berlín en una manifestación contra el antisemitismo. Seis mil, nada más. En 1992, más de un millón de alemanes protestaron con luces de colores contra el racismo en ciudades, pueblos y municipios de todo el país. Entonces la lucha contra el odio de la extrema derecha era poderosa, impresionante.
Esta vez fueron seis mil, entre ellos la elite política de la República Federal: el presidente, la canciller, ministros, dirigentes de sindicatos, la iglesia Católica, la protestante. Todos querían dejar una huella contra el odio a los judíos, tras una invitación realizada por el Consejo Judío de Alemania. Porque del corazón de la sociedad, desde el centro del país, nadie había tomado la iniciativa. Vergonzoso, tanto como el pequeño número de manifestantes.
Sin lugar a dudas, existe una brecha en la percepción que tiene la sociedad de los judíos, y muy especialmente de la evaluación que se hace de Israel. La población es, de forma mayoritaria, crítica de las políticas adoptadas por el estado de Israel. Y tras ese postura crítica legítima laten resentimientos antisemitas, ya sea en las calles, donde se manifiestan los inmigrantes musulmanes, o en las redes sociales, donde los alemanes hacen su parte.
Lo que se entiende de todo esto, de la ira, de la rabia, del sentimiento antijudío, no solo es vergonzoso y molesto, sino también preocupante. Y por eso la manifestación de este domingo en la Puerta de Brandeburgo es la señal correcta: Alemania es responsable del Holocausto, por la muerte de millones de judíos europeos. Es aquí donde debiera haber una lucha comprometida, potente y decisiva contra el antisemitismo, más que en cualquier otro lado.
Las encuestas muestran que en Alemania cerca del 20 por ciento de la población se define como antisemita o apoya estereotipos antisemitas. Esa cifra es, por desgracia, más alta que hace un cuarto de siglo. Y ahí están la derecha, la izquierda, inmigrantes musulmanes y alemanes de clase media. En Alemania hubo que proteger con policías las sinagogas 75 años después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, después de que comenzaran los crímenes contra los judíos. También jardines infantiles debieron ser resguardados. Judíos que caminaban usando su kipá debían prever, ahora, hace unas semanas, que serían atacados. Cementerios fueron profanados. Esta es parte de la vida diaria de los judíos en Alemania, hoy.
Pero, a pesar del Holocausto, de las pequeñeces del antisemitismo diario, hay vida judía en Alemania. La comunidad crece. Los judíos no se ocultan, se muestran con orgullo. También en la reunión realizada en Berlín, donde además exhiben sus sentimientos. No hacen caso a los insultos y son parte de la sociedad alemana. Acá encontraron su hogar, un hogar que se levanta contra el odio. Y por eso, tal como dijo la canciller Merkel, la lucha contra el antisemitismo es una responsabilidad republicana. Una sociedad abierta condena el odio. Y desprecia al racismo.