Ocho años de guerra en Siria: más de 371.000 muertos
15 de marzo de 2019
Entre las víctimas hay 112.623 civiles, incluidos 21.065 menores de edad y 13.173 mujeres.
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Al menos 371.222 personas han fallecido desde el comienzo de la revuelta popular siria el 15 de marzo de 2011, informó este viernes (15.03.2019) el Observtorio Sirio de Derechos Humanos, que advirtió de que la cifra de muertos podría superar los 570.000, entre civiles, combatientes de todos los bandos, detenidos y desaparecidos.
De las más de 371.000 víctimas que la ONG ha podido documentar y verificar su fallecimiento, 112.623 son civiles, incluidos 21.065 menores de edad y 13.173 mujeres.
Asimismo, el Observatorio ha podido comprobar 65.187 bajas en las filas del Ejército sirio y los aliados al presidente Bachar al Asad, 50.484 de ellos de nacionalidad siria y el resto de otras nacionalidades, como la libanesa.
Mientras, en las filas de los opositores al régimen de Al Asad, se registraron 64.477 muertos de nacionalidad siria, tanto de facciones rebeldes e islamistas como de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza armada integrada principalmente por kurdos y que lidera la lucha contra el grupo terrorista Estado Islámico (EI).
También perecieron 65.726 combatientes de otras nacionalidades, sobre todo árabes pero también afganos e iraníes, pertenecientes a grupos armados radicales, como el EI y el Frente de Liberación de Levante, que se denominaba anteriormente Frente al Nusra y estaba afiliado a la organización Al Qaeda.
El Observatorio destacó que, aparte de las víctimas que han sido documentadas, podría haber hasta 88.000 personas que han perdido la vida por torturas en las cárceles del Gobierno sirio en todo el país desde 2011 hasta la actualidad.
Asimismo, la ONG agregó que se desconoce el destino de 4.500 secuestrados y detenidos por el EI, 4.700 desaparecidos o prisioneros de las fuerzas de Damasco y sus aliados, y más de 2.000 secuestrados por las facciones armadas insurgentes de distintas tendencias.
El Observatorio, con sede en el Reino Unido pero con una amplia red de colaboradores sobre el terreno, señaló que las víctimas podrían ser 100.000 más, pero la ONG no ha podido comprobar su muerte por falta de acceso a las zonas de combate y falta de información por las partes beligerantes.
eal (efe, afp
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Atrapados en la "jungla" de los Balcanes
Cientos de refugiados acampan a cielo abierto entre Serbia y Croacia. Mantienen la esperanza de llegar a Europa occidental y escapar de la vida en la "jungla". Dimitris Tosidis informa desde Sid.
Imagen: Dimitris Tosidis
La vida en la "jungla"
Más de 150 personas se esconden en la "jungla", una frondosa zona junto a una vía ferroviaria que une a la fronteriza ciudad serbia de Sid con Croacia. La mayoría de sus habitantes llevan en la mochila varios intentos de llegar a Europa central: con ayuda de traficantes, solos o en grupo, como polizones en camiones o trenes de carga.
Imagen: Dimitris Tosidis
El rastro de las lágrimas
A primera vista parece fácil seguir los raíles del tren. Pero el camino les ha costado la vida a muchos, cuentan los habitantes del campamento. Dos personas se quedaron dormidas en las vías y fueron arrolladas por el tren.
Imagen: Dimitris Tosidis
Las penurias del día a día
El afgano Ibrahim aprovecha el frío riachuelo que discurre bajo un puente para su higiene personal. Como él, todos los refugiados de la "jungla" viven en condiciones insostenibles: no hay servicios ni instalaciones para lavarse. En realidad, en Sid no hay nada para los migrantes.
Imagen: Dimitris Tosidis
Desayuno sobre ruedas
No todos los habitantes de la ciudad tratan igual a los refugiados. "No Name Kitchen" (cocina sin nombre), así se llama la iniciativa llevada a cabo por voluntarios que reparten el desayuno en el campamento. De parte de las autoridades serbias, en cambio, no llega ayuda de ningún tipo para la "jungla".
Imagen: Dimitris Tosidis
Un bocado caliente, por fin
Una comida caliente como la que cocinan estos dos refugiados en una fábrica abandonada es una rareza en la "jungla". El hambre, la escasez y la violencia diaria caracterizan la vida de los habitantes de este campamento en un remoto rincón de Serbia.
Imagen: Dimitris Tosidis
Una excepción entre muchos
También Dragan (en el centro de la imagen), que viene de Macedonia, se esconde en los bosques cercanos a Sid. Como el resto de los refugiados de aquí, también intenta abrirse camino hacia Europa central. Entre los cientos de Siria y Afganistán, Dragan es una especie de curiosidad, junto con otro refugiado chino.
Imagen: Dimitris Tosidis
La larga espera
Algunos solicitantes de asilo afganos matan el tiempo en el tejado de una fábrica abandonada. La espera al siguiente intento de llegar a alguna parte de Europa central es a menudo tormentosa.
Imagen: Dimitris Tosidis
Polizón
Un refugiado, un tren de carga, una posibilidad. En apenas un instante este hombre se esconderá en un vagón con la esperanza de alcanzar Croacia y desde allí poder seguir su camino hacia otro país europeo.
Imagen: Dimitris Tosidis
Siguiente parada: ¿Europa occidental?
Aquellos que pueden permitirse pagarle a un traficante intentan atravesar Croacia en taxi rumbo al oeste de Europa. El precio ronda los 1.200 euros.
Imagen: Dimitris Tosidis
La esperanza es lo único que muere
Jadali tiene 22 años y es afgano. Acaba de volver a Sid. Durante su último "intento de fuga" del campamento fue capturado en Croacia y pasó dos días en prisión. Las autoridades croatas, según cuenta, lo trataron muy mal. Autor: Dimitris Tosidis (EAL/VT)