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Chile: Piñera bajo presión de las protestas

13 de julio de 2011

La popularidad del presidente chileno, Sebastián Piñera, va en picada. Deutsche Welle habló con Leslie Wehner, investigador del ILAS-GIGA, sobre éste y otros efectos políticos de las protestas en el país suramericano.

Chile's President-elect Sebastian Pinera delivers delivers a speech after winning the runoff presidential election in Santiago, Sunday, Jan. 17, 2010. Billionaire Sebastian Pinera won the election, ending two decades of center-left rule. (AP Photo/Jorge Saenz)
Encuestas apuntan a que menos de un tercio de los chilenos aprueba su gestión.Imagen: AP
Miles de empleados de la compañía estatal cuprífera chilena, Codelco, realizaron este lunes (11.7.2011) una huelga de 24 horas para frenar lo que ellos perciben como la velada privatización de las minas de cobre y demandar una nueva política para la empresa pública, identificada por los chilenos como la fuente de su crecimiento económico. El paro fue respaldado por empleados fiscales, estudiantes, profesores y otros sectores de la sociedad, dejando en el aire la impresión de que los intereses particulares del empresariado y la tendencia privatizadora del Gobierno siguen siendo mirados con gran desconfianza por la población chilena.
“El modelo económico de Chile no es malo y no creo que se quiera alterar ese paradigma de raíz, pero las encuestas evidencian que lo que más le interesa a los chilenos es la creación de mecanismos de redistribución de la riqueza que ese modelo genera para poner coto a la desigualdad en el ámbito económico, social y educativo”, explica Leslie Wehner, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos (ILAS), adscrito al GIGA de Hamburgo. Deutsche Welle conversó con este conocedor del acontecer político en el Cono Sur sobre los efectos políticos de esta ola de protestas en Chile.
Piñera, omnipresente desde que asumió la presidencia.Imagen: AP
Deutsche Welle: La popularidad del presidente chileno, Sebastián Piñera, va en picada. S
ondeos de opinión recientes apuntan a que menos de un tercio de los chilenos aprueba su gestión y sus adversarios políticos enfatizan que la de Piñera es la peor evaluación obtenida por un presidente desde el retorno de la democracia a Chile en marzo de 1990. ¿A qué se debe este fenómeno?
Leslie Wehner: Creo que varios factores han propiciado esta situación. El primero, la personalidad de Sebastián Piñera y su omnipresencia en el día a día del gobierno: es sintomático el hecho de que Piñera aparezca a cada rato anunciando nuevos proyectos de ley en lugar de delegar ese tipo de responsabilidades y abrirle espacio a sus ministros para dejarlos actuar. Los ministros pueden fungir de pararrayos, convirtiéndose en el blanco de críticas para proteger al presidente.
El segundo factor es la poca de credibilidad que Piñera despierta en la población; la opinión pública identifica a su administración como ‘el Gobierno de los empresarios’. Y eso sin mencionar el hecho de que Piñera alimentó demasiadas expectativas antes y después de haber ganado los comicios presidenciales: al hacer campaña electoral con eslóganes como ‘la nueva forma de gobernar’ o al criticar a la Concertación diciendo que ‘en veinte días hemos hecho más que los otros en veinte años’. Hoy, sucesos coyunturales como el de las movilizaciones han demostrado que esa frase era una falacia.
La imagen de Enriquez-Ominami se desdibuja en Chile.Imagen: DW / Eglau
¿Cree usted que este descontento generalizado pueda abrirle las puertas a carismáticos políticos chilenos que pongan en peligro la institucionalidad democrática desde adentro, como ha ocurrido en otros países de América Latina?
Generalmente, la oposición se beneficia cuando a un Gobierno le está yendo mal. Pero, en Chile, también los índices de rechazo a la Concertación [de Partidos por la Democracia] son bastante altos; están por encima del 60 por ciento. Lo que tiende a ocurrir cuando los partidos y su labor política están tan desprestigiados es que surgen espacios y caudillos para llenar esos espacios. Pero yo creo que Chile tiene pilares institucionales suficientemente fuertes como para impedir el ascenso de caudillismos radicalizados.
Por otro lado, tampoco se ve quién puede sacar provecho político a ese descontento generalizado o a los temas que interesan a los chilenos, como el de las movilizaciones sociales, el del medio ambiente, el del matrimonio homosexual, el de la educación. Todos estos puntos estaban en la agenda del candidato presidencial Marco Enríquez-Ominami, pero su presencia no se ha dejado sentir durante este primer año de gobierno de la derecha y él no es percibido como un político sólido que pueda capitalizar las actuales circunstancias.
Bachelet sigue gozando de popularidad en el país.Imagen: AP
Esta situación puede llevar a la personalización de la política y, en este sentido, la ex presidenta Michelle Bachelet y el actual ministro de Minería, Laurence Golborne, están entre los pocos que cuentan con atributos personales atractivos para los sectores más descontentos. Bachelet sigue siendo la candidata de la Concertación: a ella se le criticó su lenta reacción al terremoto de febrero de 2010, pero su Gobierno estaba prácticamente de salida y su imagen no se vio dañada. Como candidata presidencial nunca se le asoció con el establishment clásico de la Concertación y, ahora, sigue estando inmune al desprestigio de la política.
La huelga de los trabajadores del cobre se suma a la movilización de los estudiantes y amenaza con catalizar un paro nacional. ¿Puede el Gobierno de Piñera sobrevivir la presión ejercida por la paralización de la producción y de la vida nacional?
Yo no creo que Piñera vaya a dimitir ni que la Concertación deje que eso suceda. En ese sentido, en la política chilena todavía se busca el consenso y la creación de puentes, pese a las distintas crisis que se han presentado. Los partidos tienen un mínimo común denominador que es garantizar la estabilidad política y la gobernabilidad democrática en el país. Las movilizaciones sociales expresan el descontento de buena parte de la población con el modelo económico chileno, pero veo difícil que esa presión social obligue a Piñera a abandonar el cargo.
Autor: Evan Romero-Castillo
Editora: Emilia Rojas Sasse
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