El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos dijo que el estado de emergencia "se ha utilizado para restringir severa y arbitrariamente los derechos humanos de una cantidad muy importante de personas".
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Cientos de miles de personas fueron víctimas de violaciones de los derechos humanos en Turquía en el marco del estado de emergencia declarado tras el intento de golpe fallido en 2016, denunció hoy (20.03.2018) en un informe la Oficina de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra.
La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos publicó hoy un informe en el que denuncia violaciones de derechos por parte de Turquía como la privación arbitraria del derecho al trabajo y la libertad de circulación, la tortura y otros malos tratos, detenciones arbitrarias e infracciones del derecho a la libertad de asociación y expresión.
Múltiples abusos
El informe, que abarca el periodo entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2017, documenta el uso de la tortura y los malos tratos bajo custodia, incluidos palizas severas, amenazas de asalto sexual y asalto sexual real, descargas eléctricas y ahogamientos simulados por la policía, la gendarmería, la policía militar y las fuerzas de seguridad.
El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, el jordano Zeid Ra'ad al Hussein, recalcó en un comunicado que fueron arrestadas "casi 160.000 personas durante un período de 18 meses". Señaló que fueron despedidos 152.000 funcionarios, muchos de manera "totalmente arbitraria", detenidos o procesados maestros, jueces y abogados, arrestados alrededor de 300 periodistas, cerrados medios de comunicación y bloqueados más de 100.000 sitios web.
Además, otras 100 mujeres embarazadas o que acaban de pasar por un parto fueron detenidas, con frecuencia sólo porque sus parejas eran sospechosas de terrorismo. "Es sencillamente escandaloso, brutal y no puede tener nada que ver con hacer de Turquía un país más seguro", cita el informe las palabras de Zeid Raad al Hussein, Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU.
Ankara responde
El Ministerio de Exteriores turco consideró que el texto carece de todo significado y asegura que Zeid ignoró varias amenazas terroristas que el país enfrenta. "Esta persona, que lidera un organismo internacional de importancia global incuestionable, relega el organismo de la ONU bajo su administración a una posición de colaborador de organizaciones terroristas", señaló el ministerio.
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Ankara justifica esas encarcelaciones y despidos por la supuesta vinculación de los afectados con el movimiento del clérigo autoexiliado en Estados Unidos Fetullah Gulen, a quien acusa de estar detrás del golpe y califica de movimiento terrorista.
La oficina de la ONU sí reconoce, sin embargo, el derecho de Turquía a responder al golpe y al terrorismo, pero concluye que los medios han sido excesivos y han erosionado el imperio de la ley.
El informe se basa en la información reunida y verificada a través de entrevistas con 104 víctimas, testigos y familiares de afectados; análisis de información gubernamental; así como documentos de fuente abierta, imágenes de satélite y material audiovisual, entre otros materiales confiables, explica la ONU.
FEW (dpa, EFE)
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Turquía: manos pequeñas, grandes beneficios
Trabajar duro en lugar de estudiar: cientos de miles de niños refugiados sirios en Turquía no van a la escuela. Muchos trabajan 12 horas al día, aunque el trabajo infantil está prohibido. Visitamos un taller de costura.
Imagen: DW/J. Hahn
El trabajo se acumula
Khalil tiene 13 años y es de Damasco. Trabaja cinco días a la semana en esta sastrería, en el sótano de un edificio residencial en el barrio obrero de Bağcılar, Estambul. Hay cuartos de costura como este en casi todas las calles de la zona. Y, casi siempre, niños como Khalil trabajan en ellos.
Imagen: DW/J. Hahn
Pequeño compañero de trabajo
Las máquinas de coser suenan casi sin parar. Cuatro de los aproximadamente 15 trabajadores de esta sastrería son niños, todos vienen de Siria. La industria textil turca es uno de los sectores en los que el trabajo ilegal es muy común y en el que trabajan muchos menores de edad como mano de obra barata, sin papeles y sin seguridad social.
Imagen: DW/J. Hahn
Anhelo por la escuela
"No pienso en el futuro", dice Khalil, mientras clasifica telas de algodón. Una mujer joven cose bragas con ellas. Clasificar, cortar, coser -los dos hacen un buen equipo. En casa, en Siria, Khalil llegó a hacer el tercer grado en la escuela. Luego vino la guerra, la huida. Desde entonces, no ha vuelto a pisar un aula.
Imagen: DW/J. Hahn
¿Explotación o ayuda?
El trabajo infantil está prohibido en Turquía. Quien emplee a niños menores de 15 años, enfrenta multas. El dueño de esta sastrería lo sabe y por eso quiere permanecer anónimo. "Les doy a los niños trabajo para que no tengan que mendigar. Sé que está prohibido, pero por otro lado también ayudo a las familias que de otra forma no llegarían a fin de mes", dice.
Imagen: DW/J. Hahn
"Espero poder irme a casa"
Musa también tiene 13 años. Como muchos en esta sastrería, viene de la provincia mayoritariamente kurda de Afrin, en el norte de Siria. ¿Qué hace cuando no trabaja? "Jugar fútbol", dice. "Espero que pronto haya paz en Siria y podamos regresar a casa. Luego, quiero estudiar allí y convertirme en médico".
Imagen: DW/J. Hahn
Lo importante es que sea barato
Miles de bragas de mujer se cosen y se empacan aquí todos los días, en diferentes colores, diseños y tamaños. Se venden en bazares por una par de liras turcas la pieza. El objetivo: ser más barato que la competencia de China. Los niños aquí tienen un salario por hora que ni siquiera llega a los 50 céntimos de euro. Los adultos ganan aproximadamente el doble.
Imagen: DW/J. Hahn
Doce horas de trabajo al día
Aras tiene 11 años y trabaja aquí desde hace cuatro meses. Su madre está embarazada, su padre tiene un trabajo en una fábrica textil. El día de Aras comienza a las 8 de la mañana y termina a menudo a las 8 de la noche. Ella puede hacer dos pausas. Aras gana 700 liras al mes, lo que equivale a alrededor de 153 euros.
Imagen: DW/J. Hahn
Aprender es un lujo
Aras no puede ir a una escuela pública porque trabaja de lunes a viernes. Para que por lo menos aprenda algo, va el fin de semana a clases en una organización de ayuda siria. El currículo incluye matemáticas, árabe, turco. Las mismas maestras huyeron de la guerra en Siria.
Imagen: DW/J. Hahn
Tiempo fuera del aula
Más de 70 niños entre 4 y 18 años vienen todos los días a la pequeña escuela siria. A veces, las maestras van a casa de las familias y convencen a los padres para que envíen a los niños a clase al menos algunos días para que tengan la oportunidad de un futuro y puedan ser lo que son: niños.