ONU advierte crecimiento de xenofobia en todo el mundo
9 de diciembre de 2015
Ante un mundo en el que crece la intolerancia y la xenofobia, Naciones Unidas recordó a las víctimas de genocidios y advirtió del riesgo de que este tipo de graves crímenes se repitan.
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Por primera vez, la ONU conmemoró hoy el Día Internacional de las Víctimas de Genocidio y lo hizo también alertando de las peligrosas situaciones que se viven actualmente. "Hoy en día en todo el mundo están aumentando la intolerancia y la xenofobia", aseguró el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en un mensaje.
"A menudo se explota la peligrosa dinámica basada en la idea de que pertenecemos a bandos enfrentados para justificar que se excluya a comunidades por el hecho de tener diferentes formas de identidad como la religión, la etnia u otros aspectos, se niegue la asistencia, se restrinjan los derechos humanos y se perpetren actos de violencia atroces", añadió.
Por ello, Ban defendió que este "es un momento idóneo" para ratificar el compromiso internacional de prevenir este "grave crimen" y "honrar la memoria de las víctimas". "La prevención del genocidio supone prestar más atención a las señales de advertencia y estar dispuestos a adoptar medidas inmediatas para poner remedio", recordó el jefe de la ONU, que en 2013 puso en marcha una iniciativa para vigilar las violaciones de los derechos humanos que pueden desembocar en crímenes masivos.
Un genocidio es resultado del cultivo del odio, por largo tiempo
Naciones Unidas insiste en que el genocidio no es un "resultado accidental" de los conflictos, sino que en la mayoría de casos es algo que se desarrolla a lo largo de un tiempo y que tiene un carácter "sistemático y planificado".
Aprobado el pasado mes de septiembre, este Día Internacional debe servir según la ONU tanto como un "recuerdo" como un llamamiento a la "acción", con el fin de garantizar que toda población esté protegida del riesgo de genocidio. "No nos permitamos repetir errores pasados. Actuemos ahora para evitar que el genocidio sea parte de nuestro presente o nuestro futuro", dijo hoy el asesor especial de la ONU para la Prevención del Genocidio, Adama Dieng.
Ese llamamiento resuena con especial fuerza dentro de la organización, que reconoce como uno de sus mayores fracasos el no haber actuado para evitar ni detener hace 20 años el genocidio de Ruanda, que dejó más de 800.000 víctimas.
"La manipulación de las preocupaciones de la gente por el terrorismo para obtener beneficios políticos es nauseabunda y, como sabemos por el pasado, también peligrosa", insistió. Por ello, el especialista de la ONU en genocidio defendió que en "tiempos difíciles" como el actual es necesario trabajar juntos "para desmantelar prejuicios y mentiras" y responder a los discursos del odio, ya sean en público o internet.
Dieng, que visitó Irak en noviembre, se declaró conmovido por las historias que escuchó de parte de miembros de la comunidad yazidí, perseguidos por los yihadistas del Estado Islámico (EI) "simplemente por ser quienes son". "Desafortunadamente, este es sólo uno de demasiados ejemplos alrededor del mundo", lamentó.
La fecha elegida para recordar a las víctimas conmemora además la adopción el 9 de diciembre de 1948 de la convención de la ONU contra el genocidio, que definió este tipo de crímenes y señaló a los Estados como los principales responsables de prevenirlos.
JOV (efe, ONU)
El campo de refugiados de Moria
Los refugiados que llegan a Lesbos son enviados a Moria, para ser registados. Debido a las largas colas, las malas condicios higiénicas y la falta de recusos, algunos lo consideran el peor campo de refugiados del mundo.
Imagen: DW/D. Cupolo
Refugiados y refugiados
Al llegar a Lesbos, los refugiados son separados. Los sirios son enviados al campo de Kara Tepe, donde la mayoría dispone de un alojamiento sólido. Los de otras nacionalidades son llevados al campo de Moria, el primer centro para el registro de personas que dejaron sus países huyendo de la miseria. Allí, los refugiados duermen en carpas o a la intemperie, a la espera de poder viajar a Atenas.
Imagen: DW/D. Cupolo
Demasiada gente
El hacinamiento causa a menudo fricciones, como en esta cola para la comida. De acuerdo con un informe de la ONU, el campamento fue concebido para 410 personas. Sin embargo, hay allí entre 2000 y 4000 refugiados, dice Fred Morlet, que coordina el trabajo de los voluntarios en Lesbos. "Desde el principio faltaron recursos y ahora éste se ha convertido en el peor campo de refugiados del mundo".
Imagen: DW/D. Cupolo
Escasez de alimentos
Ramona Brongers, fundadora de la fundación Live for Lives, comenzó a trabajar con su ONG en Moria después de haber visto un llamado de auxilio en internet. "Preparamos 1.500 raciones al día, pero nunca basta para dar comida a todos", cuenta. Y agrega: "Ayudamos como podemos, pero los problemas son enormes y las organizaciones más grandes no asumen la responsabilidad".
Imagen: DW/D. Cupolo
"Dormir entre la basura"
Brongers relata que sus 36 voluntarios se vieron superados por las labores de aseo y recolección de desperdicios. "Mire a su alrededor, la gente duerme en la basura", dice Brongers. Acota que "es imposible mantener este lugar limpio; siempre estamos al borde de una epidemia". Hace poco se reportó un brote de sarna en el campo de Kara Tepe.
Imagen: DW/D. Cupolo
Falta de motivación
Morlet reprocha la actitud de los encargados del campamento. "Los funcionarios todas luces no está motivados y a veces no vienen a trabajar, lo que implica que los refugiados no son registrados, mientras sigue llegando más y más gente. Dos horas de dilación significan un desastre humanitario".
Imagen: DW/D. Cupolo
Caminante descalzo
"Caminé de Pakistán a Turquía sin zapatos", dice Fiaz Uddah (al centro), quien espera que llamen su número. "Dormimos así, en estas cajas de cartón. No tenemos mantas", dice por su parte su amigo Israr Ahmed. Y añade: "Hacemos esto porque no queremos que nuestros hijos vivan como nosotros".
Imagen: DW/D. Cupolo
¿Quién decide?
Arshid Rahimi, un afgano veinteañero de Ghazni, dice que su madre lo forzó a partir después de que su padre y su hermana fueran asesinados durante un ataque talibán contra una escuela cercana a su casa. "Mi vida se veía amenazada por los talibán, pero aquí la gente dice que he venido por razones económicas", señala, y pregunta: "¿Quién decide si soy un refugiado o no?"
Imagen: DW/D. Cupolo
"Se parece a Guantánamo"
Algunas familias pueden quedarse en las carpas de Moira, que son escasas, pero Morlet compara el campamento con una prisión. "Con cercos y alambrada de púas, se parece a Guantánamo", comenta. No obstante, predice que el número de refugiados no se reducirá. "Hay quienes dicen que el invierno los frenará, pero el mar es más calmado en invierno", apunta.
Imagen: DW/D. Cupolo
En manos de Dios
"Cuando estaba a bordo del bote en que vine hacia acá, en medio del océano, comprendí que estamos solos, en las manos de Dios", dice Pejman Usefi, un afgano que vivía en Irán. "Si Dios decide salvarte, entonces te salvarás. Así es como veo mi situación en este campamento".