ONU: empresas y Ejército birmano cómplices en abusos
5 de agosto de 2019
"Existe un vínculo indiscutible entre los negocios y las atrocidades cometidas, que implican al Ejército y también al Gobierno civil", indicó el presidente de la Misión de Investigación de la ONU para Birmania.
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La Misión de Investigación de la ONU para Birmania (Myanmar) señaló este lunes (05.08.2019) a decenas de compañías nacionales e internacionales vinculadas al poderoso Ejército birmano, al que acusa de genocidio contra la minoría rohinyá, y pidió la imposición de sanciones.
Más de 730.000 rohinyá, miembros de una minoría musulmana perseguida, huyeron del estado de Rakhine de Birmania al vecino Bangladesh en medio de una ofensiva liderada por el Ejército en agosto de 2017 que la ONU y los países occidentales dijeron que incluyeron asesinatos en masa y violaciones en grupo.
El panel de investigación de la ONU condenó la violencia en un informe del año pasado que pedía el aislamiento económico de los militares. Los investigadores dijeron que el propósito del nuevo informe era ayudar a los países a cortar los lazos financieros con todas las empresas vinculadas al ejército.
"Por primera vez, este informe sale con una imagen clara de la participación de compañías europeas y asiáticas específicas, y señala que de hecho existe esta relación y es una violación de los tratados y las normas de la ONU", dijo el presidente del panel, Marzuki Darusman, en una entrevista en la capital indonesia de Yakarta el domingo. La comisión también acusó al Ejército de cometer crímenes de guerra y crímenes de lesa Humanidad en su guerra contra varias guerrillas de minorías étnicas en los estados de Shan y Kachin, en el norte del país.
Violaciones de los derechos humanos
Ahora, señala a decenas de compañías extranjeras que mantienen lazos comerciales con los conglomerados empresariales del Ejército, Myanmar Economic Holdings Limited (MEHL) y Myanmar Economic Cooperation (MEC), lo que proporciona ingresos a las Fuerzas Armadas que "incrementan su capacidad para perpetrar violaciones de los derechos humanos con impunidad".
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La comisión recomendó a los empresarios extranjeros que inviertan en firmas que no estén vinculadas al Ejército, al tiempo que enumeró 120 firmas ligadas a MEHL y MEC en casi una decena de sectores como la minería de jade y rubíes o la agricultura. "Estos números son solo la punta del iceberg, y no representan la última palabra sobre el conjunto, pero indican la extensión de la participación económica del Ejército en Myanmar (Birmania)", dijo Sidoti.
Además, en el informe se nombra a varias empresas extranjeras que venden armas, vehículos militares y tecnología militar al Ejército birmano, entre las que figuran 14 compañías estatales de China, India, Ucrania, Rusia, Israel y Corea del Norte, así como firmas privadas de Filipinas, Singapur e Israel.
FEW (EFE, Reuters)
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Niños rohinyá: abusados, secuestrados, huérfanos
La grave situación de los musulmanes rohinyá, obligados a escapar de las atrocidades cometidas por militantes y el Ejército en Myanmar, es difícil de digerir. Los niños son los más vulnerables, como muestran estas fotos.
Imagen: DW/J. Owens
Disparados y apuñalados
Desde agosto, más de 600.000 rohinyás han huido de Myanmar a Bangladesh. “El día que los militares vinieron, quemaron la aldea y le dispararon a mi madre cuando intentaba escapar. Mi papá no podía caminar, entonces lo apuñalaron. Lo vi con mis propios ojos”, dice Mohammed Belal, de 10 años, quien logró escapar.
Imagen: DW/J. Owens
Perseguidos por el trauma
La hermana de Mohammed, Nur, también vio la matanza. Ella y su hermano viven ahora en un refugio para niños sin compañía en Bangladesh. Ella puede jugar ahí y comer regularmente, un fuerte contraste con su viaje desde Myanmar, donde ella y su hermano casi se mueren de hambre. Pero la niña sigue siendo perseguida por el trauma de las últimas semanas. “Extraño a mis padres, mi hogar, mi país”, dice.
Imagen: DW/J. Owens
Conflicto de profundas raíces
El conflicto, el cual ha tenido lugar en los últimos 70 años y tiene sus raíces en la organización social del país después de la Segunda Guerra Mundial, ha cobrado más de 2.000 víctimas desde 2016, incluyendo la madre de Rahman, de 12 años (arriba). "Incendiaron mi casa y mi madre estaba enferma, así que no pudo irse", dice.
Imagen: DW/J. Owens
Salven a los niños
Dilu-Aara, de 5 años, llegó al refugio con su hermana después de ver a los militares asesinar a sus padres. “Estaba llorando todo el tiempo y las balas volaban sobre nuestras cabezas. De alguna forma escapé”. La agencia internacional Save the Children está ayudando a los menores que llegan a Kutupalong sin sus padres. Los niños representan hasta el 60% de los refugiados rohinyás en Bangladesh.
Imagen: DW/J. Owens
Cazados como animales
Jaded Alam está entre los cientos de niños que llegan a Kutupalong sin sus padres. Afortunadamente, su tía cuida de él, y muy bien, reconoce Jaded, quien creció en una aldea llamada Mandi Para, donde le encantaba jugar fútbol. Todo cambió cuando los militares atacaron. “Nos dijeron que nos fuéramos de nuestra casa. Cuando estaba corriendo con mis padres, les dispararon. Murieron en el acto”, dice.
Imagen: DW/J. Owens
Secuestro de niños
No todos han sido separados durante el escape. Rahman Ali ha estado registrando el refugio por semanas después de que Zifad, su hijo de 10 años, desapareciera. Los rumores sobre el secuestro de niños ha rondado el refugio por años y Rahman teme que su hijo haya caído presa de los traficantes de personas. “No puedo comer, no puedo dormir. ¡Estoy tan enojado! Es como si me hubiese vuelto loco”.
Imagen: DW/J. Owens
"Mi mente no es normal"
Cuando comenzó el tiroteo, Sokina Khatun hizo todo lo que pudo para proteger a sus hijos, pero no pudo salvar a Yasmine, de 15 años, y Jamalita, de 20, quienes estaban en una aldea vecina en el momento. “Les cortaron la garganta en frente de sus abuelos”, dice. “Estaba paralizada, no podía sentir el dolor. Ahora mismo, mi mente no es normal”, dice. Ella logró rescatar a nueve de sus niños.
Imagen: DW/J. Owens
Atacados, violados y robados
Yasmine cree que podría tener 15 años, pero luce considerablemente más joven. En su aldea, solía jugar con canicas y correr por los campos vecinos, pero recuerdos diferentes la persiguen ahora: el ataque de las fuerzas de Myanmar, la golpiza y asesinato de sus amados padre y hermanos y la violación por parte de un grupo de soldados que también la robaron: “Sentí mucho dolor en mi cuerpo”, dice.