ONU pide actuar contra "terrible" condición de rohinyás
2 de julio de 2018
Todavía hay más de 900.000 rohinyás viviendo en campamentos de refugiados en Bangladesh. Según la ONU, sólo se ha cubierto 26 por ciento de los casi 1000 millones de dólares que se necesitan este año para asistirlos.
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El secretario general de la ONU, António Guterres, llamó hoy (02.07.2018) a actuar contra las "terribles condiciones" que viven los rohinyás en los campamentos de refugiados en el sureste de Bangladesh, una situación provocada en parte por el escaso desembolso de fondos por parte de la comunidad internacional.
"Resulta terrible ver a más de 900.000 personas viviendo en estas terribles condiciones", remarcó Guterres en una rueda de prensa en el campamento de refugiados de Kutupalong.
Los campamentos en Bangladesh acogen a más de 900.000 rohinyás, entre ellos los alrededor de 700.000 que desde el pasado 25 de agosto cruzaron la frontera para escapar de la represión del Ejército birmano, tras un ataque de un grupo rebelde rohinyá.
Guterres, que finaliza hoy una visita a Bangladesh de dos días acompañado del presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, y el alto comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, recorrió algunas áreas de los masificados campamentos.
Para Guterres, parte de la culpa de esta situación se debe a que toda la "solidaridad" internacional mostrada hacia los rohinyás no se ha visto traducida aún en un apoyo "suficiente" en Bangladesh, ya que "sólo" se ha desembolsado hasta ahora un 26 % de los 1.000 millones de dólares solicitados el pasado marzo.
Además de estos problemas materiales, el secretario general de la ONU recordó la traumática situación en la que se encuentran los rohinyás, tras su huida de la campaña militar contra esta comunidad en el estado de Rakáin, en el oeste de Birmania (Myanmar).
"Es imposible visitar estos campamentos sin que se rompan nuestros corazones con el sufrimiento de los rohinyás, primero escuchando las terribles historias de violencia masiva, asesinatos, violaciones, de torturas, de miles de aldeas incendiadas", aseguró.
Las autoridades birmanas no reconocen a los rohinyás como un grupo étnico diferenciado, ya que los consideran emigrantes bangladeshíes llegados de manera ilegal a Birmania, por lo que les niegan la ciudadanía y los derechos relacionados.
La presión internacional llevó a Birmania y Bangladesh a firmar un acuerdo el pasado 23 de noviembre para la repatriación de miembros de la minoría rohinyá, por el que los refugiados que llegaron a Bangladesh comenzarían a regresar el 23 de enero.
Sin embargo, meses después de la firma del acuerdo, el proceso formal de repatriación aún no ha comenzado.
RRR (Efe/Dpa).
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No hay niñez para los rohinyás en Cox's Bazar
Tiene 12 años. Aun así, el rohinyá refugiado Nur Hafes cuida a su familia. Durante la huida desde Myanmar hacia Bangladesh su papá se fue. Ahora su mamá está sola con él y sus hermanos.
Imagen: Reuters/A. Abidi
El sostén de la familia
Nur Hafes, de 12 años, busca personas en el campo de refugiados de Palong Khali que quieran darle un poco de dinero si los protege con su paraguas del penetrante sol. Da una mirada hacia los sacerdotes musulmanes, quienes a veces distribuyen las donaciones que han recolectado en sus comunidades. Él todavía no es un adulto y, sin embargo, debe cuidar a una familia de nueve.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Un euro al día es un buen día
“A veces hago 50 o 100 takas, a veces llego a casa con las manos vacías”, dice Nur. Un taka es equivalente a un centavo de euro. Por 50 takas se compran alrededor de 250 gramos de chiles verdes en los mercados de los campos . Un pollo cuesta alrededor de 150 takas.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Sola con ocho hijos
Nur es el mayor de ocho hermanos. Cuando el ejército llegó a la aldea de los abuelos, el padre de Nur huyó sin la familia. No lo han visto desde entonces. La huida a Bangladesh cerca de la ciudad de Cox's Bazar ha dejado a la madre Rabia sola con los niños. Los ancianos hacen todo lo posible para ayudar a Rabia a mantener a flote a la familia en el campo de refugiados.
Imagen: Reuters/A. Abidi
"El ejército incendió casas"
Hace dos meses, Rabia y los niños fueron expulsados de su pueblo natal en la provincia de Rakáin, Myanmar. "El ejército incendió casas donde todavía había gente", recuerda la madre de 33 años. "He visto tanta gente con heridas de bala". La familia huyó a casa de sus abuelos, pero solo un día después llegaron los soldados.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Dependientes de la ayuda humanitaria
Como la mayoría en el campo de refugiados cerca de Cox's Bazar, Nur y su familia dependen de la ayuda humanitaria. Desde su casa solo pudieron llevar la ropa que tenían puesta, documentos de identidad, un par de fotos y una manta para protegerse de la lluvia. Como cabeza masculina de la familia, Nur acostumbra estar al frente ante las organizaciones de ayuda.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Sobreprecio en los campos de refugiados
Por lo general, solo se distribuyen alimentos básicos a los refugiados (aceite, lentejas, cebollas) y a menudo no lo suficiente. Es por eso que los campos de Cox's Bazar tienen una gran cantidad de comerciantes que, por ejemplo, venden chiles verdes o nueces, como también anticonceptivos y cigarrillos. La mayoría de los productos cuestan más que en los mercados de las ciudades vecinas.
Imagen: Reuters/H. McKay
Nur ya trabajaba en Myanmar
Antes de huir de Myanmar, Nur vendía productos que su padre compraba al por mayor. Como apátridas, los rohinyás tenían poco acceso al sistema educativo antes de que el conflicto estallara y eran discriminados en el mercado laboral.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Los más jóvenes están desnutridos
A pesar de sus esfuerzos y la ayuda humanitaria, a la familia de Nur a menudo le falta lo más esencial. Los dos hijos más pequeños de Rabia, Fátima, de un año y medio (en la foto) y Mohammed, de ocho meses, sufren de desnutrición, al igual que muchos de los niños en los campos. Se estima que el 60 % de los refugiados rohinyá son menores de edad. Muchos sufren de enfermedades como diarrea.
Imagen: Reuters/A. Abidi
"Ya no se comporta como un niño"
"Es joven, pero entiende que tiene una responsabilidad. Ya no se comporta como un niño", dice Rabia sobre Nur. Sus deseos para su futuro son sencillos: espera que pueda montar un negocio como comerciante en Bangladesh. Pero a veces él sueña con otra vida, una educación adecuada, tiempo para jugar fútbol con amigos, y así poder ser un niño.