ONU sancionará a quienes usen hambre como táctica de guerra
24 de mayo de 2018
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas reconoce formalmente la existencia de un vínculo entre conflictos e inseguridad alimentaria y hambrunas, y recuerda a Estados y grupos armados sus obligaciones.
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La resolución "condena enérgicamente la práctica de hacer padecer hambre a la población civil como método de guerra en diversas situaciones de conflicto, prohibida por el derecho internacional humanitario".
En ese sentido, recuerda que las partes de los conflictos tienen la obligación de facilitar el suministro de alimentos y otra ayuda humanitaria a los civiles y que, quienes no lo hagan, se exponen a posibles castigos.
Así, el Consejo de Seguridad "recuerda que ha aprobado y puede considerar la aprobación de sanciones" contra "personas o entidades que obstaculicen la entrega de asistencia humanitaria, o bien el acceso a esta o su distribución".
Guerras y conflictos causan inseguridad alimentaria
Holanda, el país promotor de la iniciativa, destacó que se trata de la primera resolución del Consejo que reconoce formalmente que las guerras pueden causar inseguridad alimentaria y desembocar en migraciones masivas e inestabilidad regional.
El embajador sueco, Olof Skoog, destacó que el lenguaje sobre sanciones incluido en la resolución "abre la puerta a la posibilidad" de imponer castigos contra Gobiernos o individuos que están violando actualmente las normas internacionales humanitarias.
El régimen sirio, por ejemplo, ha sido acusado repetidamente de utilizar asedios sobre poblaciones, cortando el suministro de ayuda, en su guerra contra los grupos opositores.
En los últimos años, la ONU ha advertido en varias ocasiones del grave riesgo de hambruna en países en conflicto, desde Yemen a Sudán del Sur.
"Millones de civiles en situaciones de conflicto armado siguen sufriendo alarmantes niveles de hambre causada mayoritariamente por acciones políticas y militares", destacó el diplomático británico Stephen Hickey.
Según aseguró, la adopción unánime de esta resolución deja claro que el Consejo cree que el hambre se usa como arma de guerra y señala su determinación para responder.
JOV (efe, unric)
Día Mundial del Migrante: El campamento de refugiados Kakuma o "la nada"
Cada 18 de diciembre se recuerda a millones de migrantes. Kakuma, en Kenia, es uno de los campamentos más grandes del mundo, que acoge a desterrados por las guerras y el hambre desde hace 25 años. DW visitó dicho campo.
Imagen: DW/R. Klein
Cientos de miles de humanos en "la nada"
"Kakuma" quiere decir en kiswahili algo así como "la nada". Ubicado a unos 100 kilómetros de la frontera con Sudán del Sur está en medio de una zona seca y cálida. Aquí viven, más mal que bien, unas 180.000 personas en cabañas o casas de adobe. Sus residentes huyen de la guerra o el hambre en Sudán y Sudán del Sur, Somalia, Uganda y otros países vecinos.
Imagen: Johanniter/Fassio
No paran de llegar refugiados, todos los días
Kakuma fue construido para albergar a 125.000 personas, pero desde su apertura no han parado de llegar personas en busca de refugio. Cada mes se suman unas mil o dos mil personas. Teresa Akong Anthony, en la imagen, vino desde el sur de Sudán hace dos semanas. Ahora espera a la sombra de una choza que ella y sus tres hijos sean registrados como refugiados. La temperatura hoy es de 37 grados.
Imagen: DW/R. Klein
¿Nacionalidad? Refugiado
Kakuma está lleno de jóvenes: más del 60 por ciento de los habitantes tienen menos de 17 años de edad. Muchos han nacido o se han criado en el campo. Para ellos, la palabra "casa" es difícil de definir. A menudo, no tienen ninguna relación con su país de origen, pero tampoco son kenianos. Se trata de jóvenes nacidos como refugiados.
Imagen: DW/R. Klein
Madre malnutrida, bebé malnutrido
Kandida Nibigira huyó de la violencia en Burundi hace tres años. Aquí vive con sus ocho hijos en una choza de barro. La vida para toda la familia es un inmenso reto diario: temperaturas alrededor de los 40 grados, suelo muy seco y poca comida. "Comemos sólo una vez al día", dice esta mujer de 38 años de edad, que intenta dar pecho a su hijo, a pesar de su propia malnutrición.
Imagen: DW/R. Klein
No hay suficiente dinero para la comida
En este campo de refugiados operado por ACNUR se distribuyen alimentos unas dos veces al mes. Si los residentes muestran su tarjeta de racionamiento, reciben aceite, mijo, frijoles, maíz fortificado y jabón. Debido a que no hay suficiente dinero disponible, las raciones de diciembre se redujeron a la mitad. La comida debe ahora alcanzar para todo un mes.
Imagen: DW/R. Klein
El hambre desespera
Hacer colas para recibir las respectivas raciones demora hasta cinco horas. Los trabajadores son aislados por una malla de alambre para protegerlos de la violencia que puede surgir ante la desesperación de la escasez y el hambre.
Imagen: DW/R. Klein
Un campamento convertido en “ciudad”
Además de las tarjetas de racionamiento, los residentes del campo obtienen vales que pueden canjear en ciertas tiendas. En los últimos 25 años, Kakuma se ha convertido en una pequeña ciudad. En el mercado se compran y venden cosas de uso cotidiano: alimentos, herramientas, artículos eléctricos o tarjetas SIM.
Imagen: DW/R. Klein
Mucha gente, poco trabajo
Los refugiados en Kakuma sólo pueden trabajar con un permiso especial, pero hay poco trabajo. Algunos trabajan para organizaciones benéficas. Para aumentar sus posibilidades laborales, hay proyectos individuales de formación. Aquí, tanto los refugiados como la población local pueden formarse en carpintería, electricidad y costura.
Imagen: DW/R. Klein
Sin familia ni educación
"Quiero ser una enfermera," dice Kamuka Ismali Ali, quien huyó de la guerra en el sur de Sudán. "Todavía no sé si mi familia vive”. Kamuka, de 20 años de edad, asiste a una escuela en Kakuma y quiere graduarse. "Cuando la guerra termine, ansío poder volver a ver a mi familia y ayudarla".
Imagen: DW/R. Klein
Integración: auto-sustento y convivencia
Gracias a la ayuda internacional, los habitantes de este campo de refugiados pueden recibir la atención más urgente. Debido a que Kakuma crece todos días y los refugiados son separados de la población local, unas 60.000 personas serán reubicadas en otro nuevo campo, a unos 20 kilómetros de distancia. La idea es promover el auto-sustento de los refugiados y la convivencia con locales.
Imagen: DW/R. Klein
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