El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) ya no considera realista limitar el aumento de la temperatura a 1,5° C. Parece un retroceso, pero podría ser una oportunidad para el clima, dice Jens Thurau.
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Aún está por confirmarse, pero el próximo reporte del IPCC hablaría de una revisión del objetivo de limitar a 1,5° - hasta el 2020 - el calentamiento global, el cual "solo tiene un 66% de probabilidades de cumplirse”. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático lo dice, ahora sí, claramente: la actual política de los Estados y sus inversiones en generación de energía hacen, prácticamente, imposible cumplir con la meta del 1,5° del calentamiento del clima.
Adiós a París
Hace apenas dos años, en la muy aclamada Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, en París, este objetivo desempeñó un papel central. El límite de las emisiones ha sido el principal objetivo de la lucha, especialmente de pequeños Estados insulares y muchos países de África y Asia, que querían convencer a los países industrializados de una protección más ambiciosa del clima.
Hasta entonces, la política climática global se había fijado el objetivo de no elevar la temperatura mundial en más de dos grados, con respecta a la temperatura global a comienzos de la industrialización, hace más de 150 años.
Desde entonces, la combustión masiva de fuentes fósiles de energía ha hecho aumentar la temperatura mundial en un grado. Seguirle apuntando a un aumento de la temperatura de no más de 1,5 grados significaría una frenada en seco para la economía mundial. Por eso es que dicha meta no es realista.
Simple falta de voluntad política
A pesar de todo, esto no tiene que ser el final de la política de protección del clima. En todo el mundo se están construyendo parques de generación de energía solar y eólica, y las inversiones en negocios sostenibles crecen.
Si fuera por la tecnología, la humanidad ya podría prescindir de muchos combustibles fósiles, pero en la práctica es aún imposible. Las economías emergentes y gigantes económicos como China tienen tales tasas de crecimiento que su sed de energía es prácticamente insaciable.
Estos países usan las nuevas fuentes sostenibles de energía, pero también le apuestan al carbón. En los viejos Estados industrializados, incluida Alemania, no hay voluntad política para emprender la rápida transformación. Los consorcios automotrices y energéticos forman un poderoso lobby que preferiría dejar todo como está. Y en Washington hay un presidente que niega el cambio climático. Pero en algún momento, la presión de las nuevas tecnologías terminará derrotando a los negacionistas.
Fatal es que el objetivo del 1,5° centígrados es un punto central del Acuerdo de París y ha sido la principal motivación para que muchos estados pobres continúen insistiendo en actuar para frenar las emisiones de gases invernadero, incluso sin contar con el renuente gobierno estadounidense de Trump.
La honestidad puede ser una oportunidad
Pero tal vez la honestidad del IPCC sea realmente una oportunidad. Los países pobres no tienen muchas alternativas más que mantener las negociaciones internacionales bajo el auspicio Naciones Unidas. Y deshacerse de objetivos poco realistas que solo generan frustración, incluso puede dar lugar a nuevas ideas.
El claro lenguaje del IPCC también pone de relieve lo que está en juego: la diferencia entre 1, 5 y 2 grados significa más tormentas, diez centímetros de crecimiento del nivel del mar, y , probablemente, un mayor derretimiento de los glaciares en Groenlandia y el oeste de la Antártida. Por último, pero no menos importante, se trata de la existencia de muchos pequeños Estados insulares. Que luego no vaya alguien a decir que nunca lo supo.
Golpe mortal para la catedral de Immerath
El pueblo de Immerath debe dejar paso al lignito y ahora se derriba la catedral del mismo nombre, una iglesia de la época del Gründerzeit. Los ciudadanos protestan contra el derribo también por razones climáticas.
Imagen: picture-alliance/dpa/H.Kaiser
Sin piedad para la “catedral“
La empresa energética RWE empieza con la demolición de la catedral de Immerath. La basílica neorománica y el pueblo de Immerath se derriban para producir lignito.
Imagen: picture-alliance/dpa/H.Kaiser
Una última mirada
Immeraht se encuentra en la mayor área minera de lignito de Europa, al oeste de Colonia. La empresa energética RWE depende de la producción de energía a base de lignito. Los pueblos deben pues ceder espacio a la mina a cielo abierto. Los habitantes de Immerath tienen que mudarse y abandonar sus hogares.
Imagen: DW/G. Rueter
El cementerio tiene que ceder
Durante un periodo, más de 1.200 personas vivían en Immeraht. La mayoría dejó el pueblo, muchas casas ya han sido derribadas. La vista desde el cementerio a la iglesia parroquial se despejó. Solo tres familias viven ahora en el pueblo. Todos los restos mortales de los aldeanos también deben ser “reubicados”.
Imagen: DW/G. Rueter
Protesta contra la demolición
La resistencia a la destrucción del pueblo y a la reubicación es antigua. Muchos habitantes se sometieron al poder de la energética. Sin embargo, con una oración ecuménica-política, los representantes de las principales iglesias quieren marcar una señal un día antes de la demolición: contra la destrucción de su hogar y del medio ambiente. Todavía algunas aldeas están en la lista de demolición.
Imagen: DW/G. Rueter
¿Y todo esto para qué?
Una salida rápida del carbón es inevitable, dicen científicos y ecologistas. De lo contrario, Alemania no podrá cumplir sus objetivos climática del Acuerdo de París. Hay una sobrecapacidad en el mercado de la electricidad y el suministro energético podría asegurarse incluso si Alemania abandona el lignito, dicen los protectores del clima.
Imagen: DW/G. Rueter
Los últimos defensores
No obstante, los activistas de Greenpeace ocuparon la basílica justo antes de la demolición y reclamaron quedarse ahí hasta que el nuevo gobierno decida sobre el curso de la salida del carbón. RWE, el operador de la mina a cielo abierto, rechaza su demanda y expulsó a los ocupas con la ayuda de la policía.
La basílica neorománica fue terminada en 1891 y fue el centro de la comunidad de la aldea durante 122 años. Aquí se llevaron a cabo las etapas más importantes de la vida, las celebraciones de la familia, bautizos, comuniones, bodas y funerales. En el último servicio, en 2013, se derramaron muchas lágrimas.
Imagen: DW/S. Dege
Dolor, cólera y rabia
El cura Günter Salentin se encuentra parado frente las tumbas vacías. “Nuestros corazones están hoy llenos de melancolía y tristeza, quizás también de cólera y rabia”, dijo en su último sermón. “Toda la resistencia estaba condenada al fracaso frente a la preponderancia de la política, los intereses comerciales y la maximización de los beneficios”.
Imagen: DW/S. Dege
Y los políticos no reaccionan
El llamado a la salida del carbón se está volviendo fuerte alrededor del mundo. El destino de Immerath está decidido aunque la demolición del lugar quizá no hubiese sido necesaria. El carbón subyacente podría no explotarse, dependiendo de qué decida el futuro gobierno federal sobre la generación de energía con carbón. La demolición deberá ser completada en dos semanas.