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Opinión: Advertencia a Europa desde Eslovaquia

Keno Verseck
11 de marzo de 2018

Miles de eslovacos marcharon contra la corrupción y el abuso de poder tras el asesinato del periodista Jan Kuciak. Keno Verseck opina que Europa debería observar lo que allí sucede y apoyar el movimiento democrático.

Imagen: Reuters/R. Stoklasa

El asesinato en Eslovaquia del periodista Jan Kuciak y su prometida, Martina Kusnirova, ha sacudido al país como ningún otro suceso desde la independencia del país hace 25 años. Pero los iniciales sentimientos de sorpresa y pérdida se están convirtiendo progresivamente en ira. El pasado viernes (09.03.2018) tuvieron lugar las más masivas manifestaciones en Eslovaquia desde la Revolución de Terciopelo, en 1989. Cien mil personas tomaron las calles de todo el país, 50 mil de ellas solo en Bratislava, lo que supone una cifra muy elevada para un país que solo cuenta con cinco millones de habitantes. 

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El lema que presidió las marchas fue "Nos movilizamos por una Eslovaquia justa”. La gente salió a la calle contra la corrupción y el abuso de poder para exigir más Estado de derecho, más transparencia y un gobierno más responsable.

Las actuales manifestaciones son las más multitudinarias, pero no las primeras. Desde hace años hay protestas periódicas contra el Gobierno de Robert Fico y su formación, el llamado Partido Socialdemócrata (SMER-SD por sus siglas en eslovaco). Los periodistas de investigación siguen sin informar sobre los increíbles casos de corrupción entre miembros del SMER y otros políticos del Gobierno. Sus escándalos jamás tuvieron consecuencias políticas ni legales.

El alto precio del éxito

Tras las actuales protestas también se esconde un descontento generalizado con la forma en la que se ha llevado a cabo la transición desde la dictadura socialista hacia la democracia y la economía de mercado. Es cierto que Eslovaquia es uno de los países del este europeo con mayor éxito macroeconómico. Pero el precio que su gente ha pagado ha sido muy alto: tras el fin de la dictadura, cientos de miles de personas sufrieron pérdidas sociales derivadas de los años de duras políticas de reforma económica. Esta situación hubiera sido mejor aceptada si la gente no hubiera sido testigo de cómo una pequeña élite, cuyos miembros ya durante la época de la dictadura fueron parte de los ganadores, se enriquecía de forma desvergonzada y criminal. Y sigue haciéndolo, solo que con un poco más de cuidado. Los poderosos tratan de guardar la apariencia de legalidad utilizando trucos legales o aprobando leyes lo suficientemente porosas como para que encajen sus actividades, inmorales en cualquiera de los casos. Fico y su partido tratan de ocultarlo detrás de una retórica a medio camino entre el populismo de derechas y el de izquierdas.

Keno Verseck. Imagen: privat

Sin alternativa política consistente

El descontento ciudadano es grande y está justificado, pero de sus acciones no ha conseguido emerger una fuerza política sólida. No existe una alternativa fuerte que canalice de forma creíble los deseos de mayor justicia social, transparencia y una democracia mejor para Eslovaquia. Una parte de los partidos de oposición se desacreditó a sí misma durante pasadas épocas de gobierno. Las alternativas provienen solo del ámbito del populismo de derechas e izquierdas.

La situación en Eslovaquia es similar a la de la mayoría de países del centro y este de la Unión Europea. Muchos observadores temen que el país tome una deriva política similar a la existente en Hungría y Polonia. Los políticos europeos aún no son conscientes del trasfondo del asesinato de Kuciak y sus posibles implicaciones políticas. Pero lo que está sucediendo en Eslovaquia es una señal de advertencia, un motivo para observar con atención lo que allí pasa y apoyar el movimiento democrático civil.

Autor: Keno Verseck (MS/EAL)

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