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Opinión: Alemania ha cambiado

Verica Spasovska 3 de septiembre de 2016

Muchos apoyan el "lo lograremos", pero crece el rechazo hacia la política de refugiados de Merkel. Para Verica Spasovska, un año después de la apertura de fronteras, Alemania sigue siendo un bastión del centro político.

Deutschland Merkel Selfie mit Anas Modamani
Imagen: Getty Images/S. Gallup

Hay algo que ha cambiado en Alemania a lo largo de este último año. Antes de nada, la mala noticia: el racismo ha aumentado. El partido populista de derecha Alternativa para Alemania (AfD), que antes de la crisis de refugiados había perdido impulso, se beneficia del miedo a los inmigrantes que sienten muchos alemanes. En las encuestas más recientes realizadas por el propio partido, la AfD alcanzaría el 15 por ciento de los votos, mientras que en las últimas elecciones parlamentarias no llegaba ni al 5 por ciento, por lo que no lograba representación en el Bundestag. Pero ahora es diferente. La hostilidad hacia los extranjeros ya se admite en sociedad en Alemania.

Verica Spasovska, de Deutsche Welle.

Bastión del centro político

En realidad, este hecho debe confrontarse con lo que sucede en Europa: en Francia y Bulgaria, por ejemplo, los populistas de derecha ocupan escaños en sus respectivos parlamentos con una cuota que supera el 20 por ciento. En Hungría y Polonia, incluso forman parte del Gobierno. En Gran Bretaña, fue el partido xenófobo UKIP el que prendió la mecha inicial para la salida del país de la Unión Europea. En comparación con los países del este europeo profundamente nacionalistas, Alemania sigue siendo un refugio del centrismo político y la estabilidad.

La relación de los alemanes con la canciller ha cambiado: su índice de popularidad se ha desplomado. Hay muchos alemanes descontentos con la gestión de la crisis de refugiados. Por otro lado, los índices de valoración de la CDU, el gobernante partido democristiano liderado por Merkel, permanecen estables en las encuestas. Fuera de las fronteras alemanas, sigue siendo apreciada. Aunque su política sobre refugiados no es bien recibida en muchos países de la Unión Europea, su voz sigue teniendo peso en cuestiones decisivas, como, por ejemplo, en lo referente al "brexit". El gesto humanitario hacia los refugiados fue alabados por Obama: "Alemania está en el lado correcto de la historia".

Aumenta el miedo al terrorismo

Merkel también encuentra reconocimiento en África y Cercano Oriente, porque Alemania refrendó sus palabras con hechos, permitiendo a personas en situación de emergencia que entraran en el país. La relación de los alemanes hacia los refugiados ha cambiado. A la ola inicial de solidaridad le siguió un cierto desencanto. Los ataques de la noche de fin de año y los atentados con trasfondo islamista en Ansbach y Wurzburgo han provocado el miedo de los alemanes a los atentados terroristas, aunque ambos atacantes llegaron a Alemania mucho antes de la apertura de frontera que se produjo en 2015.

Ciertamente, hoy sabemos también que los islamistas utilizaron el flujo incontrolado de refugiados del pasado año para entrar en el país. Pero si las fronteras hubieran permanecido cerradas, no se hubiera podido ayudar a cientos de miles de personas que lo necesitaban. A pesar de las inseguridades, aún permanece desde el pasado año la disposición a ayudar. Los alemanes ayudan como pueden: enseñan alemán a niños refugiados, acogen a menores no acompañados o ayudan en la búsqueda de empleo. Sin este altruista y magnífico compromiso de miles de ciudadanos, muchas cosas no habrían estado tan bien organizadas. En Alemania, ningún refugiado se vio obligado a dormir en la calle. A la mayoría de los que llegaron al país les va ahora mejor que antes. Alemania puede apuntarse como éxito el gesto de generosidad de haber acogido a personas que lo necesitaban.

Quedan pendientes grandes tareas

Pero los verdaderos retos están aún por delante. La sociedad de acogida debe llevar a cabo muchas medidas de integración para que los niños vayan a la escuela y los adultos consigan trabajo. Todo eso cuesta dinero y desata debates que pueden alterar la paz social. Al mismo tiempo, la crisis de los refugiados trae consigo la posibilidad de defender de manera más consciente valores conjuntos, como sucedía en el pasado. Debe darse por supuesto que todos los refugiados que puedan quedarse aprenderán alemán y respetarán los principios de una sociedad libre y democrática, que pondrán por delante la Constitución antes que la Biblia, el Corán y otros escritos sagrados y que reconocerán la igualdad de derechos del hombre y la mujer. Los delitos deben castigarse de forma inmediata y las deportaciones de los criminales extranjeros deben llevarse a cabo más rápidamente que hasta ahora.

Se requiere solidaridad

Sí, la crisis ha sacado a los alemanes de su zona de confort y exige mucho de ellos. Los coloca ante nuevos retos y, al mismo tiempo, crea nuevas oportunidades. La buena noticia es que hay un gran potencial en la diversidad cultural si se consigue transmitir a los refugiados la sensación de que pertenecen a ella. Así es como se integrarán de forma positiva. Solo el dinero que los refugiados envían a su país se cuenta entre lo que Alemania paga por ayuda al desarrollo. Si los alemanes no ven a los refugiados como problema y miran las cosas de forma realista, dándose cuenta de que la solidaridad con personas que lo necesitan puede hacer más fuerte una sociedad, entonces podremos decir echando la vista atrás: "¡Qué bien que Alemania haya cambiado!".


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