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Solución intermedia

7 de marzo de 2016

Ante su incapacidad para redistribuir a refugiados y migrantes dentro de la propia UE, el bloque apuesta por cerrar sus fronteras y pagará un alto precio por la ayuda de Turquía, opina Bernd Riegert.

Un paso adelante, se titula esta escultura, en la sede de la UE en Bruselas.
Un paso adelante, se titula esta escultura, en la sede de la UE en Bruselas.Imagen: DW/B. Riegert

Definitivamente, Angela Merkel ha dado un nuevo giro a su política migratoria. Paso a paso. Quizás justo a tiempo para evitar un desastre en las tres elecciones regionales a que se enfrenta su partido el próximo domingo (13.03.2016).

Los refugiados y migrantes a los que la canciller alemana dio la bienvenida el otoño pasado sin restricciones, deberán permanecer ahora en Grecia o, mejor aún, en Turquía. Hay suficientes capacidades en Grecia, dice ahora la canciller. Es más, el peligroso viaje a través del Egeo no vale la pena.

La frontera entre Grecia y Macedonia está casi completamente cerrada. “Cerraremos la Ruta de los Balcanes”, anunció el presidente del Consejo Europeo, no sin antes ponerse de acuerdo con la canciller germana. Nadie lo dude. Al anuncio, Tusk le agregó un llamado: los refugiados deben permanece en casa, por favor.

La reducción de las cifras de quienes llegan a Europa en busca de refugio, una y otra vez avizorada por Angela Merkel, ha llegado. Austria y los países balcánicos lo han hecho posible con sus restricciones a la acogida de refugiados, sin el menor miramiento con Grecia.

Se acabó la política de bienvenida

Bernd Riegert, corresponsal europeo de DW.

La medida le viene muy bien a Merkel, aunque ella siga condenándola como unilateral. La canciller se niega a poner un tope a la cifra de refugiados que acogerá Alemania porque el término en sí es pura dinamita política y, además, porque quiere mantener la palabra empeñada.

Pero ese tope ya ha entrado en vigor, de facto, pues el Gobierno alemán también se niega a hacer puente y traer directamente a los refugiados a Alemania, obviando a los países balcánicos. La política de bienvenida se ha congelado. Los refugiados y migrantes serán desplazados hacia las fronteras exteriores de la UE, tanto como sea posible. ¡Si eso no es un giro!

Apenas en otoño, Angela Merkel y el presidente francés, François Hollande, calificaron de "obsoletas" las reglas de asilo de la UE, una vez acordadas en Dublín. Ahora, esa regla ya rota, según la cual el Estado de entrada de los refugiados a la UE debe hacerse responsable de ellos, debe volver a funcionar.

El giro es completo: Grecia e Italia (que por el momento aún se menciona poco) deben acoger a todos los refugiados y migrantes, clasificarlos, deportarlos, devolverlos. Para que Grecia no se hunda en el caos, recibirá una vez más ayuda finaciera y organizativa de la UE.

Turquía, el as en la manga

Pero, sobre todo, el problema debe ser desplazado de Grecia a Turquía. Con amplias concesiones, la UE quiere convencer a Turquía de impedir que los refugiados y migrantes lleguen siquiera a zarpar. Además, se busca que Turquía acoja a una alta cifra de personas procedentes de Grecia.

El precio que Turquía puede exigir a cambio es alto: dinero, exención de visado, membresía en la UE y silencio frente a sus violaciones de los derechos humanos. Los turcos saben que son el último salvavidas al que puede acudir Merkel para gestionar la crisis de refugiados.

La pragmática canciller alemana hace mucho que sabe que no habrá una “solución europea” e intenta alcanzar una “solución turca”. Turquía será declarado “Estado seguro” para los refugiados y migrantes, lo que, en teoría, ilegaliza cualquier huida hacia territorio europeo.

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Incierto es aún si Turquía extenderá su mano por adelantado, sin saber si los miembros del dividido bloque europeo llegarán alguna vez a asumir de forma legal, directamente desde Turquía, contingentes de refugiados que no tengan que someterse al tortuoso peregrinaje a través de los Balcanes.

Muy probablemente, esta cumbre de la UE tampoco traerá esas respuestas. Las medidas que Turquía aprobará este lunes (7.03.2016) se harán efectivas en semanas o meses. Habrá otras reuniones hasta que se logre imponer esta nueva política para intimidar, atajar y, en caso de emergencia, redistribuir refugiados.

Así las cosas, la cumbre de este lunes no será una "cumbre decisiva" para la suerte de Merkel o de la UE. Aunque sí lo será para la de los desafortunados que, ahora mismo, siguen varados ante la valla macedonia o en los campos griegos de refugiados. Ellos son las primeras víctimas de este giro en la política migratoria europea. Y cada día, siguen llegando más. ¿Cuántos más les seguirán?

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