La AfD podría perdurar en la escena política alemana. Los partidos establecidos esperaban que la formación populista se radicalizara y, con ello, se frenara a sí misma. Uno de tantos errores, opina Kay-Alexander Scholz.
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Si hacemos una breve retrospectiva, el partido Alternativa para Alemania (AfD) surgió con la crisis del euro. Cuando esa tormenta se hubo calmado un poco y el partido, además, quedó dividido por pugnas intestinas, su aprobación cayó hasta apenas un tres o cuatro por ciento en las encuestas. En el verano de 2015, nadie sabía si la AfD sobreviviría.
Entonces llegó la crisis de refugiados. Los democristianos de la CDU, los socialdemócratas del SPD, Los Verdes y La Izquierda se enredaron en la "cultura de bienvenida". Esto influyó sobre la población como un catalizador de un estado de ánimo orientado contra la política oficial, cocinado hace tiempo a fuego lento en muchos entornos. La nueva crisis fue la gota que colmó la copa y que el AfD supo aprovechar para volver a subir en las encuestas.
Muchos políticos creyeron que la AfD desaparecería nuevamente, que caería por su propio peso. La arrogancia del poder ignoró las voces de alarma de periodistas y especialistas en demoscopia. A la fase de la doble ignorancia –lo mismo en relación con las preocupaciones de la población que con el auge del partido− le siguió la de la demonización del AfD. También esta estrategia funcionó como un boomerang: el partido asumió el rol de víctima y su popularidad siguió creciendo.
Éxito tras éxito
Ahora, la AfD parece correr con ventaja ante los votantes. Ni siquiera la controversia en torno a un eventual uso de las armas contra los refugiados pudo quebrar su popularidad. En los patios de las escuelas del este de Alemania, la AfD se ha agenciado entretanto reputación de clandestina. En los recesos, se intercambian informaciones en secreto. Los padres y la opinión pública piensan de otro modo. Pero el "fruto prohibido" es objeto del deseo. Aquí crece quizás una juventud que se socializará con la AfD, como la generación precedente lo hizo con el movimiento ecologista.
Los errores estratégicos se han sumado al desarrollo político del país en los últimos años: mientras democristianos y socialcristianos de la CDU y la CSU se movían al centro, creció un vacío a la derecha del espectro político. La AfD aprovechó la oportunidad y conectó con los conservadores extraviados que hoy se identifican como simpatizantes o miembros fieles pues, para muchos, sigue sin haber una alternativa a esta llamada "Alternativa para Alemania".
¿Nuevo partido popular?
La competencia esperaba que, en el congreso de este fin de semana en Stuttgart, la AfD diera un giro más a la derecha, tanto, que el partido se saliera del espectro democrático o su liderazgo se quebrara. Pero el congreso ha mostrado que estas esperanzas se verán, por el momento, decepcionadas. No hubo rebelión. Ni consenso para radicalizar las nuevas, comparativamente moderadas líneas programáticas en torno a temas como el islam, la emigración o el aborto. El detalle interesante: fue precisamente la juventud del partido la que se manifestó a favor de un rumbo más radical.
Adicionalmente, llega el apoyo de Europa. Formaciones similares viven su propio auge en muchos países europeos. Los grandes partidos clásicos pierden, mientras tanto, popularidad. Si todo sigue como va, en unos años habrá en Alemania dos nuevos partidos masivos: Los Verdes y el AfD. Aunque quizás los democristianos y socialdemócratas tengan aún ideas en el tintero. Después de todo, uno aprende de sus errores, ¿no?
Para aprender: aquí puede usted leer la versión original de este artículo en alemán.
¿Por qué toda Alemania habla tanto de AfD? (15.03.2016)
El partido de extrema derecha apeló a un discurso antiinmigración y obtuvo excelentes resultados en las últimas elecciones regionales alemanas.
Imagen: Getty Images/A. Hassenstein
Al comienzo era el euro
En abril de 2013 se realizó en Berlín el primer congreso del partido Alternativa para Alemania (AfD), que acababa de ser fundado en febrero. Bajo el liderazgo del profesor de Economía de la Universidad de Hamburgo Bernd Lucke, el partido surgió como una variante un poco a la derecha de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y tuvo como principal tema la crítica a la política de rescate del euro.
Imagen: Reuters
Los "euroescépticos"
El objetivo de AfD era convertirse en una alternativa real a los partidos de centro. Numerosos militantes de la Unión Cristianodemócrata (CDU), del partido liberal FDP e incluso de La Izquierda se plegaron a la propuesta, que buscaba el fin de los millonarios rescates financieros, el retorno de las monedas nacionales y la disolución de la eurozona. La prensa empezó a llamarlos "euroescépticos".
Imagen: Reuters
Los tres presidentes
Lucke compartió la presidencia del partido con la empresaria Frauke Petry y Konrad Adam, un reconocido periodista que había trabajado en el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Con las bases listas para competir, se presentaron en las elecciones federales de 2013 con Lucke como principal rostro. Obtuvieron el 4,7 por ciento, muy poco por debajo del 5 por ciento necesario para ingresar al Bundestag.
Imagen: picture-alliance/dpa
Los primeros éxitos electorales
Tras un fracaso en las elecciones regionales de Hesse, AfD comenzó a dar sus primeros golpes electorales en 2014, cuando obtuvo el 7 por ciento en las elecciones al Parlamento Europeo, lo que permitió que Lucke y otros seis militantes se convirtieran en eurodiputados. Luego obtuvo asientos en los parlamentos de Sajonia, Turingia y Brandeburgo, donde alcanzó un 12,2 por ciento de la votación.
Imagen: picture-alliance/dpa
Las dos almas se separan
Pese a nuevos éxitos en Bremen y Hamburgo, las dos almas del partido poco a poco empezaban a chocar. Por un lado, los liberales económicos capitaneados por Lucke, y, por el otro, los ultraconservadores tutelados por Frauke Petry. En el congreso de julio de 2015, Petry fue elegida presidenta y se produjo un cisma. Cinco de los siete europarlamentarios dejaron el partido, entre ellos Lucke.
Imagen: picture-alliance/dpa/F. Gambarini
Giro a la derecha
Lucke se llevó consigo a unos dos mil militantes de AfD, algo así como el 10 por ciento del total. Con muchos de ellos fundó ALFA, Alianza para el Progreso y el Resurgir. Petry organizó el giro hacia la derecha de Alternativa para Alemania. Hubo reuniones con los islamófobos de Pegida e incluso Petry dijo que la policía debería usar armas de fuego, como último recurso, para proteger las fronteras.
Imagen: picture-alliance/dpa/J. Stratenschulte
Discurso antiinmigración rinde frutos
El discurso contra la política de refugiados propugnada por la canciller Angela Merkel, así como la radicalización en distintas áreas, las soflamas nacionalistas y la cercanía con la ultraderecha rindió sus frutos. En las elecciones regionales de Baden-Wurttemberg, Renania-Palatinado y Sajonia-Anhalt (13.03.2016), la AfD obtuvo sus mejores resultados históricos.
Imagen: picture alliance/dpa/S. Willnow
El tiempo hablará
Nadie quiere negociar con ellos. Pero la AfD se ha convertido en un actor de la política alemana, sin que le afectaran las críticas por la cercanía con Pegida o las apariciones de miembros del partido en manifestaciones junto a neonazis.