El informe sobre la participación británica en la guerra de Irak emite un juicio demoledor contra el ex primer ministro Tony Blair. La Historia lo recordará como un mentiroso belicista, dice Barbara Wesel.
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La opinión pública hace mucho que le había juzgado: Tony Blair fue con George W. Bush a la guerra en Irak para mostrarse como un político de talla mundial, el mejor aliado del presidente de Estados Unidos. Muchos ya creían que mintió al Parlamento y a su pueblo y que es corresponsable de las muertes y el caos en el Medio Oriente. Sin embargo, la espera ha merecido la pena, porque ahora queda claro cómo se gestó el mayor error político de la historia británica reciente.
Con infinito detalle, un ex alto funcionario asesta un sosegado pero certero golpe a Blair. En el actual caos político del Reino Unido el viejo aparato gubernamental muestra una vez más sus cualidades. Sir John Chilcot establece en dos millones y medio de palabras, cómo Blair decidió en 2002 ir a la guerra y sólo después buscó las razones para justificarla.
El veredicto es inequívoco: no había ninguna razón de peso ni ninguna base legal en 2003 para la invasión de Irak. Los informes de inteligencia sobre las supuestas armas de destrucción masiva de Saddam Hussein eran dudosos. Blair esquivó al Consejo de Seguridad de la ONU, equipó a sus tropas miserablemente y fracasó totalmente al planear la posguerra.
El pecado original de Blair
Los británicos salieron a la calle en masa para protestar antes de la invasión. Sentían que habían sido engañados. Que no existía esa "amenaza directa" de las armas de destrucción masiva. Pero Blair pasó por alto a su propio pueblo. Y también las objeciones de Francia y Alemania.
Su megalomanía le llevó a servir como vasallo a George W. Bush y metió al Reino Unido en una guerra que resultó un desastre. Meticulosamente muestra el informe la evolución de la invasión de 2003 a la situación actual de Irak.
Con su engaño sobre las motivaciones de la guerra, traiciónó la confianza de sus electores. Amordazó a su gabinete y esquivó las medidas de control de su gestión. El ex primer ministro, sentó las bases del odio y la desconfianza actual contra los políticos. Él cometió el pecado original que alimenta la desconfianza básica con la que muchos contemplan ahora la política.
Por otro lado, no se arrepiente
Un pálido y envejecido Tony Blair habló con voz temblorosa de tristeza y pesar. Pero todavía no ha entendido nada. Un momento más tarde, volvió a citar las manidas justificaciones de siempre: que si el mundo está mejor sin Saddam, que si los ataques del once de septiembre cambiaron el mundo para siempre. Y que si el terrorismo actual en la región no es, en ningún caso, consecuencia de la invasión.
Es un monumental acto de negación. Blair sigue tratando de defender lo indefendible: una sucesión errores políticos y militares que ponen los pelos de punta, sus fallos de apreciación y su arrogancia sin límites.
"Estamos con usted pase lo que pase", le había escrito el primer ministro británico a George W. Bush en el verano de 2002. Ese debería ser el epitafio grabado en su tumba. Lealtad cienga y arrogancia política. Este informe ha acabado con la reputación de Blair.
Todos los logros de su gobierno –como los acuerdos de paz para Irlanda del Norte– quedan enterrados bajo los escombros de la guerra de Irak. Queda por saber si Tony Blair va a poder ser ahora llevado ante la Justicia. Pero la Historia ya ha emitido su juicio sobre él: he aquí un hombre que libró una guerra equivocada, por motivos falsos y con un plan equivocado.
Tras 10 años de la Guerra de Irak, ese país se esfuerza por salir del caos y la destrucción.
Imagen: DW/K. Zurutuza
La pesadilla continúa
A pesar de que se destinaron miles de millones de dólares a la reconstrucción de Irak, las fallas en el suministro eléctrico y la escasez de agua siguen formando parte del día a día de muchísimos iraquíes. Además de una infraestructura precaria, el país sufre por las consecuencias de la corrupción, la pobreza y el creciente desempleo.
Imagen: DW/K. Zurutuza
Éxodo masivo
Largos años de guerra e inestabilidad política provocaron un éxodo masivo de iraquíes. Según el informe de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) de 2012, muchos refugiados iraquíes regresan a su país desde Siria, huyendo del conflicto en el país vecino. En Irak también hay cerca de 1,2 millones de desplazados internos.
Imagen: DW/K. Zurutuza
Bagdad, un laberinto
Casi un quinto de los 33 millones de iraquíes vive en Bagdad. La capital iraquí es un verdadero laberinto de zonas de seguridad, en las que los habitantes deben traspasar distintos puestos de control. Pero de todos modos se siguen produciendo atentados. En la víspera de los 10 años de la guerra explotaron varias autobombas en zonas chiítas de Bagdad, matando a por lo menos 50 personas.
Imagen: DW/K. Zurutuza
Muerte y destrucción
El banco de datos “Irak Body Count” guarda todos los casos de muerte violenta desde la invasión a Irak, en 2003. En 2012 se registraron 4.568 víctimas civiles, con lo cual ese fue el primer año, desde 2009, en el que volvió a aumentar el número de víctimas fatales. En 2011 hubo, según “Irak Body Count”, 4.122 víctimas civiles en Irak.
Imagen: DW/K. Zurutuza
Difícil situación de la mujer
Solo un 40 por ciento de las mujeres iraquíes sabe leer y escribir. En los años 70 eran casi un 100 por ciento. En un país que una vez se jactó de contar con la primera ministra y la primera jueza en Cercano Oriente, hoy muchas mujeres viudas luchan por la supervivencia, y cada vez más muchachas se casan por obligación.
Imagen: DW/K. Zurutuza
La vida en un campo minado
La guerra y los conflictos internacionales de los últimos diez años dejaron sus peligrosas huellas en todo el país. En casi ningún otro país del mundo hay tantas minas terrestres como en Irak. Según las Naciones Unidas, más de 2,7 millones de personas viven sobre territorio minado.
Imagen: DW/K. Zurutuza
La muerte al acecho
Diferentes estudios científicos informan sobre un aumento del cáncer y las enfermedades infantiles en Irak. El incremento sería incluso mayor que el que se produjo luego de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. El motivo principal es el uranio radioactivo usado para elevar el poder explosivo de las bombas.
Imagen: DW/K. Zurutuza
“Hijos de Irak”
La agrupación “Hijos de Irak” fue fundada en 2005 por líderes sunitas para garantizar la seguridad en sus territorios. Se establecieron como tropa paramilitar que operaba junto con las fuerzas regulares de seguridad en todo el país. Sin suficientes armas y sin el apoyo del Gobierno, se convirtieron en uno de los objetivos principales de Al Qaeda.
Imagen: DW/K. Zurutuza
¿Primavera árabe en Irak?
Desde diciembre de 2012, en las regiones habitadas por una mayoría sunita se están llevando a cabo protestas en las que decenas de miles de personas salen a la calle. Las manifestaciones son la continuación de la ola de protestas que surgió en Irak en 2011, en el marco de la Primavera Árabe.
Imagen: DW/K. Zurutuza
¿Lucha por un futuro mejor?
La brigada “1920 Revolution” es otro de los grupos armados sunitas y está en contra del gobierno. “Para los responsables de esta guerra debería ser una obligación moral ayudarnos en la reconstrucción del país”, dijo su comandante, Saad, a DW. “La invasión se justificó con una gran mentira, es decir, con que existían armas de destrucción masiva”.