Muchos dicen que la campaña electoral en Alemania es aburrida y anticuada. Pero Amien Essif, un estudiante de periodismo estadounidense que vive in Berlín, no podría estar más agradecido.
Salí de Estados Unidos en 2015, un año y medio antes de las últimas elecciones presidenciales de mi país. La cara de Donald Trump ya se veía diariamente en la televisión, como si fuese un viento fuerte anunciando la tormenta tropical. Y Barak Obama se veía como algo del pasado, alguien que ya no era capaz de mover algo en la política.
Ahora que observo las elecciones alemanas por primera vez, me sorprende el contraste. Apenas dos semanas antes de las elecciones, las campañas finalmente han entrado en pleno apogeo. Martin Schulz, el principal oponente de la canciller Angela Merkel, tardó en anunciar su candidatura hasta enero de este mismo año. E incluso a finales de agosto no quiso comentar sobre las encuestas, diciendo que era demasiado pronto.
Los medios de comunicación en Alemania y otros países europeos opinan que esta actitud es para echarse a dormir. Yo, sin embargo, pienso que merece respeto.
Farol, cartel y el político sonriendo
No es solo la brevedad de las campañas alemanas lo que me parece un alivio. Incluso esos carteles anticuados que cuelgan en cada poste en Berlín son encantadores en comparación con la masa de anuncios de televisión y los correos electrónicos tipo spam en Estados Unidos. Los alemanes más inclinados por la tecnología moderna parecen estar avergonzados por sus carteles y tratan de bromear sobre ellos en mi presencia. Parece que me ven con un enviado de la tierra de las campañas digitales.
Carteles anticuados en AlemaniaImagen: DW/S. Wünsch
La alternativa estadounidense puede ser moderna, pero también es monstruosa. En 2008, Barak Obama fue pionero en una táctica conocida como "microtargeting", y desde entonces se ha convertido en estándar. Los candidatos estadounidenses compilan archivos de datos sobre los votantes registrados y los llenan con infinita información personal, desde la edad hasta los programas de televisión favoritos. Los candidatos pueden entonces juntar a votantes potenciales en grupos como "madres jóvenes" o "hispanos conservadores" y enviarles correos electrónicos o llamarlos con mensajes específicos, a veces contradictorios.
Trump utilizó una técnica que sus activistas llamaron literalmente "operación de supresión de votantes", dirigida a votantes negros con anuncios atacando a su oponente, Hillary Clinton. El objetivo de la campaña de Trump no era convencer a esos votantes de votar por Trump, sino impedir que votasen por Clinton. El objetivo era que esa gente se quedase en casa sin votar.
Decencia e lugar de algoritmos
Amien Essif, estudiante de periodismo en DWImagen: DW/P. Böll
Clinton, por su parte, usó un algoritmo que ella llamó "Ada", que procesaba diariamente 400.000 modelos teóricos del posible resultado electoral, dando consejos sobre dónde Clinton debería dar discursos o publicar anuncios de televisión para aumentar sus posibilidades de ganar.
Las estrictas leyes de privacidad alemanas obligan a las campañas en este país a anonimizar todos los datos que se recopilan y dejar solo la ubicación geográfica, nunca nombres o números de teléfono.
Un asesor de la campaña de Angela Merkel me dijo que, por supuesto, su vida se haría más fácil si tuviera archivos personales de todos los votantes, pero que la ley alemana y su sentido de decencia no lo permitirían.
Más dinero, más problemas
Y encima hay otra razón por la cual las campañas en Alemania no son tan emocionantes como sus homólogas estadounidenses. En Alemania, los candidatos de los cuatro principales partidos políticos, en conjunto, gastaron menos de 60 millones de euros (71 millones de dólares) en las últimas elecciones de 2013. En las elecciones en Estados Unidos, solo Clinton recaudó 1.200 millones de dólares para su campaña.
Yo no soy un fan de la política aburrida, ciertamente no a expensas de un debate emocionante. Como ya señalaron los críticos, los principales candidatos han presentado agendas similares y tienden a estar de acuerdo en muchos puntos.
Pero el presidente de Estados Unidos es el resultado lógico de una campaña obsesionada con el entretenimiento en lugar de la información y con datos en vez de debates. Si los alemanes quieren modernizar sus campañas electorales, deberían buscar un mejor modelo para inspirarse que los Estados Unidos.
Autor: Amien Essif (GG)
Elecciones alemanas 2017: una guía básica
Tres elecciones regionales y las generales de septiembre marcan este 2017 como un año decisivo para la política alemana. Acá vemos las fechas claves de todo este importante proceso.
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El gran año electoral alemán
Ya está todo listo para el gran año electoral en Alemania. Con la canciller Angela Merkel lista para postular por un cuarto mandato y los populistas de Alternativa para Alemania (AfD) intentando explotar el sentimiento antiinmigración, lo único claro de todo esto es que la política alemana no será la misma a fines de 2017. Veamos las fechas más importantes de este particular año.
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26 de marzo: elección en el Sarre
El año electoral comenzó en el pequeño estado de Sarre, en la frontera con Francia. Allí la CDU de la canciller Angela Merkel se quedó con más del 40 por ciento de los votos, asegurando un tercer mandato para la ministra presidente Annegret Kramp-Karrenbauer. Los populistas de Alternativa para Alemania entraron al Parlamento regional por primera vez al sumar el 6,2 por ciento de las preferencias.
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7 de mayo: nueva victoria para la CDU
Con gran sorpresa, las elecciones en el estado de Schleswig-Holstein determinaron un nuevo triunfo para la CDU de Merkel. Los cristianodemócratas, encabezados por Daniel Günther (en la foto), obtuvieron el 32 por ciento de los votos, mientras que los socialdemócratas, que gobernaban allí, se quedaron con el 27 por ciento. Alternativa para Alemania también entró al parlamento regional.
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14 de mayo: todos miran a Renania del Norte-Westfalia
El triunfo de la CDU en Renania del Norte-Westfalia ha sido una de las grandes sorpresas electorales de los últimos años. La región es, además del estado más populoso del país con 17,5 millones de habitantes, una zona con marcada tradición socialdemócrata. Para muchos, esta elección es como un barómetro bastante preciso de lo que podría ocurrir en las federales de septiembre.
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19 de junio: llegan las solicitudes
El día 97 antes de las elecciones es la fecha límite para que los partidos anuncien su intención de disputar un cupo al Bundestag. Tienen que enviar sus solicitudes hasta las 18 horas al Presidente Federal de la Mesa Electoral. Roderich Egeler (arriba) supervisa las elecciones y dirige la Oficina de Estadísticas de Alemania.
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7 de julio: ¿quién sí, quién no?
El día 79 antes de la elección, se anuncia qué partidos han sido autorizados a participar en las votaciones. Si algún partido queda descalificado y desea protestar por ello, tiene cuatro días para presentar su queja ante el Tribunal Constitucional de Alemania.
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17 de julio: ¿quién hizo la lista?
Los partidos políticos en Alemania tienen hasta el día 69 antes de la elección para determinar qué candidatos participarán en las elecciones, y en qué distrito. Estos irán en la primera mitad del voto. Los partidos también deben enviar una lista de candidatos para el voto del partido que figurará en la segunda sección de la papeleta de sufragio.
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27 de julio: queremos participar
Los partidos más pequeños que presentaron sus solicitudes ante el Tribunal Constitucional para que se les permitiera participar en las elecciones recibirán la respuesta este día. Esta posibilidad está disponible solo desde la última elección al Bundestag, en 2013. Entonces, 11 partidos presentaron el recurso; ninguno tuvo éxito.
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13 de agosto: comienza oficialmente la campaña
A diferencia de otros países, los partidos en Alemania no pueden hacer campaña electoral en la calle ni pasar avisos por televisión hasta seis semanas antes de la elección. Esa veda termina el 13 de agosto, y no habrá poste de alumbrado público que se salve de ser adornado con la cara de los candidatos.
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20 de agosto: ¿quién puede votar?
Casi un mes de la elección, se elabora la lista más importante: el registro electoral de votantes. En Alemania, cada ciudadano de 18 años o mayor puede participar en las elecciones generales, lo que para 2017 significa que casi 62 millones de personas podrían participar en las votaciones.
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3 de septiembre: a solo tres semanas
En estos momentos, ya todos los ciudadanos en condiciones de votar debieron haber recibido una notificación por correo. La gente que aún no está inscrita en la lista de electores, todavía tiene tiempo para hacerlo. Los que deseen votar por correo, pueden ya pedir que les manden la cédula de votación.
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18 de septiembre: todo preparado
A menos de una semana para las votaciones está todo en marcha: los votos, las casetas de votación y las urnas para introducir los sufragios comienzan a distribuirse y los trabajadores electorales empiezan a recibir el entrenamiento necesario. Las autoridades locales informan a los votantes dónde deben votar. Los vecinos pueden inscribirse hasta 36 horas antes de la elección.
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24 de septiembre: el gran día
Finalmente llegó el gran día: escuelas, centros comunitarios y otros recintos se transforman en locales de votación. Las mesas abren a las 8 am y cierran a las 18 pm. Los votos son contados y los primeros resultados son anunciados esa misma noche por la Oficina Federal de la Mesa Electoral.
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25 de septiembre: ganadores y perdedores
Solo una vez que todos los votos para representantes y partidos son contados, se anuncia el resultado final. Si un candidato no ganó su cupo, todavía puede llegar al Bundestag si es que forma parte de la lista regional de su partido.
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24 de octubre: se convoca al nuevo Parlamento
El Parlamento recientemente elegido se reúne por primera vez, no más allá de un mes después de las elecciones. Luego viene el complicado trabajo de negociaciones para formar una coalición, seguido por una votación secreta para elegir al nuevo/a canciller.
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24 de noviembre: ¿todo bien?
Si alguien quiere cuestionar la validez de la elección, tiene dos meses para hacerlo. Todos los electores, los supervisores electorales regionales, el presidente del Bundestag y el comisionado federal de elecciones (arriba) están autorizados para apelar los resultados.