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Cataluña, de vuelta al comienzo

Barbara Wesel
23 de diciembre de 2017

Tras las elecciones regionales catalanas, los partidos independentistas vuelven a tener mayoría. Ahora, deben cambiar de rumbo o la crisis se profundizará. Los días de Rajoy están contados, opina Barbara Wesel.

Spanien - Katalonien vor der Wahl
Imagen: Reuters/A. Gea

Conocer las intenciones de los votantes puede ser difícil. Carles Puigdemont –el depuesto presidente regional de Cataluña quien precisamente desencadenó la grave crisis entre Cataluña y el Gobierno central de España, y que luego huyó a Bélgica para evitar repercusiones legales– se ha convertido en uno de los ganadores de las anticipadas elecciones catalanas. Y a pesar de que sus propios socios de coalición, cuyos líderes están en detención preventiva, lo acusaron de cobardía, los votantes catalanes han optado por prolongar el enfrentamiento con Madrid.

¿Gobernar desde la cárcel o el exilio?

Puigdemont está eufórico por el resultado electoral, al que calificó como una victoria democrática para la "república catalana". Sin embargo, él no es un candidato ideal para superar este punto muerto político. ¿Acaso permitiría Madrid que Puigdemont volviera a España? ¿Y aceptaría que este uniese fuerzas con sus exsocios de coalición? Aún así, uno de los dos partidos independentistas adoptó una posición más moderada y ha señalado que está abierto a conversaciones. Y los respectivos líderes de partido tampoco están en los mejores términos.

Puigdemont es tan solo un fanático proindependentista. Su único objetivo ha sido y sigue siendo la secesión catalana. Nunca le han importado las cuestiones de política social, las escuelas o el sistema de salud. Los catalanes aman a Puigdemont por su pathos heroico. Pero lo que realmente necesitan es un líder pragmático que pueda traer estabilidad a la región.

Barbara Wesel

¿Tendrá el movimiento separatista de Cataluña –que todavía tiene algunos líderes encarcelados y otro en un exilio autoimpuesto– la intención de nombrar sustitutos para su posible gobierno? Y si es así, ¿cuál es su agenda? Los separatistas no tienen una mayoría absoluta en el país para declarar independencia unilateralmente, ni respaldo del resto de España, y mucho menos de la Unión Europea. Entonces, ¿elegirán los exaltados separatistas un camino diferente?

El surgimiento de la nueva clase media

La joven y enérgica Inés Arrimadas se ha convertido en la otra ganadora de esta elección regional. Arrimadas, quien lidera el partido liberal Ciudadanos, no se rindió ante la vehemente retórica de los separatistas. Sus partidarios de clase media dieron la bienvenida a su postura decidida. Ahora, Ciudadanos es el partido individual más fuerte en el parlamento regional catalán.

Arrimadas apela a la racionalidad de sus compañeros catalanes. Ha calificado la sed de independencia como tontería política, y ha destacado, por otro lado, los problemas económicos. No obstante, Arrimadas no tiene potenciales socios disponibles para una coalición con el que su partido pueda unir fuerzas: los socialistas siguen siendo débiles y el gobernante Partido Popular (PP), del primer ministro español Mariano Rajoy, sufrió una gran derrota.

¿El fin de la era Rajoy?

La elección regional catalana fue libre y democrática. Ahora, Rajoy debe aceptar y vivir con un resultado totalmente indeseable. Desde el principio, Rajoy calculó mal la crisis y no mostró ni instinto político ni astucia para enfrentar la situación. Su terquedad persistente y su desventurado intento de resolver la crisis invocando a los tribunales españoles pronto podrían demostrar su ruina. El partido liberal Ciudadanos, que no está manchado por los escándalos de corrupción y puede ofrecer un nuevo comienzo, es un aterrador rival político para el PP de Rajoy. Después de este desastre, muy seguramente los días de Rajoy estarán contados.

Un resultado no deseado

La democracia puede producir resultados electorales que no satisfacen a nadie. En Cataluña, los separatistas más radicales no están satisfechos con el resultado electoral, y los unionistas, quienes permanecen estancados en la oposición, tampoco. Pero quejarse no ayuda. Y seguir votando hasta que se esté satisfecho con el resultado tampoco es una opción genuina. Cataluña debe aceptar este resultado y seguir buscando una solución. Ha llegado el momento de que en Barcelona se alcancen soluciones intermedias.

Autor: Barbara Wesel (FEW/DZC)

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