Los militares turcos que solicitaron asilo podrán encontrar refugio en Alemania, porque en su país son amenazados. Así esto tensione más las relaciones germano-turcas, Alemania hace lo correcto, dice Felix Steiner.
Publicidad
La OTAN siempre se describe a sí misma como una "comunidad de valores". Por ello, parece una broma de mal gusto que miembros de la alianza tengan que concederle asilo político a ciudadanos de otro país del mismo grupo.
Esto lo que único que demuestra es que el cuento de los "valores compartidos” que proclama la OTAN es un discurso hueco y superfluo. La OTAN es, sencillamente una alianza cuyos miembros son escogidos por su utilidad militar y relevancia geoestratégica. Por esto es que la OTAN nunca tuvo graves problemas ni con la dictadura de Salazar en Portugal ni con la Junta militar griega, así como tampoco con los golpes de Estado en Turquía en 1960, 1971 y 1980.
Por eso es que el régimen de Recep Tayyip Erdogan, no importa cuál sea su desarrollo, no influirá en la pertenencia de Turquía en la OTAN. Turquía, como línea fronteriza con el Medio Oriente, es un miembro esencial para la alianza militar. Aquí los valores pasan a segundo rango.
Sea como sea, hay otra cosa innegable: la concesión de asilo político para los primeros de los 414 solicitantes turcos y sus familias se justifica plenamente. Se trata de personas que han servido a Turquía en calidad de diplomáticos, jueces o militares.
El gobierno de Erdogan ha despedido de sus cargos, de la noche a la mañana, a miles y miles de funcionarios acusándolos de pertenecer o simpatizar con el movimiento Gülen, supuesto promotor del intento de golpe de Estado en julio de 2016.
En el caso de los militares que piden asilo en Alemania, Turquía no ha presentado evidencias verificables de nada. Estas son personas que pueden ser detenidas sin justificación tan pronto pisen territorio turco. Uno de los casos ejemplarizantes de persecución política por los que, justamente, la Constitución alemana previó el derecho al asilo.
Veneno para las relaciones germano-turcas
Es muy probable que la concesión de asilo a los soldados turcos como refugiados políticos pondrá a prueba las relaciones germano-turcas ya tensas. No porque Alemania sea incapaz de acoger a los 7.000 turcos que han solicitado asilo desde el fallido golpe de Estado, sino porque el gesto humanitario alemán con los soldados turcos puede ser utilizado por Ankara para generar más presión sobre las relaciones bilaterales.
Bélgica, en donde también oficiales turcos estacionados en sedes de la OTAN en Bruselas y Mons han pedido asilo, aún vacila en concedérselo. Y es comprensible, después de la animadversión sufrida en Holanda y Alemania por parte del Gobierno turco.
Ahora hay que ver si los insultos y amenazas de Turquía eran solo instrumentalización para ganar votantes en el exterior para su referéndum constitucional. Y, en caso de que Erdogan vuelva a insultar, bien actúa Alemania al hacer oídos sordos. Hay situaciones en las que hay aferrarse a sus principios y defenderlos. De lo contrario, no poseen ningún valor.
Felix Steiner (JOV/DZC)
La intervención de la OTAN contra Serbia
El bombardeo de Serbia por parte de la OTAN terminó con la violencia de las tropas serbias contra los albano-kosovares. Sin embargo, esa guerra, que se realizó sin el mandato de la ONU, sigue siendo controvertida.
Imagen: picture-alliance/dpa
Huellas de la guerra
El conflicto en Kosovo escaló a fines de 1990. Decenas de miles de personas huyeron y, cuando todas las tentativas de restablecer la paz se vieron frustradas, la OTAN inició un ataque aéreo a las bases y objetivos militares serbios, el 24 de marzo de 1999. Once semanas después, Slobodan Milosevic se rendía.
Imagen: Eric Feferberg/AFP/GettyImages
El fracaso de la resistencia pacífica
Ya a mediados de los 80 comenzaron en Kosovo las protestas contra los intentos de Belgrado de recortar los derechos de la población albana. En los 90, las represalias aumentaron. Ibrahim Rugova, que lideraba el movimiento político en Kosovo desde 1989, creía en la resistencia pacífica y trató de convencer a Slobodan Milosevic de un cambio de rumbo, pero sin éxito.
Imagen: picture-alliance/dpa
Guerra de guerrillas
En Kosovo comienza a formarse la resistencia armada. La autoproclamada Armada de Liberación UCK empieza una cruel guerra de guerrillas perpetrando violentos ataques contra los serbios, pero también contra los albanos, a quienes considera colaboradores. Serbia responde a los actos terroristas incendiando viviendas y saqueando tiendas. Cientos de miles personas huyen.
Imagen: picture-alliance/dpa
Expulsión sistemática
La guerra se vuelve cada vez más brutal. Para romper la resistencia de la UCK y el apoyo que le brinda la población, las fuerzas serbias atacan cada vez más a civiles. Muchas personas huyen a los bosques. Miles de kosovares son llevados en trenes y camiones a las fronteras del país, sin documentos que probaran que provenían de Kosovo.
Imagen: picture-alliance/dpa
El último intento
En febrero de 1999, EE. UU., Francia, Gran Bretaña, Rusia y Alemania llaman a las partes en conflicto a una conferencia en Rambouillet para lograr un acuerdo limitado de autonomía para Kosovo. Los representantes kosovares aceptan, pero los serbios no están dispuestos a hacer concesiones, y las negociaciones fracasan.
Imagen: picture-alliance/dpa
"Intervención humanitaria"
El 24 de marzo de 1999, la OTAN comienza a bombardear objetivos militares y estratégicos en Serbia y Kosovo para frenar la violencia contra los albanos. También Alemania participa en los ataques. La operación “Allied Force” es la primera guerra de la OTAN en 50 años que no cuenta con el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU. Rusia juzga severamente la intervención
Imagen: U.S. Navy/Getty Images
Infraestructura paralizada
Además de los ataques a instalaciones militares, la OTAN también toma como objetivo vías de abastecimiento, líneas de ferrocarril y puentes. En 79 días y noches arriban más de 37.000 misiones de la alianza, y cerca de 20.000 misiles y bombas caen sobre territorio serbio. Muchos civiles pierden la vida. “Daños colaterales”, según el lenguaje que utiliza la OTAN.
Imagen: picture-alliance/dpa
Nubes tóxicas sobre Pancevo
También son atacadas las fábricas, como en Pancevo, cerca de Belgrado. Allí, las bombas de la OTAN destruyen un depósito de químicos y una fábrica de fertilizantes liberando grandes cantidades de sustancias químicas que contaminan suelos, ríos y el aire. Las consecuencias para la población son gravísimas. Serbia acusa a la OTAN de utilizar munición enriquecida con uranio, así como bombas racimo.
Imagen: picture-alliance/dpa
Guerra contra la propaganda de guerra
Para privar a Milosevic de un importante órgano de propaganda, la OTAN ataca la televisión estatal en Belgrado. Aunque se informó con anticipación al Gobierno serbio del ataque, éste no difunde la información. En el edificio de la emisora mueren 16 personas.
Imagen: picture-alliance/dpa
"Daños colaterales"
En Kosovo, las bombas de la OTAN caen por error sobre una caravana de refugiados albanos. Mueren cerca de 80 personas. La OTAN califica, además, de “daño colateral” el bombardeo de la embajada china en Belgrado, en el cual mueren cuatro personas. El incidente provoca una grave crisis diplomática entre Pekín y Washington.
Imagen: Joel Robine/AFP/GettyImages
Balance del horror
A comienzos de junio llegan las primeras señales de Belgrado que indican que Slobodan Milosevic está dispuesto a ceder. El 19 de junio la OTAN detiene los ataques aéreos. El balance de la guerra: miles de muertos y 860.000 refugiados. La economía serbia está por los suelos, y amplios sectores de su infraestructura están destruidos. Kosovo es puesta bajo administración de la ONU.