Opinión: crímenes de guerra y esperanza nula en Siria
Klaus-Dieter Frankenberger22 de septiembre de 2016
Ban Ki-Moon denunció al régimen sirio y a todos los países que participan en una guerra subsidiaria en Siria. Una actitud comprensible, opina Klaus-Dieter Frankenberger, del periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung.
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El ataque a un convoy humanitario de la ONU fue demasiado hasta para el secretario general de las Naciones Unidas, que mostró su enfado ante la Asamblea General. Ban Ki-Moon denunció al régimen Sirio de manera inusual. Al mismo tiempo, condenó a todos los Estados que, desde Irán hasta Arabia Saudita, participan en una guerra subsidiaria en Siria. La actitud de Ban es muy comprensible. La guerra de Siria entró en su sexto año sin final a la vista y los intentos de contener el conflicto han fracasado.
El señor de Damasco, Bashar al Assad, vuelve a respirar gracias a la intervención militar rusa que comenzó hace un año. Putin es su padrino y el apoyo militar de Rusia (e Irán) le sirvió para mantener la posición. Ahora, ya nadie habla de su renuncia. Los aviones rusos y sirios emprenden acciones conjuntas para bombardear las posiciones de los rebeldes. Pocas veces alcanzan a los yihadistas, pero los ataques contra hospitales e infraestructuras de ayuda se repiten.
¿Fue abatido el convoy de la ONU después de haber sido seguido por un dron ruso? El Gobierno de Estados Unidos planteó esa acusación. Moscú, por supuesto, lo niega. Un ataque dirigido contra el convoy sería un crimen de guerra. Pero Assad, señor de las bombas de barril y los ataques con gas, no tiene escrúpulos. Tampoco le interesa detener a su ejército, ni mucho menos una solución política.
Sin embargo, Rusia sí debería tener interés, aunque los desatinos de la política estadounidense en Siria y la limitación autoimpuesta por Obama también podrían resultar atractivos para Moscú. Cuanto más dure la guerra y menos trabas haya, más altos será los costos para el futuro en un país totalmente destrozado y “descivilizado”. ¿Podrán Estados Unidos y Rusia acercarse a una solución? No, y tampoco hay razón para ser optimista. Washington y Moscú, donde el antiamericanismo es un elixir de poder, se enfrentan con la misma desconfianza hostil de los viejos tiempos.
¿Qué queda de Palmira?
En 2015, el Estado Islámico impactó al mundo al destruir monumentos de la antigua ciudadela de Palmira. Una exposición en Colonia muestra dibujos que documentan el esplendor de esas maravillas de la humanidad.
Imagen: Wallraf-Richartz-Museum/Daniel Lohmann
Artista, arquitecto, arqueólogo
Como muchos de quienes viajaron hacia Oriente en el siglo XVIII, el artista francés Louis-François Cassas provenía de una familia de clase acomodada. Su padre era marqués y agrimensor real. En 1785, Louis-Francois estuvo dos meses en Palmira, haciendo croquis de prácticamente todas las ruinas de ese legendario centro cultural de la Antigüedad.
Imagen: Wallraf-Richartz-Museum/Fondation Corboud
Lo que quedó
Cassas encontró solo ruinas en Palmira. Sin embargo, en lugar de dibujar lo que veía, intentó reconstruir la ciudad y poner sobre el papel su antiguo esplendor. El museo Wallraf-Richartz de Colonia tiene 123 de esos dibujos en su colección. Algunos de ellos fueron restaurados para la exhibición "Palmira: ¿qué queda?", que también muestra la destrucción provocada por los terroristas en la región.
Imagen: Wallraf-Richartz-Museum/Fondation Corboud
Oasis para comerciantes
Palmira está ubicada a medio camino entre Damasco y la frontera con Irak. Erigida entre los siglos I y III d. C., los monumentales edificios se mantenían bien preservados, como mudos testigos de la magnificencia de la ciudad greco-romana. Caravanas de comerciantes trasladaban especias, gemas preciosas y ropas a la ciudad.
Imagen: Wallraf-Richartz-Museum/Daniel Lohmann
Diferentes estilos e influencias
Con el tiempo, Palmira fue mezclando su arquitectura greco-romana con estilos locales. El teatro romano semicircular tiene una fachada diseñada al estilo de un palacio oriental. En ese escenario se presentaban obras en arameo.
Imagen: picture-alliance/dpa/M. Marczok
Fascinación con la historia
Artistas y arquitectos han intentado desde fechas tan tempranas como el siglo XV revivir el espíritu de la antigua ciudad. Pero la perspectiva de Cassas era única: usando colores diferentes, distinguió la arquitectura existente de la imaginaria en sus dibujos. El negro representa a la realidad, el rojo señala sus reconstrucciones.
Imagen: Wallraf-Richartz-Museum/Fondation Corboud
El centro de la vida religiosa
El templo de Bel fue construido hacia fines del siglo II d. C. bajo dominio romano. Bel era el equivalente local para el dios griego Zeus. La arquitectura combina tradiciones arquitectónicas romanas y griegas, con la adición de ornamentaciones orientales.
Imagen: Wallraf-Richartz-Museum/Fondation Corboud
Perdido para siempre
El templo de Baalshamin, de aproximadamente dos mil años de antigüedad y una de las estructuras más completas halladas en Palmira, fue una de las maravillas destruidas por el Estado Islámico. Baalshamin, el "Señor del Cielo", era una de las deidades supremas de Palmira.
Imagen: Reuters/Stringer
Cuánto se perdió y cuánto queda
La Gran Columnata fue la principal avenida de la ciudad. Allí había tiendas a ambos lados de la calle, además del mercado del Ágora, un teatro y un complejo de baños romanos. Cuánto destruyeron los fanáticos del Estado Islámico y cuánto quedará para la posteridad es hoy un misterio. Habrá que esperar que las fuerzas del gobierno sirio terminen de expulsar a los insurgentes de la región.