Angela Merkel es considerada la fuerza impulsora detrás del pacto entre la UE y Turquía. Si este plan fracasa, la presión sobre la canciller crecerá tanto que su partido querrá reemplazarla, cree Christoph Strack.
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En marzo pasado la canciller alemana logró encontrar un inesperado salvavidas a su desesperada situación: el acuerdo sobre refugiados negociado entre la UE y Turquía. Una salida por la que Merkel ha tenido que pagar su precio: insultos de Erdogan contra Europa, crisis de gobierno, falta de respeto a la libertad prensa y expresión y el escándalo Böhmermann.
Así que el probable fracaso del acuerdo con Turquía afectará también a Merkel, considerada la fuerza esencial detrás del pacto con Ankara. El que su portavoz señale que el interlocutor para la implementación de las negociaciones con los dirigentes turcos es la Comisión Europea, es un intento de delegar la responsabilidad a otra instancia. Cuando agrega que “hay buenas razones para segur apostando a que se cumplirá lo pactado”, se escucha también un cierto nerviosismo.
A pesar de los dolores de cabeza que deparó el logro del acuerdo UE-Turquía, el tiempo favoreció a la canciller. A lo que se sumaron la decisión de Austria y los países de los Balcanes de cerrar sus fronteras. Luego vino la disposición de Turquía de volver a recibir a algunos refugiados y de acoger a quienes huyen de la guerra civil en Siria o en enviarlos a un país de la Unión Europea que quiera acogerlos.
Por lo demás, Europa se encuentra estancada, como se ve en la postura de los países de Europa central y del Este, así como en la resignación de países como Grecia e Italia. La incertidumbre es cada vez mayor, ahora tras la renuncia del canciller austriaco Werner Faymann. Su decisión no solo le indica a los socialdemócratas en Viena y Berlín que la situación política actual es dramática.
Merkel tiene un papel especial en Europa. Representa una visión de Europa que a menudo es recalcada por ella misma: "Nuestra felicidad depende de nuestra unión”. Merkel es la líder europea que más tiempo lleva a la cabeza de un país y que busca “mantener la cohesión de Europa”, como lo dijo recientemente en Roma.
Merkel es considerada una de las últimas figuras que enarbolan la idea de una Europa unida. Con razón, porque ella, con su clara postura ante el problema de la migración masiva de refugiados y su petición por una solución europea, acalló las voces que hoy recuperan fuerza.
Se sabe que la canciller no se queja del pasado, pero siempre mantiene una mirada pragmática hacia el siguiente paso que prepara con cuidado. Pero la tensión y la presión crecen: se trata de revivir la idea europea y al mismo tiempo atender de manera responsable a las personas que huyen de guerras y persecución.
La primera ministra del estado federado del Sarre, Annegret Kramp-Karrenbauer, colega cercana de Merkel en la dirección ejecutiva del partido cristioanodemócrata (CDU) pronunció en el diario dominical "Bild am Sonntag" una frase elemental: "Nadie es indispensable en este mundo. Ni en la CDU.Ni Angela Merkel. Nadie lo sabe mejor que ella". Y nadie cree que Kramp-Karrenbauer tenga intenciones de derrocarla. Pero en caso de un fracaso del acuerdo UE-Turquía y cuando se produzca la próxima gran crisis, otros en su propio partido se acordarán de este lugar común.
El año de los refugiados
Nunca antes hubo tantos refugiados como en 2015. Muchos han llegado a Alemania. "Es un desafío histórico", señaló la canciller Angela Merkel. Una mirada retrospectiva a un año estremecedor.
Imagen: Reuters/O. Teofilovski
Grecia: una puerta hacia la UE
Estos jóvenes procedentes de Siria superaron una peligrosa etapa de su viaje. Llegaron a Grecia y, por ende, a la Unión Europea. Pero con ello no alcanzaron todavía su meta. Quieren seguir rumbo al norte, hacia otros países de la UE. La mayor parte huyó en 2015 a Alemania y Suecia.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Peligro en el Mediterráneo
El camino que han recorrido encierra peligros mortales. Reiteradamente zozobraron embarcaciones no aptas para la travesía. Estos niños sirios y su padre tuvieron suerte. Fueron rescatados en el Mediterráneo por pescadores griegos de la isla Lesbos.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
La imagen que conmovió al mundo
Aylan Kurdi, de tres años de edad, no sobrevivió. A comienzos de septiembre se ahogó con su hermano y su madre en el Egeo, cuando intentaban llegar a la isla de Kos. La foto de este niño sirio muerto dio la vuelta al mundo, conmoviendo a miles de personas.
Imagen: Reuters/Stringer
Contrastes a la vista
Kos, a menos de cinco kilómetros de Turquía, es la meta de muchos refugiados. Llegan a las playas donde solo solía haber turistas. Este grupo de refugiados paquistaníes logró arribar con un bote inflable.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Caos total
Muchos refugiados quedan varados en Kos, porque solo pueden continuar viaje a tierra continental tras haberse registrado. En el verano, la tensión escaló cuando las autoridades hicieron esperar a los refugiados en un estadio para hacer ese trámite, a pleno sol y sin agua.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Un transbordador para refugiados
Debido a la insostenible situación imperante en la isla se produjeron disturbios. Para reducir la tensión, las autoridades griegas arrendaron un barco en el que se habilitaron posibilidades de alojamiento para 2.500 refugiados y una oficina de registro.
Imagen: Reuters/A. Konstantinidis
El dilema de Europa
Por la misma época, más al norte, en la frontera greco-macedonia, policías fronterizos impiden el paso a la gente. En el tumulto hay niños que lloran, separados de sus padres. "Pura desesperación" se llama la foto tomada por Georgi Licovski. La Unicef la distinguió como la foto del año, ya que plasma "el dilema de Europa y su responsabilidad".
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Licovski
Un símbolo negativo
A fines del verano, Budapest se convirtió en un símbolo del fracaso de las autoridades y de la xenofobia. Miles de refugiados acampaban en los alrededores de una estación ferroviaria de capital húngara. El gobierno les prohibió continuar su viaje. En consecuencia, muchos siguieron su camino a pie, rumbo a Alemania.
Imagen: picture-alliance/dpa/B. Roessler
Se abre el paso
El 5 de septiembre se despejó el camino para los refugiados. La canciller alemana, Angela Merkel, tomó con su par austríaco, Werner Feymann, la decisión de permitir a la gente continuar el viaje. Varios trenes especiales y buses se dirigieron por esos días a Viena y Múnich.
Imagen: picture alliance/landov/A. Zavallis
Bienvenidos, refugiados
El primer fin de semana llegaron a Múnich cerca de 20.000 refugiados. En la estación central de la ciudad se reunieron innumerables voluntarios para atender a los refugiados y proporcionarles alimentos y vestimenta.
Imagen: Getty Images/AFP/P. Stollarz
"Lo lograremos"
Mientras Merkel era aclamada por los refugiados y los partidarios de darles asilo, en otros sectores de Alemania surgía el descontento. En una conferencia de prensa, Merkel respondió a las críticas con estas palabras: "Si tenemos que disculparnos por mostrar un rostro gentil en una situación de emergencia, este no es mi país". Otra frase se convirtió en su mantra: "Lo lograremos".
Imagen: Reuters/F. Bensch
Historias en el equipaje
A fines de septiembre, la policía publicó una imagen conmovedora. Una niña refugiada hizo este dibujo y se lo regaló a un policía de Passau. Muestra el horror que vivieron muchos refugiados y su gran alegría de estar por fin a salvo.
Imagen: picture-alliance/dpa/Bundespolizei
El drama continúa
A fines de octubre habían llegado a Alemania más de 750.000 refugiados. Pero el flujo no cesaba. Los países de la denominada "ruta de los Balcanes" se veían superados y cerraron sus fronteras. Solo se siguió permitiendo el paso a sirios, afganos e iraquíes. Como una forma de protesta, algunos refugiados de otros países se cosieron los labios.
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Licovski
Sin final a la vista
"¡Ayúdanos, Alemania!", dicen los carteles de los manifestantes en la frontera con Macedonia. En Europa se acerca el invierno y miles de personas, incluyendo niños, se encuentran atrapadas en tierra de nadie. Entretanto, incluso Suecia, considerado un país abierto a los refugiados, estableció transitoriamente controles fronterizos. La UE cuenta para 2016 con otros tres millones de refugiados.