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¿Hemos realmente aprendido algo?

Buchmesse Leipzig - Thomas Straubhaar
Thomas Straubhaar
15 de septiembre de 2018

La crisis que comenzó con la bancarrota de Lehman Brothers todavía se hace sentir hoy. Pero ni la economía misma, ni la política han extraído realmente ninguna lección de ella, afirma el economista Thomas Straubhaar.

Imagen: picture-alliance /dpa/J. Kalaene

Recuerdo el 15 de septiembre de 2008 como si fuera ayer. Era un lunes. Ese fin de semana el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Paulson, el presidente de la Fed, Ben Bernanke, y los líderes de Wall Street habían buscado desesperadamente y en vano un comprador para Lehman Brothers, que estaba cerca de una bancarrota que finalmente tuvo que declararse. Dejó una montaña de deuda de 600.000 millones de dólares. Unos 25.000 empleados del banco perdieron sus empleos y millones de personas perdieron gran parte de su dinero debido a la caída del precio de las acciones en las bolsas de todo el mundo.

Como si un cortocircuito causara una falla de energía total, la economía global perdió su motor. Siguió la recesión más profunda de la posguerra. La producción mundial se redujo en más del dos por ciento y el comercio mundial se redujo en más del diez. Solo la nacionalización de los bancos, la socialización de las pérdidas privadas y la expansión monetaria de todos los bancos centrales pudieron evitar que la situación empeorara aún más todavía.

El epicentro de la crisis: la central de Lehman Brothers en Nueva York.Imagen: picture-alliance/AP Photo/L. Lanzano

El brutal desplome de una teoría económica

El 15 de septiembre de 2008 sigue siendo un recuerdo indeleble porque destruyó brutalmente una teoría económica de la que no cabían dudas hasta entonces. Durante mis estudios en la Universidad de Berna, tuve el privilegio de tener como profesores a Jürg Niehans, Karl Brunner y Ernst Baltenperger, tres de los teóricos del dinero más brillantes de su tiempo. Me convencieron de los principios del monetarismo. Este afirma que un crecimiento de la oferta monetaria más rápido que el de la cantidad de bienes (con velocidad de circulación constante del dinero) debe conducir a un aumento de los precios, porque habría más dinero para los mismos bienes.

Pero aunque los bancos centrales empezaron a imprimir dinero, inundando de dinero los mercados financieros de todo el mundo, no hubo inflación. Una ley central básica de la macroeconomía había, obviamente, dejado de cumplirse: el mayor crecimiento de la oferta monetaria podía ser una condición necesaria para la inflación, pero no era suficiente. La teoría ya no explicaba lo que estaba pasando. Y surgió un debate paralelo sobre cómo debía medirse realmente la inflación, planteando preguntas que aún están esperando respuesta.

Los bancos centrales de todo el mundo han inundado con dinero desde 2008 los mercados.Imagen: Giesecke & Devrient

También los mercados financieros pueden fallar

No solo la teoría del monetarismo había caído ese 15 de septiembre, sino también la que sostenía la racionalidad de los mercados. Según esta, las cotizaciones en bolsa siempre reflejarían toda la información disponible y los mercados bursátiles se comportarían como mercados eficientes. Nueva información conduciría a ajustes inmediatos.

La crisis del mercado financiero ha desenmascarado la hipótesis de los mercados eficientes como un espejismo teórico sin contenido empírico. Las expectativas sobre las expectativas de todos los demás actores impulsan los comportamientos en los mercados financieros. El resultado fue una tendencia al comportamiento tipo rebaño y de profecías autocumplidas: los actores del mercado esperaban aumentos de precio, lo que atrajo a especuladores que apostaban al alza. Esto en realidad aumenta el precio. Las expectativas iniciales parecen estar justificadas. Si todos los actores creen en el modelo equivocado, entonces parece que es el "verdadero" y el mercado se comporta como si lo fuera. En realidad, sin embargo, es un viaje que llega a un final abrupto final cuando los inversores venden para hacen caja, los precios bajan, otros pierden la confianza en nuevos aumentos y cunde el pánico. Y revienta la burbuja.

A pesar de la hipótesis de la eficiencia de los mercados, no faltan los sobresaltos.Imagen: picture alliance/AP Photo/R. Drew

La situación actual no es más estable y a prueba de crisis

La crisis del mercado financiero reveló hasta qué punto el egoísmo y la avaricia de banqueros, corredores de bolsa, agencias de calificación crediticia y de las instituciones financieras provocaron distorsiones macroeconómicas. Los algoritmos de negociación bursátil de alta frecuencia no se preocupan ni una pizca por la realidad. Todo lo que les interesa son las cotizaciones de acciones que se calcularon hace un nanosegundo. Por lo tanto, al margen de todos los fundamentos macroeconómicos, los especuladores mueven los mercados de bienes, trabajo y capital como un juguete. En lugar de funcionar como el lubricante de la economía real y garantizar que las transacciones del mercado se desarrollen sin problemas, los mercados financieros están echando leña al fuego en los incendios de la economía global.

William White, antiguo economista jefe del Banco de Pagos Internacionales, no es el único que opina que la política económica y la teoría económica han aprendido poco o nada de la quiebra de Lehman Brothers. Lo cual amenaza con un colapso aún mayor que en septiembre de 2008. Hay muchos indicios de que la situación actual no es realmente más estable ni más a prueba de crisis de lo que era hace diez años. Sin cambios, existen enormes déficits teóricos y prácticos a la hora de respetar debidamente las consecuencias negativas de la crisis del mercado financiero. Con demasiada frecuencia, los economistas utilizan teorías obsoletas para comprender y explicar las nuevas realidades. El ímpetu, el interés propio y las falsas convicciones aún amenazan y complican una interacción mutuamente efectiva de los mercados financieros y la economía real. El cambio económico más grande del siglo apenas ha provocado un cambio en las ideas, ni en la política ni en la propia economía.

Autor: Thomas Straubhaar (LGC/FEW)

Thomas Straubhaar es economista suizo e investigador de migración. Es profesor de Relaciones Económicas Internacionales en la Universidad de Hamburgo. De 1999 a 2014 fue director de los Archivos de Economía Mundial de Hamburgo (HWWA) y del resultante Instituto de Economía Internacional de Hamburgo (HWWI).

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