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Opinión: EE.UU. replantea su relación con la OTAN

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Miodrag Soric
22 de marzo de 2017

El presidente estadounidense, Donald Trump, deja que su secretario de Estado demuestre qué socios son para el país más importantes que la OTAN. Una señal consciente, opina Miodrag Soric.

Imagen: Reuters/C. Barria

Titubeo, incomprensión, impotencia. Estas son, en el mejor de los casos, las reacciones. Los analistas de Washington no entienden por qué Rex Tillerson no acude a la cumbre de ministros de Exteriores de la OTAN. En su lugar, volará a Florida a principios de abril, donde se encontrarán los jefes de Estado y de gobierno de EE. UU. con el de China. Tillerson, que acaba de regresar hace unos días de Pekín, muestra su preferencia. Las relaciones con China son abiertamente más importantes para la actual administración que las relaciones con sus socios de la Alianza.

No se puede interpretar de otra forma su decisión. Una señal política que debilita la OTAN. ¿Están los americanos, sin ambages por la alianza de defensa trasanlántica? Las dudas surgieron ya el año pasado durante la campaña electoral.

Trump describió la OTAN como "obsoleta" mientras adelantaba unas mejores relaciones con Rusia. Entre tanto no se han cansado de subrayar en repetidas ocasiones su apoyo a la OTAN. Pero la negativa de Tillerson alimenta, de nuevo, el escepticismo.

Las especulaciones sobre los motivos

Sobre los motivos de esa decisión especulan los think-tank y laboratorios de ideas de Washington. Está claro que una cosa así no la decide el secretario de Estado solo, sino el círculo más cercano al Despacho Oval. Ahí crece la impaciencia por ver cuándo va a cosechar el presidente Trump su primer éxito en política exterior.

Pues, a diferencia de lo anunciado, México no va a pagar por la construcción del muro en la frontera con Estados Unidos. Tampoco están claros los planes de empezar de nuevo con Rusia y la lucha conjunta contra Estado Islámico en Siria ha sido, por motivos de política interna, pospuestos. El Congreso investiga posibles vínculos entre el equipo de campaña de Trump y Moscú. Mientras tanto, cualquier apertura hacia el Kremlin queda bloqueada. Y las tensiones con Irán vuelven a tensarse. Trump pone a prueba el acuerdo nuclear con Teherán, haciendo que reinen en las relaciones bilaterales una mezcla de desconfianza e impotencia.

Miodrag Soric, corresponsal de DW en Washington.

Y todavía queda Corea del Norte. Su dictador Kim Jong-un pone a prueba tanto sus misiles de medio alcance como la fortaleza del presidente estadounidense. Trump prometió durante la campaña mostrar menos paciencia con Pyongyang que sus predecesores. Un requisito previo para mostrar más dureza contra Kim Jong-un es el consentimiento de China.

De eso se ha ocupado Tillerson durante su visita a Pekín. Y volverá a hacerlo Trump por su parte durante la reunión con su homólogo chino. Las perspectivas de éxito siguen siendo bajas. Así esté Pekín también insatisfecha con Kim Jong-un, China no se va a dejar utilizar por Washington. Trump puede seguir esperando su primer éxito en política internacional.

Miodrag Soric (LGC)

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