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Opinión: El anti-Obama en el Cercano Oriente

Loay Mudhoon
21 de mayo de 2017

El primer viaje al extranjero de Trump lo lleva al corazón del mundo islámico. Expectativas ambivalentes y gran escepticismo le acompañan en este terreno delicado, dice Loay Mudhoon.

Saudi Arabien - Donald Trump zu Besuch in Riad
Trump y el hombre fuerte de Arabia Saudita, el ministro de Defensa Mohammed bin Salman.Imagen: picture-alliance/dpa/AP/E. Vucci

En tiempos normales, esta visita sería una sensación: el primer viaje al extranjero del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no le lleva a Bruselas, Londres ni Berlín, sino al epicentro de la crisis de Oriente Medio. El extenso programa de su itinerario incluye visitas a Arabia Saudí, Israel y los territorios palestinos. En el primer país, el ambiente por la visita es especialmente festivo.

Se reúnen para la ocasión los principales representantes de casi cincuenta países islámicos para los dos días de la Cumbre Árabe-Islámico-Estadounidense, el punto culminante de la visita. Por supuesto, la pequeña élite del poder en Riad utiliza tanto la cumbre como la visita para situarse a sí misma como líder del mundo musulmán.

Nuevo capítulo en las relaciones entre EE. UU. y Arabia Saudita

De hecho, la visita del presidente estadounidense en el reino wahabí representa el fin de los roces en las tradicionalmente estrechas relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita. Trump trae un claro mensaje de cambio de rumbo en la política hacia el país petrolero. A diferencia de Obama, no muestra reticencias a trabajar con autócratas como el golpista general egipcio Al-Sisi o a los absolutistas saudíes ni tiene en cuenta las violaciones de derechos humanos en estos países.

Loay Mudhoon, comentarista de DW.

Hay que añadir que el hombre fuerte de Arabia Saudita, el ministro de Defensa Mohammed bin Salman, ayudado por unos cien mil millones de dólares para un acuerdo armamentístico, aportará nuevas esperanzas de crecimiento económico a los Estados Unidos. Completamente en línea con el simplista reduccionismo político de Trump.

Cooperación y no confrontación

Pocas dudas caben de que la reedición de la alianza clásica entre los Estados Unidos y el corazón del Islam se dirige principalmente contra el adversario regional: Irán. Se deja sentir el temor de Arabia Saudita ante la posibilidad de perder peso estratégico tras el acuerdo nuclear con Teherán. Incluso en el momento elegido para aterrizar en Riad: el mismo día en que Irán anuncia el resultado de sus elecciones presidenciales.

Malestar en Israel

Además de a Arabia Saudí, el acuerdo nuclear con Teherán alcanzado por Obama alarmó también a Israel. Por eso la victoria electoral de Trump fue celebrada en Israel, sobre todo después de que tildara ese histórico éxito de la diplomacia internacional como el “peor acuerdo” de todos los tiempos.

Pero es poco probable que Trump haya apenas entendido la dinámica y las características de los complejos conflictos de Oriente Medio. Ni para la confrontación por la hegemonía en el Golfo Pérsico ni para la guerra de poder en Siria ha sido capaz de formular estrategia alguna.

Encima surgen dudas sobre su capacidad al frente del Gobierno. Tras cien días de caótica gestión, de hecho, no ha conseguido nada. Y sus abogados se enfrentan a la posibilidad de un juicio político contra él por el caso de sus conexiones con Rusia durante la campaña.

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