Ascenso de Bolton, sentencia de muerte del acuerdo con Irán
Michael Knigge
23 de marzo de 2018
Incluso según los estándares de Trump, reemplazar a McMaster con el político de línea dura John Bolton es arriesgado, escribe Michael Knigge. Y no es un buen presagio para cuestiones clave como el acuerdo con Irán.
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Herbert Raymond McMaster, un general de tres estrellas condecorado en numerosas ocasiones, duró más de un año en la Casa Blanca de Donald Trump. Un sólido récord para cualquiera, además de los familiares de Trump que trabajan en su círculo interno. Su antecesor, Michael Flynn, otro exoficial del ejército, duró menos de un mes en la órbita de la Casa Blanca de Trump y luego se declaró culpable de mentir al FBI sobre sus contactos con el Gobierno ruso, como parte de la investigación del fiscal especial Robert Mueller.
Pero al igual que con el destituido secretario de Estado Rex Tillerson, quien se despidió del Departamento de Estado el miércoles (21.03.2018), la relación personal de McMaster con el presidente -el factor clave para la supervivencia en la Casa Blanca de Trump- habría estado en peligro durante meses, si es que alguna vez existió realmente.
McMaster había supuestamente chocado con el poco ortodoxo Trump, no solo en estilo, sino también en cuestiones muy relevantes como las de Irán y Rusia. McMaster se mostró en contra de rechazar el acuerdo con Irán y de adoptar una línea dura sobre Rusia.
Bienvenido, belicista temerario
El comentario del general, en la reciente Conferencia de Seguridad de Múnich, de que Rusia había interferido indudablemente en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos provocó una reprimenda pública en Twitter de su jefe y probablemente marcó el comienzo del fin de su etapa en el cargo. Muchos lo echarán de menos, incluidos legisladores estadounidenses y diplomáticos extranjeros que lo consideraron un oficial de confianza y aliado de conversación, a pesar de que claramente es un halcón. Al igual que su sucesor, John Bolton, McMaster consideró públicamente lo que llamó un "ataque preventivo" contra Corea del Norte. Pero a diferencia de Bolton, no ha sido visto como temerario o belicista.
Esos dos rasgos describen en pocas palabras la reputación de Bolton, una muy bien ganada. Bolton fue uno de los partidarios más fervientes y públicamente abiertos de la desastrosa decisión del expresidente George Bush de invadir Irak. La breve permanencia de Bolton como embajador ante las Naciones Unidas, un puesto al que nunca fue confirmado por el Senado de los Estados Unidos, estuvo marcado por sus opiniones abiertamente hostiles hacia la organización. A juzgar por un artículo de opinión de diciembre en el Wall Street Journal titulado "Cómo retirarle los fondos a la ONU", las posiciones de Bolton no han cambiado.
Con respecto a Irán, Bolton ha expresado puntos de vista belicosos similares a los de Irak. Ha pedido repetidamente un cambio de régimen en Irán. Más importante aún, en un artículo de opinión para The New York Times hace tres años, Bolton planteó que "para detener la bomba de Irán, bombardea a Irán". Hace apenas dos meses, opinó nuevamente en el Wall Street Journal que Trump debería retirar a Estados Unidos del acuerdo internacional con Irán, un "Waterloo diplomático" que "ningún apaño puede remediar". En el mismo artículo, abogó de nuevo por un cambio de régimen en Irán.
Todavía es invierno en Washington
La elección de Bolton como asesor de Seguridad Nacional de Trump poco antes de que el presidente decida si retira a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán no pinta bien para el futuro de un acuerdo que los europeos y otros actores internacionales quieren preservar desesperadamente.
La primavera comenzó oficialmente hace dos días en Washington, pero después de haberse dado el pistoletazo de salida en un conflicto comercial con China y del anuncio de Bolton como asesor de Seguridad Nacional, todavía parece que sea invierno en la capital estadounidense.
Autor: Michael Knigge (RRR/JOV)
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Donald Trump, el presidente de los despidos
En un abrir y cerrar de ojos, el presidente estadounidense, Donald Trump, despide a un alto funcionario de su administración tras otro. Estos políticos han tenido que abandonar la Casa Blanca.
Tillerson tenía a menudo opiniones diferentes a las de Trump. Se habría enterado de su despido al leer el tuit en el que Trump anunciaba su salida de la Casa Blanca, según algunos medios. La designación de Tillerson como secretario de Estado fue controversial desde el principio debido a que no tenía ninguna experiencia política: fue director por muchos años de la gigante petrolera Exxon Mobil.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/A. Harnik
Hope Hicks
La exdirectora de comunicaciones, de solo 29 años, renunció un día después de testificar ante el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes sobre la
interferencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016. Aunque Hicks reconoció en su declaración haber mentido en su puesto de trabajo, expresó que dejaba el puesto porque "sentía que había completado su ciclo".
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Stephen Bannon
No quedó claro si renunció o fue despedido, pero el exestratega jefe de la Casa Blanca fue una pieza importante en la agenda nacionalista y antiglobalización que ayudó a Trump a llegar a la presidencia. La razón de la salida de Bannon pudo haber sido los constantes choques que tuvo con facciones más moderadas de la Casa Blanca y por haber criticado las políticas de Trump.
Imagen: picture alliance/dpa/AP/E. Vucci
Anthony Scaramucci
El exinversor de 53 años, apodado "The Mooch", solo permaneció diez días en su cargo como director de Comunicaciones de la Casa Blanca. El general John Kelly, nuevo jefe de Gabinete, había pedido la remoción del neoyorquino Anthony Scaramucci. Los insultos de éste contra empleados de Trump incluso habrían indignado al presidente norteamericano.
Reince Priebus, el exjefe de Gabinete de la Casa Blanca, fue despedido tras solo seis meses debido a una confrontación abierta con Anthony Scaramucci, el ahora exdirector de Comunicaciones de Trump. Al parecer, Priebus había rechazado con vehemencia la contratación de Scaramucci.
Imagen: Reuters/M. Segar
Sean Spicer
En su calidad de portavoz de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer no tuvo la mejor relación ni con la prensa ni con su jefe, el presidente estadounidense. Spicer renunció después de que Donald Trump nombrara a Anthony Scaramucci director de Comunicaciones.
Imagen: Reuters/K.Lamarque
Walter M. Shaub Jr.
Walter Shaub, el exdirector de la Oficina de Ética Gubernamental, dejó su puesto en julio, después de que su oficina entrara en conflicto con la Casa Blanca debido a preguntas sobre la situación financiera del presidente estadounidense. Según informes de la prensa, Shaub habría calificado de "ridículo" el gobierno de Trump.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/J.S. Applewhite
Michael Dubke
Ya en mayo pasado, Michael Dubke, el antecesor de Anthony Scaramucci, tuvo que dejar su puesto como director de Comunicaciones de la Casa Blanca. Según el equipo de Trump, el experto en relaciones públicas había lidiado mal con las acusaciones relativas a la supuesta injerencia rusa en las elecciones estadounidenses.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/S. Walsh
James Comey
También James Comey, el exdirector del FBI, fue víctima de la impía política de personal de Trump. La Casa Blanca justificó el despido de Comey alegando que éste había manejado mal la investigación de los correos electrónicos de Hillary Clinton. Críticos creen que la verdadera razón del despido fue la investigación del FBI sobre el presunto apoyo de Rusia a la campaña electoral de Trump.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/J. S. Applewhite
Michael Flynn
El primer consejero de Seguridad Nacional del presidente Trump, Michael Flynn, dimitió tras solo un mes en el cargo. La razón: la prensa había revelado que, antes de que Trump asumiera oficialmente su cargo, Flynn había mantenido una conversación con el Embajador ruso en Washington sobre las sanciones estadounidenses contra Rusia. Además había mentido al vicepresidente Mike Pence al respecto.