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Opinión: El atajo olímpico

Joscha Weber21 de junio de 2016

Tomando un atajo, los atletas rusos y kenianos pueden participar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. El COI crea así una dudosa posibilidad que abre puertas al abuso, opina Joscha Weber.

Symbolbild Doping
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Breloer

No fue difícil identificar la noticia deportiva del día. En medio de frases complicadas, adornadas con términos de funcionario deportivo, Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), pronunció las palabras decisivas: “Respetamos, confirmamos y apoyamos la decisión de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, IAAF”. Con eso estaba claro que los atletas de Rusia y Kenia no pueden participar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. “Pero”, agregó, y eso es lo problemático, “pueden participar si prueban su inocencia” o, dicho en otras palabras, son autorizados.

Ese ablandamiento de la supuestamente dura política de “cero tolerancia” con respecto al dopaje supone lo siguiente: si los atletas de Rusia y Kenia entregan en los prolegómenos de los Juegos y fuera de su país una prueba de dopaje negativa, pueden abrigar la esperanza de obtener una autorización de su asociación de atletismo e incluso competir bajo su propia bandera. El COI crea un atajo por el que pueden tomar atletas “limpios”, pero, lamentablemente, también aquellos que se han dopado antes. Es una decisión que plantea más cuestiones de las que resuelve.

Thomas Bach; se lavó las manos.Imagen: Reuters/D. Balibouse

¿Cuándo deben tener lugar los controles? ¿Alcanza solo una prueba negativa para la autorización? ¿Se trata de controles durante el entrenamiento o en competencias? ¿Dónde se llevan a cabo? ¿Es acordada la prueba antes con los atletas o se realiza sin aviso? Son cuestiones a las que Thomas Bach no contestó. El presidente del COI transfirió la responsabilidad legal deportiva a las asociaciones correspondientes. Es una decisión práctica, sobre todo para Bach, porque así el COI no tiene que responder a las crecientes exigencias de excluir a Rusia en su conjunto. El funcionario más poderoso del deporte dice no poder hacer nada.

Pero volvamos a las preguntas. Las respuestas a las mismas son complicadas y por eso quizás no fueron dadas hoy. Además, dejarían en evidencia que la resolución del COI es una farsa. Pues, ¿qué sentido tiene un control poco antes de los Juegos Olímpicos, si el entrenamiento acompañado de dopaje hace tiempo que fue concluido y las sustancias empleadas ya no pueden ser detectadas? Así no se va a encontrar a ningún dopado. Por el contrario, se entregan cheques en blanco a por lo menos algunos atletas de un país con una gran tradición deportiva que debe estar imprescindiblemente presente en Río. Así, la lucha contra el dopaje no tiene sentido ninguno.

Joscha Weber
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