Susanna F. está muerta. Tenía 14 años. El sospechoso es un solicitante de asilo iraquí. Este caso conmueve a Alemania, donde la sociedad se siente cada vez más dividida y necesita un lenguaje común, opina Jens Thurau.
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En primer lugar, los hechos, en tanto eso sea posible: luego del asesinato de Susanna, de 14 años, en Wiesbaden, el principal sospechoso, un solicitante de asilo de Irak, huyó hacia su país y fue detenido allí. Eso provocó en Alemania una polémica que se desarrolla casi siempre de igual modo en casos como este.
En el escenario del debate están los medios, las autoridades y el gobierno, además de los partidos, desde la izquierda hasta la derecha. Los que los une es que no encuentran un lenguaje común para describir lo sucedido. O, formulado de otra manera, más pesimista: cada vez queda más claro que nunca tuvieron uno.
El rol de los medios
A los responsables en los medios se nos dice que hay que separar las emociones de los hechos. No hay una alta criminalidad entre los solicitantes de asilo, en comparación con las personas que viven desde hace tiempo en Alemania. Pero llegan hombres más bien jóvenes, más hombres que mujeres, en una edad en la que las tendencias violentas son mayores. También entre los alemanes.
Sin embargo, rara vez entendemos qué pasa cuando nos confrontamos con los hechos de un acto tan terrible como el asesinato de Susanna F. Y además, ¿de qué medios estamos hablando? El mayor exponente de la prensa amarilla de Alemania sigue un rumbo muy claro en cuanto a los refugiados: el de las emociones. El relato es este: en Alemania, los refugiados violan cada vez más las leyes, y las autoridades y la clase política miran hacia otro lado. Grandes titulares, muchas fotografías, sensacionalismo. Quienes trabajamos en los medios y nos gusta definirnos como "serios”, reaccionamos por lo general así: sabemos lo que nos espera, dudamos, discutimos. Y llegamos casi siempre a la conclusión de que debemos informar sobre el crimen, sin precipitarnos, pero con neutralidad y reserva. Sin embargo, caemos en la misma lógica que un diario como el Bild porque jamás informaríamos sobre un crimen pasional entre alemanes. O muy raramente. De ese modo, también contribuimos en la construcción de una imagen en que los refugiados son los responsables de que aumente la inseguridad en Alemania.
El rol de las autoridades
También las autoridades están en la mira. Se las acusa de cometer errores. El fugitivo iraquí ya era conocido por la Policía desde hace tiempo y, sin embargo, pudo escapar a su país. Al mismo tiempo, en Alemania se está produciendo un controvertido debate sobre las fallas y escándalos de la Oficina Federal para la Migración y los Refugiados (BAMF). Hay un denominador común: hay demasiado poco personal y se extiende la sensación generalizada de estar sobrepasadoss por los acontecimientos, lo que se extiende desde la Policía hasta la administración. La política intentó reaccionar a esta situación totalmente nueva, con cerca de un millón de refugiados en lugar de 150.000, con medios limitados. Eso nunca hubiera podido funcionar, y de hecho, no ha funcionado. Para decirlo de una vez por todas: se necesita más personal especializado, lo antes posible, y aunque sea caro.
Encontrar otra vez un lenguaje común
Los debates en el Parlamento alemán sobre temas como la criminalidad y los refugiados y lo que los une o no, se parecen a los debates que se dan en el seno de la sociedad. La mitad y los extremos no logran entenderse. Y el gobierno, sobre todo la canciller alemana, contribuye a que esto sea así. A Angela Merkel no le gustan los discursos públicos; no le gusta dirigirse a la gente. Es más bien una moderadora que permanece detrás del escenario y espera. Pero nunca fue más urgente que ahora definir el marco en el que la sociedad debería actuar en cuanto a temas como la migración, los refugiados y el derecho a asilo. Y también porque la canciller prefiere callar, el establishment político es llevado de las narices, tanto por los populistas de derecha del AfD, como por los medios amarillistas, cada vez que sucede algo como esto.
"No hay una cosa como la sociedad” dijo una vez, cínicamente, la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, cuya dura política económica y social dividió a su país en los años 80. Puede que en Alemania, en este momento, ya tampoco la haya. Pero valdría la pena cualquier intento de encontrar algo así como un idioma común, a pesar de todas las dificultades y contra todas las tendencias de la época. Un lenguaje basado en el derecho, en escucharse el uno al otro, y en los hechos.
Autor: Jens Thurau (CP/ERS)
El destino de los refugiados: huir hacia una vida incierta
Las imágenes de las grandes masas de refugiados de camino hacia Europa en 2015 y 2016 dieron la vuelta al mundo. Nunca se había documentado de forma tan amplia el sufrimiento que implica el proceso de la huida.
Imagen: Getty Images/AFP/A. Messinis
El objetivo principal: sobrevivir
Un viaje vinculado a las penurias y a los peligros para el cuerpo y el alma: huyendo de la guerra y la miseria, más de un millón de personas, sobre todo de Siria, se pusieron en camino en 2015 y 2016 hacia Turquía y Grecia. En las islas de Lesbos, Quíos y Samos todavía aguantan más de 10.000 personas en los campamentos. Desde enero hasta mayo de 2017, llegaron más de 6.000 nuevos refugiados.
Imagen: Getty Images/AFP/A. Messinis
A pie hacia Europa
Millones de personas intentaron llegar en 2015 y 2016 a Europa Occidental desde Grecia o Turquía siguiendo a pie la ruta de los Balcanes a través de Macedonia, Serbia y Hungría. Las masas de gente disminuyeron cuando se canceló oficialmente esta ruta y muchos países cerraron sus fronteras. Hoy, la mayoría de los refugiados llega a través de otra ruta muy peligrosa, de Libia a Europa por mar.
Imagen: Getty Images/J. Mitchell
Conmoción mundial
La imagen del niño de tres años, Aylan Kurdi, muerto en una playa turca dio la vuelta al mundo, causando una gran conmoción. Las imágenes de dicha tragedia se hicieron virales y se convierton en el símbolo de la crisis de los refugiados sirios. Europa no debe mirar hacia otro lado, era el mensaje que aparecía en las redes sociales.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/DHA
Caos y desesperación
Avalancha en el último minuto. Muchos sabían que su única vía de escape a través de Europa ya no estaba abierta, así que miles de personas intentaron desesperadas tomar trenes y buses abarrotados en Croacia. Unos días más tarde, Hungría también cerró sus fronteras. Al mismo tiempo, adecuaron contenedores, para que los refugiados pudieran quedarse hasta que llevasen a cabo su proceso de asilo.
Imagen: Getty Images/J. J. Mitchell
Ataques contra los refugiados
La irritación de la opinión pública fue enorme cuando una camarógrafa húngara puso una zancadilla a un hombre con su hijo en brazos, que intentaba cruzar un bloqueo principal en Röszke, Hungría, cerca de la frontera. En uno de los momentos más críticos de la crisis de los refugiados, en Alemania también aumentaron los altercados y ataques contra los refugiados.
Imagen: Reuters/M. Djurica
Fronteras cerradas
Cuando se cerró la ruta de los Balcanes en marzo de 2016, se produjeron muchos tumultos en las zonas froterizas. Miles de refugiados se quedaron atascados y la policía reaccionó de forma ruda. Muchos intentaron, como estos refugiados cerca de la frontera entre Grecia y Macedonia, evitar las fronteras, que se habían cerrado hacía poco tiempo.
Un niño bañado en polvo y sangre. La foto de Omran en Alepo, de cinco años de edad, dejó a la opinión pública en estado de shock y se convirtió en el símbolo de la crueldad de la guerra civil siria y la miseria del pueblo sirio. Un año más tarde, la red mostró nuevas fotos del menor en buen estado de salud. Los seguidores de Al Assad criticaron entonces que la imagen se usó como propaganda.
Imagen: picture-alliance/dpa/Aleppo Media Center
Incertidumbre en la nueva patria
Un hombre sirio carga a su hija, bajo la lluvia, en la frontera griego-macedonia, cerca de Idomeni. Espera encontrar seguridad para su familia en Europa. Según el Reglamento de Dublín, las solicitudes de asilo se deben procesar en el país de llegada de la UE. Muchos tuvieron que regresar al país de llegada. Grecia e Italia están sobre todo superados por la cantidad de solicitudes de asilo.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Esperando el apoyo de Alemania
Alemania es el país de destino número uno de los refugiados, aunque su política de refugiados y de asilo se haya vuelto más restrictiva debido al gran flujo de inmigrantes. En Europa, ningún país ha acogido a tantos refugiados como Alemania: 1,2 millones. La canciller Angela Merkel se convirtió en un ícono para muchos de ellos.
Imagen: picture-alliance/dpa/S. Hoppe
Estado de emergencia en los campamentos de acogida
El campamento de acogida de refugiados en el norte de Francia, en Calais, fue desalojado. El lugar se incendió y las cerca de 6.500 personas tuvieron que ser evacuadas y ubicadas en otros centros. Medio año más tarde, los informes de organizaciones humanitarias aseguran que muchos menores siguen merodeando y viviendo en los alrededores de Calais.
Imagen: picture-alliance/dpa/E. Laurent
Ahogados en el Mar Mediterráneo
Las embarcaciones de salvamento marítimo civiles y estatales no paran. A pesar del peligro extremo que pueden correr sus vidas, muchos refugiados huyen de la pobreza o de la guerra en sus países con la esperanza de tener un futuro mejor en Europa. Solo en 2017, 1.800 personas han perecido en el viaje. En 2016, 5.000.
Imagen: picture alliance/AP Photo/E. Morenatti
Sin ley en Libia
Cientos de miles de refugiados del África subsahariana y de Oriente Próximo esperan en los campamentos de Libia para poder cruzar a Europa por mar. La situación en dichos campamentos es catastrófica, advierten las organizaciones humanitarias. Hay testigos que hablan de esclavitud y prostitución forzada. Y a pesar de todo, no dejan de soñar con Europa.
Imagen: Narciso Contreras, courtesy by Fondation Carmignac