La vida continúa en Alemania: las tiendas vuelven a abrir, las escuelas y guarderías también. Se podrá volver a ver el fútbol en la televisión, aunque sin espectadores en los estadios. Pronto será verano y los jardines de cerveza abren de nuevo sus puertas. Quien quiera, puede pasar las vacaciones en Alemania, incluso en un hotel.

Los virólogos apoyan las medidas, con cautela. Tampoco tienen otra opción, aunque crean que Alemania corre el riesgo de sufrir una segunda oleada de infecciones con dichas restricciones. Y es que el país, sus expertos, los médicos y enfermeros, los empleados sanitarios y, sí, los políticos han hecho un gran trabajo: casi ningún país ha lidiado con la situación como en Alemania durante las semanas pasadas. En vista del bajo número de nuevas infecciones, apenas queda ningún argumento para mantener en vigor las drásticas restricciones.

La canciller sigue escéptica

En los últimos días, la canciller se sorprendió en parte al ver cómo un ministro presidente tras otro anunciaban ambiciosas desescaladas, desde cervecerías al aire libre en Baviera hasta hoteles en Mecklemburgo-Pomerania Occidental. Ahora, Angela Merkel ha remitido la responsabilidad de lo que podría acontencer a los Länder. Si las infecciones aumentan de nuevo y con rapidez, entonces estos deben implementar restricciones y prohibiciones de contacto. La canciller insistió en estos aspectos.

Merkel es escéptica ante lo que pueda suceder. Varios comentaristas reprocharon a la canciller de tratar a la población alemana como si fueran niños. A Merkel la admiran en el extranjero; en Alemania ha desaparecido el respaldo a la jefa de gobierno. Esta es una de las razones por las que ha decidido dar su bendición a esta gran prueba para la sociedad: aperturas en la medida de lo posible, pero el distanciamiento social y las mascarillas siguen en vigor.

En otras palabras, el Estado ha obligado hasta ahora a los alemanes a bajar el ritmo debido a la pandemia, y la gran mayoría de la gente lo ha cumplido. A partir de ahora, depende de cada uno. Es lo que está también sucediendo en muchos países.

Ahora viene la verdadera prueba

Lo que hemos aprendido en estas semanas: la fragilidad de las cosas, estas cambian según el día. Las mascarillas eran al comienzo de la pandemia ineficaces, según los expertos, ahora abundan en las calles. La gente se sorprende por el poder de los 16 Estados federados en Alemania. La actitud más bien vacilante y cautelosa de la canciller apenas encaja con el ímpetu con el que los Länder casi exigen la desescalada.

Una de las muchas imposiciones en estos tiempos confusos es que puedan volver a jugarse los partidos de la Bundesliga, con jugadores en cuarentena y una prueba exclusiva para detectar el virus. De todos modos, a partir de ahora tendrá lugar la verdadera prueba a superar para los alemanes, quienes hasta ahora han tenido ralativamente suerte en la pandemia. De ahora en adelante, es necesario el civismo y el sentido de responsabilidad: mantener distancia, tal vez incluso más que antes, usar mascarillas, cuidar sobre todo de las personas que podrían ser víctimas por una posible desescalada muy rápida: grupos de riesgo, gente mayor, personas con ciertas enfermedades. Ojalá podamos hacerlo. Lo que no debe suceder es que ahora la gente tenga la sensación de que desapareció el bicho y la vida continúa como antes. El virus se quedará entre nosotros durante mucho tiempo.

(rml/jov)

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