Opinión: El fracaso de Alemania
19 de diciembre de 2017Nada puede hacer olvidar el dolor. Una madre que debe enterrar a su hijo; un esposo que llora por su mujer; un niño que ha perdido a su padre: todos llevarán de por vida esas heridas, que les infligió un cobarde terrorista hace un año. Son heridas que no pueden curar ninguna conversación con Angela Merkel, ningún cheque ni ninguna comisión investigadora parlamentaria. No obstante, la sociedad les debe a las víctimas esos gestos.
Los familiares se quejan, con razón, de que la canciller federal los ha dejado solos. Angela Merkel participó inmediatamente después del atentado en una misa de recuerdo y en el primer aniversario del atentado se reunió con familiares. Pero entre un hecho y otro pasaron doce meses, en los que la canciller federal no prestó atención a la tragedia. Si bien el presidente federal recibió a los familiares y el Gobierno designó un delegado para las víctimas, también Angela Merkel debería haberse ocupado personalmente de los familiares.
Desde hace años la población venía siendo advertida de eventuales ataques terroristas. Cuando sucedió, el país no estaba preparado para ello. Los familiares no hallaron nadie a quien dirigirse. El delegado para las víctimas fue designado meses después del atentado. El dinero no puede substituir a ningún ser humano. Pero cuando en la casa falta un sueldo o una vivienda debe modificarse para permitir el acceso también en silla de ruedas, es indigno en un país rico que los afectados deban golpear docenas de puertas hasta que alguna instancia oficial los ayude. Debe estar claro quién paga y los montos deben ser los adecuados.
Alemania fracasó
Lo peor para los familiares es, sin embargo, saber que sus seres queridos murieron porque las autoridades cometieron graves errores. El terrorista no salió de las sombras, sino que era un viejo conocido de los órganos de seguridad. Si hubiera sido expulsado, detenido o controlado, no hubiera podido matar a doce personas. Alemania fracasó.
El federalismo, la separación de servicios secretos y policía y las competencias descentralizadas tienen sentido. Pero cuando un islamista quiere acceder a explosivos y armas, tiene contactos con el Estado Islámico y es clasificado como muy peligroso por los servicios secretos, pero igualmente se lo pierde de vista, Alemania ha fracasado.
Nunca más debe restársele importancia al peligro que parte de un extremista. Y la información sobre ello debe estar a disposición de todos los órganos de seguridad sin excepción. Ahora es imprescindible crear una comisión investigadora parlamentaria y extraer las consecuencias del caso.
Pero también debemos a las víctimas poder seguir viviendo en libertad. Una conclusión equivocada sería no ir más a los mercadillos de Navidad. Debemos garantizar que el terrorismo va a perder la partida y que vencerá el humanismo.