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Opinión: El presidente polaco se emancipa

24 de julio de 2017

Con su veto, el presidente Andrzej Duda ha tumbado sorpresivamente gran parte de la polémica reforma judicial. Esto cambiará de forma determinante el panorama político en Polonia, opina Bartosz Dudek.

Imagen: picture alliance / dpa

"Si alguien pregunta por mí, dígale que no estoy", dice el jefe a su secretaria. "¿Y si pregunta el presidente?", quiere saber la secretaria. "¿Acaso el presidente es alguien?", responde su jefe con una sonrisa. En Polonia casi todos conocen esta escena de la serie satírica "Ucho prezesa", que puede verse en YouTube. El todopoderoso jefe es el mismísimo Jaroslav Kaczynski, líder del partido nacional-conservador polaco PiS. El presidente, de cuyo nombre ni siquiera se acuerda la secretaria, es representado en casi cada capítulo como una persona amable y esquiva que siempre espera en la antesala de Kaczynski. Pero esto se ha acabado. El veto de Andrzej Duda a dos de las tres nuevas leyes relativas al  poder judicial demuestra la emancipación política del joven presidente polaco.

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Un candidato casi desconocido

Cuando Andrzej Duda fue nombrado candidato presidencial por parte del partido nacional-conservador PiS, a principios de 2015, muchos periodistas lo confundieron con el jefe del sindicato Solidaridad, Piotr Duda. Si bien Andrzej había sido secretario de Estado durante el mandato del expresidente Lech Kaczynski y más tarde eurodiputado, siempre ha pasado inadvertido políticamente. La sopresa fue grande cuando el político de 43 años desbancó al presidente Bronislav Komorovski, sentando las bases para la victoria del partido PiS en las siguientes elecciones parlamentarias.

Provisto de una confortable mayoría parlamentaria y con un protegido político inexperto en la silla presidencial, Jaroslav Kaczynski reconoció la oportunidad de su vida: hacer realidad su sueño de una revolución nacional-conservadora y lograr un cambio moral fundamental. Sueña con un "Estado fuerte", que acabe con el "nepotismo poscomunista" y las "corruptas élites liberales de Occidente" para devolverle a Polonia sus raíces nacionales y católicas. De ahí que los autores de la polémica reforma pretendieran obligar al Tribunal Supremo a tomar en cuenta los "valores cristianos" en sus fallos.

¿Tribunales al servicio del Gobierno?

Estaba previsto que el ministro de Justicia, que a la vez es el fiscal general, impulsara el cambio moral en los jueces. Las leyes aprobadas por el Parlamento la semana pasada tenían la intención de jubilar anticipadamente a los magistrados. Los sucesores serían elegidos por el ministro de Justicia.

Esta fue la gota colmó el vaso para el presidente Duda. Su veto es valiente, consecuente y correcto. Su función como "notario" personal del "jefe" y la revolución nacional-conservadora de éste ha quedado en el pasado. La decisión es valiente porque, por primera vez, Duda no solo se rebela contra su protector político, sino que también decepciona a sus electores. En sus propias filas es acusado de ceder ante las protestas de la oposición y de hacer causa común con los enemigos de la revolución nacional-conservadora.

Bartosz Dudek dirige la redacción polaca de DW.

Pero la decisión es consecuente porque Jaroslav Kaczynski y su séquito ignoraron la advertencia que el presidente lanzó hace algunos días. Duda exigió al Parlamento revisar la reforma con prudencia, en lugar de aprobarla de forma exprés. Tenía razón: la ley que debía firmar contenía muchas contradicciones. Un veto en esta situación no solo sirve para guardar las apariencias, sino que refleja una responsabilidad elemental hacia el Estado.

Duda aboga por los acuerdos

Duda tiene razón al sostener que la reforma judicial no debería dividir a la sociedad. Esta división se ha profundizado desde la victoria del PiS, algo que se debe en gran parte al estilo confrontativo y despiadado del jefe del partido, Jaroslav Kaczynski. Para Andrzej Duda, ejercer una política responable significa lograr compromisos y buscar el apoyo de la mayoría.

El presidente propuso que, en el futuro, los miembros del ente responsable de nombrar a los jueces (KRS) sean elegidos con una mayoría cualificada de 3/5, en lugar de una mayoría simple. Duda también vetó la ley sobre el KRS a fin de que sea revisada.

Sin embargo, Duda dejó pasar la tercera ley prevista en la reforma, como una especie de consuelo. De acuerdo con esta, el ministro de Justicia podrá nombrar a los presidentes de los tribunales comunes. El presidente polaco se ha emancipado. Y definitivamente ha llegado a ser ALGUIEN.

Autor: Bartosz Dudek (VT/ERS)  

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