Con su veto, el presidente Andrzej Duda ha tumbado sorpresivamente gran parte de la polémica reforma judicial. Esto cambiará de forma determinante el panorama político en Polonia, opina Bartosz Dudek.
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"Si alguien pregunta por mí, dígale que no estoy", dice el jefe a su secretaria. "¿Y si pregunta el presidente?", quiere saber la secretaria. "¿Acaso el presidente es alguien?", responde su jefe con una sonrisa. En Polonia casi todos conocen esta escena de la serie satírica "Ucho prezesa", que puede verse en YouTube. El todopoderoso jefe es el mismísimo Jaroslav Kaczynski, líder del partido nacional-conservador polaco PiS. El presidente, de cuyo nombre ni siquiera se acuerda la secretaria, es representado en casi cada capítulo como una persona amable y esquiva que siempre espera en la antesala de Kaczynski. Pero esto se ha acabado. El veto de Andrzej Duda a dos de las tres nuevas leyes relativas al poder judicial demuestra la emancipación política del joven presidente polaco.
CuandoAndrzej Duda fue nombrado candidato presidencial por parte del partido nacional-conservador PiS, a principios de 2015, muchos periodistas lo confundieron con el jefe del sindicato Solidaridad, Piotr Duda. Si bien Andrzej había sido secretario de Estado durante el mandato del expresidente Lech Kaczynski y más tarde eurodiputado, siempre ha pasado inadvertido políticamente. La sopresa fue grande cuando el político de 43 años desbancó al presidente Bronislav Komorovski, sentando las bases para la victoria del partido PiS en las siguientes elecciones parlamentarias.
Provisto de una confortable mayoría parlamentaria y con un protegido político inexperto en la silla presidencial, Jaroslav Kaczynski reconoció la oportunidad de su vida: hacer realidad su sueño de una revolución nacional-conservadora y lograr un cambio moral fundamental. Sueña con un "Estado fuerte", que acabe con el "nepotismo poscomunista" y las "corruptas élites liberales de Occidente" para devolverle a Polonia sus raíces nacionales y católicas. De ahí que los autores de la polémica reforma pretendieran obligar al Tribunal Supremo a tomar en cuenta los "valores cristianos" en sus fallos.
¿Tribunales al servicio del Gobierno?
Estaba previsto que el ministro de Justicia, que a la vez es el fiscal general, impulsara el cambio moral en los jueces. Las leyes aprobadas por el Parlamento la semana pasada tenían la intención de jubilar anticipadamente a los magistrados. Los sucesores serían elegidos por el ministro de Justicia.
Esta fue la gota colmó el vaso para el presidente Duda. Su veto es valiente, consecuente y correcto. Su función como "notario" personal del "jefe" y la revolución nacional-conservadora de éste ha quedado en el pasado. La decisión es valiente porque, por primera vez, Duda no solo se rebela contra su protector político, sino que también decepciona a sus electores. En sus propias filas es acusado de ceder ante las protestas de la oposición y de hacer causa común con los enemigos de la revolución nacional-conservadora.
Pero la decisión es consecuente porque Jaroslav Kaczynski y su séquito ignoraron la advertencia que el presidente lanzó hace algunos días. Duda exigió al Parlamento revisar la reforma con prudencia, en lugar de aprobarla de forma exprés. Tenía razón: la ley que debía firmar contenía muchas contradicciones. Un veto en esta situación no solo sirve para guardar las apariencias, sino que refleja una responsabilidad elemental hacia el Estado.
Duda aboga por los acuerdos
Duda tiene razón al sostener que la reforma judicial no debería dividir a la sociedad. Esta división se ha profundizado desde la victoria del PiS, algo que se debe en gran parte al estilo confrontativo y despiadado del jefe del partido, Jaroslav Kaczynski. Para Andrzej Duda, ejercer una política responable significa lograr compromisos y buscar el apoyo de la mayoría.
El presidente propuso que, en el futuro, los miembros del ente responsable de nombrar a los jueces (KRS) sean elegidos con una mayoría cualificada de 3/5, en lugar de una mayoría simple. Duda también vetó la ley sobre el KRS a fin de que sea revisada.
Sin embargo, Duda dejó pasar la tercera ley prevista en la reforma, como una especie de consuelo. De acuerdo con esta, el ministro de Justicia podrá nombrar a los presidentes de los tribunales comunes. El presidente polaco se ha emancipado. Y definitivamente ha llegado a ser ALGUIEN.
Autor: Bartosz Dudek (VT/ERS)
Lech Walesa, ícono de "Solidaridad"
Consiguió doblegar al comunimo en Polonia. Hoy puede mirar hacia atrás consciente de que su liderazgo sindical ayudó a cambiar el mundo.
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Rebelde, premio Nobel y expresidente
El antiguo líder del sindicato Solidaridad y posteriormente presidente de Polonia consiguió doblegar al comunismo polaco. Lech Walesa ha recibido incontables reconocimientos por sus logros políticos. El 29 de septiembre (de 2013) cumplió 70 años.
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Instigador
Cuando en el verano de 1980 se disparó el precio de la carne, se desató una oleada de huelgas por toda Polonia. Walesa, que había trabajado como electricista en un astillero de Gdansk desde 1967 y que había pasado un tiempo en la cárcel por su activismo a favor del sindicalismo libre, estaba fichado por las autoridades. Aún así, el 14 de agosto se convirtió en líder del movimiento Solidaridad.
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Solidaridad
Tras ocupar los astilleros de Gdansk, trabajadores de toda Polonia probaron suerte con esta táctica. Walesa era el único que negociaba con el Gobierno en nombre del recientemente fundado sindicato Solidaridad. Esta movimiento de trabajadores, sin parangón hasta entonces, pronto se convirtió en una organización independiente con más de 10 millones de miembros.
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Con la bendición de la Iglesia
Tras décadas de gobierno comunista, la mayoría de los polacos seguía manteniendo su fe en la Iglesia católica, resistiéndose a adoptar el ateísmo promovido por el Estado. La influyente Iglesia polaca apoyó desde el principio las movilizaciones obreras. El obispo Henryk Jankowski se codeaba con Walesa, que había sido educado en la fe católica.
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Una larga lucha
El 31 de agosto de 1980 concluyeron las huelgas masivas con un acuerdo entre el comité sindical y la delegación de Gobierno. Se pactó el derecho legal a la huelga, la fundación de un sindicato independiente, mejoras en el sistema social y la liberación de prisioneros políticos. En noviembre, un tribunal de Varsovia legalizó el movimiento Solidaridad.
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De líder a prisionero
Hasta diciembre de 1981, Walesa dirigió el Comité de Coordinación Nacional de Solidaridad. Cuando, ese mismo mes, el líder del partido comunista y primer ministro Wojciech Jaruzelski decretó la ley marcial, Walesa fue encarcelado durante casi un año en una prisión cercana a la Unión Soviética.
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1983: Premio Nobel de la Paz
En 1982, la revista Time declaró a Walesa como el "hombre del año". Tras esta distinción, llegaron otros reconocimientos. Cuando se anunció a Walesa como destinatario del Nobel de la Paz en 1983, el líder sindicalista pensó que el Gobierno comunista no le dejaría entrar de nuevo en el país si asistía a la ceremonia de entrega. Su esposa y su hijo de 13 años recogieron el Premio en Oslo.
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Dona el dinero del Premio Nobel
Cientos de creyentes fueron testigos de cómo Walesa dedicó el Premio Nobel a la Virgen Negra, en la ciudad de Częstochowa, al sur del país, uno de los lugares más importantes de peregrinación de la Iglesia católica. Walesa donó el dinero del galardón sueco a una fundación de ayuda a los necesitados.
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Pulso al Gobierno
En 1983, Walesa pidió permiso para volver a los astilleros de Gdansk, pero debió permanecer bajo arresto domiciliario hasta 1987. El movimiento Solidaridad continuó convocando huelgas en minas, astilleros y sector transportes entre 1981 y 1988.
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El Papa
Walesa conoció al papa Juan Pablo por primera vez en julio de 1983, durante una visita del prelado a su país. Ocho años después, Walesa besó la mano del pontífice convertido en el primer presidente de la Polonia postcomunista. Lo hizo mientras sostenía en la mano la primera edición de la Constitución polaca, de 200 años de edad.
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Retirarse con dignidad
A finales de 1995, Walesa había perdido el apoyo del pueblo polaco y no fue reelegido presidente. Pero todavía disfrutaba del aprecio del resto del mundo, incluyendo al Dalai Lama, que se arrodilló ante el hombre que logró grandes cambios en Polonia.
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Amistad germano-polaca
En Alemania se considera que Walesa allanó el camino de la reunificación. En el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín, Walesa acudió como símbolo de la reconciliación entre Polonia y Alemania.
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Un icono decadente
Hoy día se mira a Lech Walesa con actitud crítica, entre otras razones, por sus declaraciones discriminatorias contra los homosexuales. Una película del famoso director Andrzej Wajda, proyectada este año en el Festival de Venecia, presenta al exlíder no exento de defectos.
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Multitud de reconocimientos
El camino de Lech Walesa desde electricista a premio Nobel y presidente de Polonia ha sido largo. Actualmente cuenta con doctorados honoríficos y distinciones. Puede echar la vista atrás y recordar cuando, hace más de tres décadas, lideró a quienes buscaban un cambio político en Polonia.