En las últimas semanas de su presidencia, Obama expulsa a diplomáticos rusos de EE.UU. Putin reacciona a esta acción a su manera. Miodrag Soric opina que el vaivén diplomático no preocupa al presidente ruso.
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El ajedrez es el deporte nacional ruso, aunque Putin prefiere los deportes de combate asiáticos. En ellos, al igual que sucede en el juego de mesa, un golpe no se para siempre con otro golpe, sino que, en principio, puede esquivarse. En estos días, esto encuentra su reflejo en la política. Barack Obama expulsa a diplomáticos rusos y en Washington todo el mundo espera la revancha. Pero esta no llega. Putin parece haber comprendido la auténtica intención de Obama: influir en la política Exterior del futuro presidente de EE.UU., Donald Trump.
El presidente ruso para el golpe a su manera: invita a todas las familias de diplomáticos y a sus hijos a las fiestas de Año Nuevo en el Krémlin. Moscú ya se ocupará de enviar las correspondientes imágenes al mundo. Y pronto habrá también imágenes de familias con hijos que deben abandonar atropelladamente Washington precisamente ahora, poco antes de celebrarse la pascua ortodoxa. Incluso tendrán que dejar EE.UU. en un avión militar. Ante la opinión pública, Putin quedará como un hombre de Estado, calmado y dueño de sí mismo. Obama, por el contrario, aparecerá como una persona que no se controla y que sigue alimentando su animosidad hacia ciertos políticos, como Vladimir Putin y Benjamin Netanyahu.
El mundo al revés
En realidad, todo este vaivén diplomático tiene que ver sobre todo con Donald Trump y su futura política exterior. Trump siempre ha dicho que impulsará una mejor relación con el Kremlin. En medio de un clima diplomático hostil, le resultará difícil lograr este objetivo: muchos senadores son poco proclives a secundar una política pro rusa por parte de Trump. Muy al contrario, líderes conservadores exigen más sanciones y más dureza hacia Moscú y rechazan a Rex Tillerson como nuevo representante de Exteriores. Precisamente Trump nombró a Tillerson porque este también aboga por un nuevo comienzo en la relación con Rusia. Para ponerse al frente del Departamento de Estado, necesita la autorización del Senado en las semanas posteriores a su toma de posesión.
Mientras tanto, se agota el tiempo de Obama. Pero, en el tiempo que le queda de mandato, el actual presidente trata de sembrar la discordia en el partido contrario, con el fin de distanciar lo más posible a los republicanos de Trump. Su objetivo, absolutamente legítimo, es salvar cuanto sea posible de su legado político.
¿Cómo sigue la historia? Trump deberá posponer unas semanas su propósito de mejorar la relación con Rusia. La prioridad es que el Senado confirme a su gabinete. Putin lo comprende. Esperará y ayudará a Trump cuando sea posible con declaraciones públicas. Por mucho que los tiempos cambien, el ajedrez sigue siendo el deporte nacional ruso.
¿Cuánto poder tiene el presidente de EE. UU.?
Quien ocupe la Casa Blanca tiene poder global, o al menos eso se supone. Pero las cosas no son tan claras. Las facultades del mandatario estadounidense son limitadas, aunque el sistema le deja resquicios.
Imagen: Klaus Aßmann
Lo dice la Constitución
La gestión del presidente de Estados Unidos dura cuatro años. Luego de dos periodos, como máximo, debe irse. El presidente es el jefe de Estado y de Gobierno. Él dirige el sistema gubernamental. Dentro de sus tareas está llevar a cabo las leyes expedidas por el Congreso. Cerca de cuatro mil personas trabajan para el Ejecutivo. Es el diplomático del más alto rango.
Imagen: Klaus Aßmann
Control y rendición de cuentas
Los tres poderes tienen facultades para controlarse entre sí. El presidente puede otorgar indultos y nombrar jueces federales con la aprobación del Senado. El presidente nombra, entre otros, a sus ministros y embajadores y somete losnombramientos al Senado. Es uno de los controles legislativos al Ejecutivo.
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El "Estado de la Unión"
El presidente debe informar al Congreso sobre la situacion del país, y actualmente esto sucede a través del Discurso sobre el Estado de la Nación. En él no puede proponer iniciativas de ley, pero el mandatario sí está facultado para subrayar temas de importancia nacional. Con ello, el presidente puede ejercer en público cierta presión política sobre el Congreso.
Imagen: Klaus Aßmann
No puede decir simplemente "no"
Las leyes aprobadas por el Congreso entran en vigor solo con la firma del Presidente. Pero el Presidente puede interponer un veto. La ley vuelve entonces al Congreso. El Congreso puede levantar el veto, con los votos de por lo menos dos terceras partes de los legisladores. Según el Senado, en Estados Unidos han sido revertidos 111 de 1.500 vetos regulares; es decir, poco más del siete por ciento.
Imagen: Klaus Aßmann
Zonas grises
Ni la Constitución ni los fallos de la Corte Suprema establecen límites definitivos al poder del presidente. Una interpretación jurídica da pie al llamado "veto de bolsillo". Bajo condiciones muy específicas, el presidente puede "esconder en su bolsillo" iniciativas de ley, que son declaradas sin vigencia. El Congreso no puede anular este tipo de veto, que ha sido usado más de mil veces.
Imagen: Klaus Aßmann
Indicaciones que son leyes
El presidente le puede dictar a sus colaboradores en el gobierno cómo deben cumplir sus obligaciones. Las llamadas "órdenes ejecutivas" tienen carácter de ley y nadie las debe aprobar. Pero estas indicaciones pueden ser revertidas en la corte, o el Congreso pude emitir un "antídoto" en forma de una ley. El presidente entrante no puede revertir las órdenes ejecutivas de su predecesor.
Imagen: Klaus Aßmann
Saltándose al Congreso...
El presidente puede negociar acuerdos con otros países, aunque al final se necesita la aprobación de dos terceras partes del Senado. Para librar este obstáculo, los presidentes recurren a los llamados "acuerdos ejecutivos". Son convenios que no deben pasar por el Congreso. Están vigentes mientras el Congreso no presente objeciones que anulen la vigencia de los acuerdos.
Imagen: Klaus Aßmann
Declaraciones de guerra
El presidente es el comandante supremo de las fuerzas armadas. Pero es el Congreso el que declara la guerra. No está claro en qué medida el presidente puede dirigir al país a un conflicto armado. El Congreso consideró que con la Guerra de Vietnam se cruzó un límite de tolerancia, y reaccionó emitiendo algunas leyes. El presidente puede abrogarse facultades mientras no haya reacción del Congreso.
Imagen: Klaus Aßmann
El control definitivo
Si un presidente abusa de su poder, la Casa de Representantes puede iniciar un procedimiento de destitución del cargo. Hasta la fecha, ha sido invocado en dos ocasiones, sin éxito. Pero hay un instrumento jurídico más poderoso: el Congreso decide sobre los presupuestos: aprueba las partidas y puede cerrar las arcas públicas al presidente. Autora: Uta Steinwehr (Ilustraciones: Max Assmann)