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El terror nos afecta a todos

Rainer Sollich (JAG /ELM)26 de junio de 2015

Poco antes del primer aniversario de la proclamación del Califato, una ola de terror sacude a varios países en un día y plantea preguntas incomodas para Occidente, opina Rainer Sollich.

Imagen: picture-alliance/dpa/B. Schakow

Atentado mortal en un hotel de Túnez, muertos en una mezquiza chií en Kuwait y en un ataque en Somalia, explosión y asesinatos de civiles en Francia... Cuatro hechos terroríficos en un día sin contar además con las víctimas de la violencia en Siria, Irak y otros países de la región.

El terror continúa avanzando y ataca también en países que hasta ahora no estaban en el punto de mira. Países como Túnez, en el que tanto islamistas moderados como las fuerzas seculares se esfuerzan por encontrar un camino a la estabilidad. El ataque al museo nacional en Bardo ya fue un intento de hacer fracasar este modelo y ahora, el atentado al hotel de Sousse persigue el mismo objetivo. Además, ataca en uno de los sectores clave para la economía tunecina: el turismo. La autoría queda en segundo plano. El objetivo claro es impedir un modelo viable de democracia y sociedad civil que funcione. Y como suele suceder en estos atentados en nombre del islam, la mayor parte de las víctimas son musulmanes.

Rainer Sollich, de la redacción árabe de DW.

Víctimas musulmanas

También los países occidentales están cada vez más en el punto de mira. Por ejemplo, Francia por segunda vez este año. Hace seis meses, un atentado terrorista sacudió la redacción del magazine satírico Charlie Hebdo. Posteriormente, también hubo atentados con móvil islamista en otros países europeos. Nadie puede garantizar que Alemania permanezca ilesa, admite abiertamente el ministro del Interior alemán Thomas de Maiziere. Es la triste verdad. Nos puede afectar a cualquiera, en países árabes, en Europa, América, África o Asia.

Sería trivial querer dar buenos consejos en la actual situación. Ni al Estado Islámico ni a los otros yihadistas se les puede vencer de un día a otro. Están bien organizados en la parte militar y la logística, e incluso saben luchar en los campos de batalla más modernos como Twitter y la propaganda por Internet. Tampoco bastan gestos de solidaridad con los países afectados. Para luchar contra el terrorismo, habrá que luchar contra la pobreza y la represión en el mundo árabe. Además, también habrá que trabajar para impedir que cada vez más gente joven –incluida la de Europa- se sienta atraída por la propaganda marcial yihadista. Y en interés de nuestra propia seguridad, seguro que habrá que aceptar más medidas de seguridad aunque sean impopulares y no ofrezcan seguridad absoluta.

Horriblemente profesionales

Por otra parte, también habría que cuestionar si los ataques aéreos contra el EI en Siria e Irak con el apoyo de las tropas locales bastan para ganar. Hace un año, el EI proclamó un “Califato” y hasta ahora, pese a algunos éxitos estadounidenses, nada indica que esa situación vaya a terminar. En cuanto el EI se pone a la defensiva, se bate en retirada para atacar más tarde en otro sitio. No son solo fanáticos, sino también militares profesionales.

También habría que hacerse la pregunta de si Occidente tiene los socios adecuados en el mundo árabe. Arabia Saudita, por nombrar un ejemplo, mantuvo a yihadistas en Siria durante largo tiempo. Durante años nadie detuvo el flujo de dinero que salía de este y otros Estados del golfo hacia los grupos yihadistas. Ahora, con la guerra del Yemen, Arabia persigue una política de hegemonía ante Irán, agravando el enfrentamiento entre sunitas y chiitas y haciendo juego a su vez a la propaganda terrorista. Tampoco hay una solución fácil para eso. Pero por lo menos, se debería hablar claro al respecto.

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