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El vergonzoso movimiento de Trump para acabar con DACA

Michael Knigge
6 de septiembre de 2017

La decisión de Donald Trump de terminar con el programa DACA, que protege a cientos de miles de jóvenes inmigrantes de la deportación, es despiadada e imprudente. Pero sirve para saber lo que vendrá, dice Michael Knigge.

DACA Protest Washington USA
Imagen: picture-alliance/AP Photo/N.Lambrecht

El presidente Donald Trump podría haber elegido seguir adelante con el voto que dio a los beneficiados del programa DACA cuando dijo en una entrevista a ABC que "no deben preocuparse, cuidaremos a todo el mundo”.

Trump podría haber elegido acatar el consejo de los líderes empresariales y religiosos, representantes de la sociedad civil y políticos de ambos partidos, que le instaron a no poner fin a un programa que ha beneficiado al país económicamente. DACA  ha permitido a los jóvenes que fueron traídos aquí como niños a convertirse en miembros oficiales de la sociedad en el único lugar que la mayoría de ellos realmente conoce.

¿Qué podría haber hecho Trump?

Trump podría haber elegido ser compasivo y simplemente hacer algo decente, que es lo que le corresponde al líder de Estados Unidos, y extender DACA con un importante discurso explicando a la nación por qué permitir que los llamados "soñadores” se queden es la manera estadounidense de actuar. Y entonces podría haberle hecho frente a los estados republicanos que amenazaban con demandar si él no acababa con el programa, manifestando que defender este estaba dentro de los intereses de Estados Unidos.

Michael Knigge, corresponsal de DW en Washington.

Pero Trump escogió no hacerlo, en su lugar, prefirió doblar sus impulsos nacionalistas y anti-inmigrantes que impulsaron su ascenso a la Casa Blanca derribando un programa que protegió a unos 800 mil jóvenes inmigrantes de la deportación. Estas son personas que fueron traídas siendo niños; son miembros respetuosos de la ley que pagan impuestos, han trabajado y vivido en Estados Unidos, incluso han servido en el Ejército durante años. Pero tienen una diferencia clave en comparación con los ciudadanos y titulares de las llamadas tarjetas verdes: no tienen residencia permanente. Que Trump anuncie que pondrá fin al programa que los protege es vergonzoso y mezquino.

Lo cierto es que Trump, que aprovecha todas las oportunidades para demostrarle al mundo que es el máximo tomador de decisiones en Washington, esta vez delegó el trabajo sucio de anunciar la eliminación de DACA a su fiscal general, Jeff Sessions, que manifestó su oposición al programa y no se mostró triste de hacer pública la determinación. El presidente, en su conocido estilo, instó por Twitter al Congreso para que "hagan su trabajo”, presionando la resolución final sobre el programa.

Pedirle al Congreso que llegue a una solución, después que su propia administración terminó con el programa que protege a muchos jóvenes de ser deportados, es demasiado. En su próximo mitin de campaña, Trump podrá decirle a su base nativista y anti-inmigrante que cumplió su promesa electoral y terminó con el malvado programa de protección de los "soñadores” creado por Barack Obama. Puede decirle a otros votantes y legisladores que su decisión se basó en el razonamiento constitucional de que el DACA excede el poder ejecutivo del presidente, sin importarle que él mismo haya reclamado amplios poderes ejecutivos sin sentir vergüenza al hacerlo.

Típica jugada de Trump

El argumento de Trump es falso y necesita ser rechazado. El Congreso debería llegar en tiempo récord a una solución que no necesariamente proteja a los "soñadores” de ser deportados. La responsabilidad en ese caso recaerá en Trump, quien como presidente pudo haber actuado, pero eligió no hacerlo.

La decisión de Trump de cortar el programa DACA va mucho más allá de la inmigración, pues muestra que cuando enfrenta tiempos difíciles, el presidente siempre apostará a su base nacionalista y anti-inmigrante.

Lo mismo ocurrió con su reacción a la violencia de la extrema derecha en Charlottesville, cuando perdonó al polémico exalguacil Joe Arpaio, un héroe para muchos votantes anti-inmigrantes. El inminente destino de DACA le presenta a Trump otra oportunidad –y lo siento si esto suena cursi– para enmendar su postura y convertirse finalmente en el presidente de todos los estadounidenses. Pero una vez más eligió no hacerlo. Si bien esto es pernicioso para el país, también es útil, ya que finalmente aclara la noción sobre si Trump de alguna manera, o algún día, cambiará y crecerá como presidente.   

 

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