A simple vista, parece que el crimen del periodista Ján Kuciak y su novia ha desatado un terremoto político. Precisamente lo que pedían los manifestantes. Pero nada más lejos de la realidad, opina Keno Verseck.
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Desde hace más de una década, el primer ministro eslovaco, Robert Fico, dicta el destino político de su país. Sobre el papel, es un socialdemócrata, pero, en realidad, es un astuto estratega del poder, que no duda en representar todas las posiciones. Desde la izquierda hasta la derecha, según las circunstancias y la situación lo requieran. Como estratega del poder ya ha sobrevivido a numerosos escándalos, entre ellos, varios de flagrante corrupción.
Pero tras el asesinato del periodista de investigación Ján Kuciak y su prometida, Martina Kusnírová, Fico perdió perder olfato para captar el ambiente que se vivía en el país. Al principio, parecía estar sincera y profundamente afectado por el crimen. Después, a la manera de una película de mafiosos, mostró ante las cámaras un millón de euros en fajos de billetes para capturar al asesino. Y, finalmente, acusó a presidente del país, Andrej Kiska, e implícitamente a cientos de miles de iracundos ciudadanos, de ser marionetas del millonario inversor estadounidense George Soros.
Una reestructuración básica que no se va a acometer
Fico ha vuelto a confiar en la estrategia. Ofreció al presidente del país su renuncia, pero solo bajo ciertas condiciones: que su partido, el SMER, que ganó las elecciones en la primavera de 2016, se reservara el derecho de nombrar al nuevo primer ministro. Y además, conservar la actual coalición en su actual forma. Después de algunas dudas, Andrej Kiska aceptó esas condiciones. Así pues, la reforma de Gobierno que él mismo propuso hace una semana y media no va a llevarse a cabo. Y después de este acuerdo tampoco se van a celebrar nuevas elecciones.
Fico se va para quedarse en la sombra. De momento, en cualquier caso. Y para asegurar a su partido un futuro político a largo plazo. Porque, si en este momento se celebraran elecciones, el SMER sufriría una dura derrota. Así lo aseguran las encuestas más recientes. Si el partido se viera obligado a abandonar el poder, no solo las carreras de muchos políticos correrían peligro, sino que además se abrirían procesos judiciales contra toda una serie de gobernantes corruptos. Eso es lo que Fico quiere impedir a toda costa. Sobre él mismo hay sospechas de corrupción.
Desde esta perspectiva, la dimisión de Fico es la mejor prueba de que ni él ni su partido ni sus socios de coalición desean un nuevo comienzo en su país. Y eso es, precisamente, lo que la gran mayoría de los ciudadanos esperaba. Muchos eslovacos son conscientes de que el asesinato de Kuciak y su prometida en cierta manera “refleja la realidad eslovaca”, en palabras del presidente Kiska. Un realidad marcada por una elite política corrupta, que desconoce lo que es un gobernar de forma responsable y sostenible. Una realidad de la que muchos han apartado su vista en los últimos años, ya sea por impotencia o por resignación.
Transiciones fallidas de la democracia a la dictadura
Esta es una realidad que también se da de forma parecida en muchos otros países del este europeo. Es la realidad producto a menudo de una mala o incompleta transición de la dictadura a la democracia y la economía de mercado. El hecho de que esa realidad también mata ha sacudido ahora las conciencias de muchas personas en Eslovaquia.
Después de que el presidente Kiska no tuviera prácticamente otra opción que aceptar las condiciones de Fisco, la pelota se encuentra ahora en terreno del movimiento civil de los eslovacos. En las últimas dos semanas, Eslovaquia ha vivido las manifestaciones más masivas desde la fundación del Estado, en 1993. También mañana viernes (16.03.2018) muchas personas volverán a salir a las calles. Está claro que Fico y su partido perciben este espíritu civil como una especie de pesadilla y esperan que pronto se acabe.
Autor: Keno Versek (MS/ELM)
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Un viaje en teleférico por el mundo
¿Qué puede ser más bello que deslizarse sobre algunos de los paisajes más hermosos del planeta? Desde Oceanía hasta América, desde Europa a Asia y África, los invitamos a hacer un recorrido de ensueño.
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China
En Tianzi Shan, la "montaña del hijo del cielo", este teleférico recorre el Parque Nacional Forestal Zhangjiajie (provincia de Hunan), que es Patrimonio de la Humanidad. La mejor época para hacer el trayecto va desde abril hasta octubre, porque es cuando la niebla cobra menos presencia y no dificulta tanto el disfrute del paisaje.
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"Scenic Skyway" viaja sobre un barranco en las Montañas Azules y ofrece la mejor vista posible de la formación rocosa Tres Hermanas, en Katoomba. Por respeto al patrimonio cultural de los aborígenes, está prohibido escalar estas montañas. Una leyenda local asegura que las hermanas fueron convertidas en piedra por su padre para protegerlas de un monstruo.
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La Paz tiene el viaje en teleférico urbano más extenso del mundo, y el más alto también, porque la capital boliviana se encuentra a 3.600 metros de altura, y la estación El Alto llega a los 4.000 metros sobre el nivel del mar. Para 2019 será la red más extensa del orbe. Actualmente existen las líneas roja, amarilla, verde y azul. Las cabinas de Mi Teleférico están pintadas para señalar sus rutas.
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El aeropuerto internacional de Hong Kong está en las afueras de la ciudad, en Chek Lap Kok, al norte de la isla Lantau, un lugar que cuenta con atracciones turísticas como el Gran Buda y el monasterio Po Lin. El teleférico Ngong Ping 360 lleva al visitante hasta allá en media hora de viaje por sobre la bahía Tung Chung.
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Planeado para la Exposición Universal de 1929, el Transbordador Aeri del Port hasta la actualidad se desliza sobre los muelles de la ciudad catalana. El viaje, cargado de nostalgia, tiene su costo: un solo trayecto cuesta 11 euros y dura apenas cinco minutos. Inolvidables, pero cinco minutos.
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Uno de los teleféricos más inusuales del mundo lleva a excursionistas y montañistas desde Marmolada, el punto más alto de las Dolomitas, hasta el lago Fedaia. Para mantener el equilibrio en este ligero medio de transporte, los viajeros deben ir en la parte delantera de las góndolas, que tienen una cierta similitud con las carrozas romanas. Son seguras, pero se mueven bastante.
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¿Quién lo inventó? Los suizos, obviamente. En el primer teleférico rotatorio, el Titlis Rotair, la cabina gira 360 grados durante el trayecto. Esto permite al viajero tener una visión realmente panorámica de las escarpadas paredes rocosas, las profundas grietas glaciares y los distantes picos nevados. La estación está en la cima de una montaña, a 3.020 metros de altura.
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El río Niágara no solo ofrece sus conocidas cataratas. Cuatro kilómetros más abajo, y a una altura de 47 metros, el Whirlpool Aero Car se suspende sobre los rápidos de aguas blancas. Las góndolas cruzan la frontera entre Estados Unidos y Canadá en una obra de ingeniería creada por el español Leonardo Torres y Quevedo en 1913.
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