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Opinión: Europa en la trampa siria

Barbara Wesel
25 de abril de 2018

La UE no ha podido recaudar suficiente dinero para Siria. Bruselas no tiene ni estrategia ni poder para terminar el conflicto. El debate sobre el futuro de Siria no tiene asidero, dice Barbara Wesel.

Federica Mogherini en la Conferencia de Donantes para Siria 2018 en Bruselas
Federica Mogherini en la Conferencia de Donantes para Siria 2018 en BruselasImagen: Getty Images/AFP/E. Dunand

Sin este dinero, la situación de los refugiados sirios dentro y fuera del país sería aún peor, dijo el representante de la ONU para Oriente Medio al final de la conferencia de donantes. Los miles de millones de dólares que faltan en los fondos de ayuda humanitaria aplacaron el estado de ánimo. Algunos países tienen ahora problemas presupuestarios, explica. Aparte de eso, los donantes están cansados. Si bien la tragedia provocada por el régimen de Assad, Moscú, Teherán y, más recientemente, Ankara, está aumentando, la disposición del resto de la comunidad para aliviar el sufrimiento de las víctimas está desapareciendo.

Europa tranquiliza su conciencia

Alemania es uno de los mayores donantes en Bruselas. Estados Unidos frena sus colaboraciones y Francia solo ha aportado unos pocos millones. La influencia política de las capitales parece ser inversamente proporcional a su generosidad: el gobierno francés está a la cabeza de un intento de desarrollar un plan político europeo para el futuro de Siria.

Berlín, por su parte, abre la billetera y es elogiada por ello. Sin embargo, no se puede evitar sentir la sensación de que el gobierno alemán paga para curarse en salud. Alemania no puede, quiere ni le es permitido hacer nada. El Medio Oriente es para la diplomacia alemana casi que una terra incognita. En la crisis de Ucrania fue diferente, porque Angela Merkel pudo demostrar su fortaleza, gracias a su conocimiento de la región y los compañeros de equipo. Pero en Siria, Berlín es solo una espectadora.

La UE en su conjunto no está mucho mejor. Bruselas ha observado desesperada la escalada a lo largo de los años sin desarrollar una estrategia sobre cómo y dónde usar su poder político y financiero. Solo ha habido reacciones de conmoción, ya que la situación en Siria degeneró durante los últimos años por la interferencia externa de mala a terrible.

La trampa de la humanidad

Ahora los europeos están en la trampa humanitaria y no tienen opciones. No pueden dejar sin ayuda a los millones de refugiados heridos, hambrientos y traumatizados, dentro y fuera de Siria. Los pequeños países vecinos, Jordania y el Líbano, están cada vez más sobrecargados con la tarea. Turquía ya recibe pagos de la UE por la admisión de más de dos millones de sirios. Y la Unión no puede reconciliar con sus valores y su conciencia, dar la espalda a la desgracia y declarándose no apta.

Barbara Wesel, de DW en Bruselas

Además, los europeos temen la próxima ola de refugiados y tienen que preocuparse por la estabilidad restante en la región. Si más países se hunden en el caos, la presión sobre Europa será aún mayor.  Así, la UE no tiene otra opción: tiene que recaudar el dinero necesario, debe continuar, por el momento, desempeñando el papel del paramédico y, al mismo tiempo, soportar el cinismo del otro lado.

Como el del embajador ruso aquí en Bruselas, que exigió que el régimen de Assad, en realidad, debería ser invitado a la conferencia, en calidad de representante del pueblo sirio. Esta es la nueva imprudencia de Moscú, ya vista en el caso de Skripal.

Los actores externos en esta guerra no están interesados en el sufrimiento de millones de sirios. Rusos, iraníes y turcos persiguen sus propios objetivos de poder político, dejando que los europeos se ocupen del resto de humanidad y que se rompan la cabeza sobre el futuro de la región.

Reconstrucción sin  Assad

La fecha clave será el día que haya que decidir la financiación de la reconstrucción del país en ruinas. Hasta ahora el lema ha sido: ¡No con Assad! Pero los políticos realistas pedirán a gritos arreglárselas con el ganador. Hasta ahora, la postura oficial de la UE es que Europa solo se involucrará si hay un proceso de transición política creíble en Siria.

Pero no hay señal de eso, hasta el momento. Assad asesina a cientos de miles de sus ciudadanos y, con la ayuda de los bombardeos de las fuerzas armadas de Rusia, deja al país, poco a poco en ruinas. Para luego llamar a los europeos que deben reconstruirla.

Hay que decirlo así de claro para tratar de comprender la dimensión del problema: demasiado realismo puede ser ahora una señal de debilidad e impotencia. Europa debe ser muy cautelosa a la hora de ofrecer ayuda a la reconstrucción para no terminar convirtiéndose en cómplice del régimen asesino de Siria.

Barbara Wesel (jov/vt)

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