Fidel Castro: del fracaso político al mito universal
Amir Valle
Opinión
4 de diciembre de 2016
Con su muerte, quien es considerado por amigos y enemigos el "último revolucionario del siglo XX" entra en ese espacio místico de idolatría y satanización que el mundo reserva a Lenin, Mao, Ho Chi Ming y Kim Il Sung.
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Apenas Fidel cerró los ojos comenzó la guerra entre sus detractores y sus idólatras, como si ambos bandos comprendieran que, tan pronto descansen sus cenizas en el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba, comenzará el despegue de su mito.
Quienes lo consideraban el adalid de la lucha contra el imperialismo mundial inflan ya las razones por las cuales merece la eternidad de los héroes, olvidando sus enormes errores y sus maléficas estrategias. Y quienes lo colocaban en la categoría de mayor sátrapa tropical, a la altura de genocidas como Hitler, Stalin o Pol Pot, focalizan todos sus fracasos políticos, económicos o sociales, olvidando sus luces y algunos de sus más sonados éxitos. Otra vez, como ha sucedido desde el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, el mundo analiza la realidad cubana en sus matices más controvertidos: el blanco y el negro.
Si a nivel internacional el chiste más comentado asegura que “Fidel odiaba tanto el capitalismo que decidió morirse un viernes negro para enlutar esa fecha”, en la isla, otro chiste muy sonado comenta que: “Fidel, hasta muerto, nos obliga a hacer colas”, en referencia a esas largas filas de cubanos que pasaron ante un altar con una foto y las medallas del líder de la Revolución, sin saber muchos de ellos que los restos verdaderos estaban en otro edificio, en exclusiva para mandatarios extranjeros y otras personalidades cubanas y extranjeras.
Con su muerte, además de las muchas promesas incumplidas a su pueblo, Fidel fracasa también ante un proyecto más humano: el de la longevidad. Y es que, décadas atrás, aceptó ingresar al "Club de los 140 años", una idea de su médico personal, el doctor Eugenio Selman, que pretendía demostrar que llevando una vida sana, con cuidados médicos de alto nivel y una alimentación adecuada, cualquier persona podría alcanzar la longevidad de los grandes hombres de la Biblia. Si bien es cierto que, según la ciencia, eso es posible, lo innegable es que Fidel era el último de los personajes históricos que alguna vez se inscribieron a ese exclusivo club. Hugo Chávez, otro miembro ilustre de esa cofradía, murió tempranamente en 2013, y en 2015 moriría el propio doctor Selman, creador del club.
Después de Fidel, ¿qué?
El matiz que el gobierno de La Habana ha dado a las exequias del "Comandante en Jefe" impone una pregunta: ¿qué viene después de Fidel? Resulta curioso que su muerte coincida con dos problemas que la vieja nomenclatura castrista necesita resolver con urgencia. Por un lado, la pérdida de credibilidad política ante la población, pues los cubanos consideran que Raúl Castro dilapidó un tiempo precioso sin dar curso en la isla a las concesiones unilaterales de Obama, y ahora ven con preocupación que el gobierno vuelve a atrincherarse ante la posibilidad del retroceso en las relaciones bilaterales entre La Habana y Washington, según las recientes declaraciones de Donald Trump. Por otro lado, la desconfianza del pueblo en la honestidad y capacidad política de quienes deben sustituir a Raúl en 2018, los neocastristas, a quienes ven como entes sin ideología, cuyo único dios es el dinero, por lo cual podrían ser los más interesados en implantar un capitalismo salvaje al que todos los cubanos temen como alternativa posible.
Por ello resulta lógico que ahora se pida al pueblo firmar el juramento de defender eternamente el concepto de Revolución de Fidel Castro, pues al tiempo que utilizan el mito para intentar aplacar el fracaso del proyecto político de la Revolución, se dota a la nueva nomenclatura de un basamento ideológico que podrá ser aprovechado por éstos para continuar "el legado del Comandante".
También molesta que se pretenda igualar la figura de Fidel Castro con el más amado héroe de los cubanos: José Martí. Algunos voceros oficialistas hablan ya de que la grandeza y el legado de Fidel es mayor, y por eso no ven nada extraño que sus cenizas reposen junto a los restos de Martí en Santiago de Cuba, y no en el panteón familiar de los Castro en Birán o junto a otros combatientes de la Revolución en la Sierra Maestra.
La inmensidad intelectual y política de Martí ya ha vencido la prueba del tiempo. Fidel comienza ahora esa, la que quizás sea su última batalla. Las sombras de otro líder idolatrado, Lenin, vinieron a descubrirse casi setenta años después de su muerte. Lo mismo sucedió a Mao, a Stalin, a Ché Guevara. ¿Sobrevivirá el mito al estratega fracasado? Esa es una pregunta que hoy la cordura impide responder.
En cualquier caso, a partir de hoy, por lo menos los santiagueros verán crecer el turismo: hay un nuevo sitio histórico que, como el de la momia de Lenin en el Kremlin, seguramente muchos turistas de todo el mundo querrán visitar.
Amir Valle
Fidel Castro, el hombre y la revolución
Nació el 13 de agosto de 1926. A un tiempo celebrado como máximo líder y denostado como dictador, Fidel Castro Ruz ha marcado la vida de muchos de sus compatriotas, incluso tras su muerte, el 25 de noviembre de 2016.
Imagen: Reuters
Educación Jesuítica
Nacido el 13 de agosto de 1926 en el poblado cubano de Birán, nadie podía vaticinar, a sus catorce años, cómo discurriría la vida de Fidel Castro Ruz. Sin embargo, ya destacaba entre sus compañeros, sobre todo por su inteligencia y capacidad de oratoria. Esta foto data de 1940, la época en que estudiaba en el Colegio de Dolores, dirigido por los jesuitas, en Santiago de Cuba.
Imagen: picture-alliance/dpa/Jose Maria Patac
“Alumno sobresaliente”
Fidel Castro Ruz quería llegar lejos. Sus padres, inmigrantes gallegos, habían logrado labrarse una buena posición social. Así que Fidel disfrutó de una buena educación. En 1945 finalizó el bachillerato. En el anuario de su colegio se lo describe como un “alumno sobresaliente y buen deportista”. Cinco años más tarde se recibió de abogado.
Imagen: AP
Lucha contra Batista
En 1952 presentó su candidatura a diputado, pero el golpe de Estado de Fulgencio Batista frustró sus aspiraciones. Castro intentó combatirlo en tribunales, pero luego optó por la lucha armada. Fracasó con el asalto al cuartel Moncada, en 1953. Tras haber sido encarcelado, amnistiado y expulsado del país, retornó en 1956, en el yate Granma, e inició la lucha de guerrillas en la Sierra Maestra.
Imagen: AP
Triunfa la revolución
Tras victorias guerrilleras, Batista perdió el apoyo militar y huyó de Cuba. El 1 de enero de 1959, la revolución había triunfado. Días después, Fidel Castro hacía su entrada triunfal a La Habana. Al mes, fue nombrado primer ministro por el nuevo presidente, Manuel Urrutia, quien se vio forzado a renunciar por diferencias con Castro. Lo reemplazó Osvaldo Dorticós, quien afianzó el poder de Castro.
Imagen: AP
Playa Girón
La tensión entre EE. UU. y Cuba aumentó cuando las expropiaciones cubanas afectaron intereses estadounidenses. Washington impusó un boicot comercial, y el 3 de enero de 1961 rompió relaciones diplomáticas con La Habana. En abril, una expedición de cubanos apoyados por la CIA desembarcó en Playa Girón para derrocar al régimen cubano. La contraofensiva de Castro detuvo la invasión en tres días.
Imagen: AP
La crisis de los misiles
En 1960, Kruschev dijo: “No sé si Fidel es comunista, pero yo soy fidelista”. Moscú reanudó relaciones diplomáticas con La Habana. Y la Unión Soviética instaló bases de misiles nucleares en Cuba, lo que desencadenaría la llamada "Crisis de octubre" o “Crisis de los misiles”. Moscú cedió a la presión de Kennedy a cambio de que EE. UU. no invadiera Cuba y desmantelara sus bases nucleares en Turquía.
Imagen: imago/UIG
Cuba y América Latina
El episodio de Girón (internacionalmente conocido como Bahía de Cochinos) aceleró la proclamación del carácter socialista, marxista-leninista, de la revolución. Cuba terminó expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA). Y Castro, temporalmente aislado en el continente. Pero fue recibido en Chile por el presidente Salvador Allende (foto), luego derrocado por Augusto Pinochet en 1973.
Imagen: AFP/Getty Images
La hora de la Perestroika
La llegada al poder de Mijaíl Gorbachov, en Moscú, marcó el inicio de la era de la glasnost y la perestroika. La Cortina de Hierro comenzó a caerse a pedazos y el imperio soviético terminó derrumbándose. Cuba perdió a su principal aliado externo, sumiéndose en una aguda crisis. Miles de cubanos intentaron huir a Miami en precarias embarcaciones. Muchos vaticinaban el fin del régimen castrista.
Imagen: picture-alliance/dpa
Primera visita papal
Un decreto de Pío XII prohibía a los católicos el apoyo a los regímenes comunistas. En virtud del mismo, el Vaticano había excomulgado a Fidel Castro en enero de 1962. Pero las décadas pasaron y, luego del término de la Guerra Fría, llegó el momento del acercamiento: en 1996, Castro visitó al Papa Juan Pablo II y este le retribuyó la visita dos años más tarde, en un gesto considerado histórico.
Imagen: picture-alliance/AP/Michel Gangne
Jimmy Carter en Cuba
Desde que Estados Unidos impuso su embargo comercial, económico y financiero en 1962, hubo pocos momentos de distensión entre Washington y La Habana. Uno de los pocos signos en esa dirección fue la visita del expresidente estadounidense Jimmy Carter, en 2002, motivada por la intención de encontrar puntos de acercamiento. Tampoco sus buenos oficios provocaron cambios sustanciales en Cuba.
Imagen: Adalberto Roque/AFP/Getty Images
El nuevo rostro de la revolución
Desde los años 90, Cuba dejó de ser vista como un peligroso exportador de revoluciones. Con el estrepitoso derrumbe del bloque del Este, las ideologías de izquierda naufragaban. Pero en Venezuela llegó al poder un nuevo dirigente dispuesto a propagar la “Revolución Bolivariana”. Hugo Chávez, declarado admirador de Fidel Castro, le dio a La Habana un efectivo respaldo, también económico.
Imagen: picture-alliance/dpa/dpaweb
La entrega del poder
La enfermedad forzó a Fidel Castro a ceder el poder en 2006. Su hermano Raúl garantizaría que no hubiera vuelco radical en un sistema que, con avances en educación y salud, cobró un alto precio: falta de libertad política y represión. Mientras afloraban los primeros cambios, Castro se fue despidiendo de a poco, defendiendo su visión hasta el final, desde las páginas del diario oficial, "Granma".
Imagen: picture-alliance/dpa/Jose Goitia
La visita del papa Francisco
El papa Francisco visitó al otrora hombre fuerte de Cuba, Fidel Castro, después de una misa oficiada en la Plaza de la Revolución de La Habana, el 20 de septiembre de 2015. Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, confirmó que el encuentro “informal” tuvo lugar en la residencia de Castro y duró entre 30 y 40 minutos. Castro y el argentino Jorge Mario Bergoglio intercambiaron libros.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/A. Castro
La era del deshielo
En diciembre de 2014, el presidente de EE. UU., Barack Obama, y el de Cuba, Raúl Castro, anunciaron que retomarían las relaciones diplomáticas entre ambos países. Obama visitó Cuba en marzo de 2016. Habían pasado 88 años desde la última vez que un presidente estadounidense pisara la isla. EE. UU. retiró a Cuba de la lista de países que apoyan el terrorismo y el deshielo comenzó a afianzarse.
Imagen: Reuters/C. Barria
Fidel y Maduro
El expresidente cubano Fidel Castro volvió a mostrarse en público el 13 de agosto de 2016, para asistir a la gala cultural que que celebró su 90 cumpleaños en el teatro Karl Marx de La Habana. Acompañado por el mandatario cubano, Raúl Castro, y el venezolano, Nicolás Maduro, Fidel Castro fue recibido en el teatro por más de 5.000 espectadores, con aplausos y gritos de "Fidel, Fidel".
Imagen: Reuters/Cubadebate/I. Francisco
Fe de vida
Tantas veces anunciada y desmentida, pocos creyeron la noticia de su fallecimiento en un primer momento. No obstante, el 25 de noviembre de 2016, los bares empezaron a cerrar y las reuniones callejeras se dispersaron, al correr el rumor de su deceso. Durante años, Castro desmintió a quienes lo daban por muerto publicando fotografías o artículos de opinión, con una fecha actual y visible.
Imagen: Getty Images
Discreta pero omnipresente conmemoración
Según su propia indicación, aprobada por el Parlamento, en Cuba no hay estatuas ni bustos con la efigie de Fidel Castro. Su imagen es omnipresente en carteles políticos, pero no hay estadios, teatros, calles o condecoraciones con su nombre. Para conmemorarlo se supone que bastan su tumba y las múltiples alusiones diarias en la prensa e, incluso, en un nuevo proyecto de Constitución "fidelista".
Imagen: Martin Funck
Los restos del "Comandante"
Las cenizas de Fidel Castro, en vida "Comandante en Jefe" de las Fuerzas Armadas, reposan en la ciudad de Santiago de Cuba, dentro de una roca de granito gris, adornada con una placa de mármol verde oscuro y una incripción en relieve “Fidel”. El cementerio de Santa Ifigenia fue remodelado para alinear las tumbas de los líderes independentistas más importantes de la isla con la suya.
Imagen: picture-alliance/dpa/A. Vecchi
La sucesión
Analistas políticos sostienen que la muerte de Fidel Castro no ha influido sobre el curso de las reformas aplicadas en Cuba, ni para acelerarlas ni para retrasarlas, porque la dinámica de las mismas ya no estaba asociada a su figura cuando él se retiró de la política, una década antes. Su hermano y sucesor, Raúl, fue relevado por un dirigente más joven, Miguel Díaz-Canel, en febrero de 2018.