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Opinión: G20, la contrapropuesta alemana a Trump

17 de febrero de 2017

El G20 parecía paralizado ante la incertidumbre generada por Washington. Pero la presidencia alemana del grupo propone una mirada alternativa que hizo visible en Bonn, opina Christoph Hasselbach.

Imagen: Getty Images/AFP/T. Stollarz

"Construyendo un mundo interconectado". Ese es el lema de la presidencia alemana del G20. Como símbolo se ha escogido un nudo marinero, donde dos grandes cuerdas se entrelazan y conectan. Una elección muy apropiada.

Estos son los grandes objetivos que quiere impulsar el gobierno federal germano durante su presidencia del grupo: hacer de la globalización algo útil para todos, impulsar la sustentabilidad económica y medioambiental, apoyar prevención de conflictos y luchar contra la pobreza. Para algunos, estas metas podrían ser muy grandes o ambiguas. ¿Pero dónde podrían estar estos objetivos si no es en el G20, el grupo de los 20 países industrializados y emergentes más importantes, que en conjunto representan a dos tercios de la población mundial y al 85 por ciento del PIB planetario?

Todo es distinto

"Construyendo un mundo interconectado" puede sonar banal. Obviamente el mundo está conectado y obviamente el fin de la política es realizar ese anhelo. Pero en estos tiempos la frase ya no es obvia. La elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y todo lo que ha hecho y dicho desde entonces, representa un gran rechazo a una visión positiva de un mundo interconectado. Si se observan sus políticas migratorias, comerciales y de alianzas, podría decirse incluso que Trump lo que busca es cortar esa red interconectada.

El redactor de DW Christoph Hasselbach.Imagen: DW/M.Müller

Los participantes en la cita de ministros de Exteriores realizada en Bonn estos 16 y 17 de enero se concentraron casi exclusivamente en la actuación del secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson. Con su énfasis en los "valores e intereses" estadounidenses, lamentablemente Tillerson confirmó ese rechazo hacia el multilateralismo. El ministro de Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, también debutante en su cargo, dijo en cambio que "todos quienes hicieron uso de la palabra se han manifestado a favor de la cooperación multilateral". Gabriel evitó responder si Tillerson se encontraba entre quienes abogaron por la integración. También forma parte de la gestión diplomática no poner en apuros a las visitas. Pero, de todas maneras, el mensaje fue bastante claro.

Gabriel, conocido más bien por su volubilidad y sus dichos hoscos, ha cumplido un buen papel como anfitrión en Bonn. A un pensamiento de seguridad solo basado en categorías militares él ha contrapuesto un concepto integral para nuestros tiempos de crisis, uno que aborda de forma inteligente el desarrollo y la política. Una clara contrapropuesta a la administración Trump.

Un lema válido

Seguramente Tillerson en Bonn y Trump en Washington no quedaron impresionados por la cumbre. Pero lo cierto es que los estadounidenses quedaron otra vez fuera de juego, por ejemplo en su política hacia Rusia. Es muy probable que el ministro de Exteriores de ese país, Sergei Lavrov, tras conversar con Tillerson en Bonn no sepa dónde se encuentra en relación a Washington. Primero Donald Trump se presenta como un cercano a Moscú y Rex Tillerson habla de una aproximación con Rusia, y luego Trump exige a Putin que el país se retire de Crimea. Puede ser que con el tiempo aprenda a comprender el nuevo escenario, pero también podría ser que la relación adquiera un curso serpenteante difícil de predecir.

El resto del G20 podrá estar feliz con que Alemania, un país bastante predecible, presida la organización, aun cuando sus posibilidades de hacer algo son limitadas. El lema "construyendo un mundo interconectado" no solo suena muy bien, sino que hoy es más válido que nunca.

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