Opinión: G7, ¡ahora más que nunca!
28 de mayo de 2016No se podría esperar menos. Las siete principales economías mundiales están obligadas a “encarar conjuntamente los desafíos económicos y asentar los cimientos para un crecimiento fuerte y próspero de la economía global”. Esa fue la declaración final al término de la cumbre del G7 en Japón.
Y las afirmaciones poco claras se extienden: la meta es lograr una “potente mezcla” de políticas tanto fiscales como financieras y de reformas estructurales; lo que significa más gastos, más impresión de dinero, más austeridad –cada quien puede hacer lo que considere que es correcto. En este contexto, se entiende que alguien se pregunte cuáles son aquí las políticas en común.
El anfitrión de la cumbre, Shinzo Abe, se encuentra bajo una gran presión política interna. Con una sonrisa anunció al final de la cumbre: “La ‘Abenomics' se expandirá alrededor del mundo”. Economistas adoptaron el término para describir la mezcla de políticas que hace el primer ministro japonés: programas coyunturales –financiados por préstamos–, inundación del mercado con dinero y promesas de reformas políticas.
La canciller alemana, Angela Merkel, probablemente no comparta esta posición, así como seguramente no la compartirán el resto de representantes del G7. Además, ninguno concuerda con la opinión de Abe, el cual atribuye la situación actual a la crisis post-Lehman Brothers. La cumbre en Ise-Shima demostró lo divergentes que son los países del G7 respecto a los asuntos económicos.
Crece la confianza
A pesar de todo, la cumbre de las principales economías mundiales, la cual se inició hace unos 30 años como plataforma informal para el intercambio, tiene aún sentido. El fortalecimiento de las relaciones políticas en la cumbre es apreciada, en especial, en tiempos de crisis. Asimismo, expone su importancia al ofrecer a nuevos actores, como el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, la oportunidad de subir al máximo escenario político mundial.
La cumbre, a su vez, ha demostrado que a los Estados del G7 los une una postura común en cuanto a asuntos internacionales. Aun cuando China no fue mencionada explícitamente en el comunicado final, los líderes del G7 han dejado en claro que siguen una misma línea, sin importar cual sea la cuestión: ya sean las disputas geoestratégicas de China y sus fronteras marítimas o los efectos distorsionantes que tienen los subsidios de Pekín en el sector siderúrgico sobre el mercado. Otros puntos de encuentro entre las naciones del G7 son, por ejemplo, la clara y común percepción de la injerencia rusa en la guerra civil en Ucrania o las pruebas nucleares norcoreanas, así como el compromiso por el mercado mundial y la mayor cooperación en la crisis de refugiados.
Muchos de los grandes mensajes deben ahora llevarse a la práctica a través de acciones y dinero. Por ejemplo, el G7 se ha comprometido a ayudar a Irak financieramente aportando 3.000 millones de dólares (2.700 millones de euros). Y, por primera vez, el grupo se ha pronunciado acerca del acceso universal a la atención médica. Lo que aún hace falta es dinero para lograrlo. Tal vez el próximo año, cuando se celebre la cumbre en Sicilia.
Para aprender: aquí puede usted leer la versión original del artículo en alemán.