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Opinión: La AfD es el castigo de Merkel

Christoph Hasselbach6 de septiembre de 2016

El ascenso de la Alternativa para Alemania no debería sorprender a nadie. Y si ningún otro partido se distancia de la política de refugiados de Merkel, los populistas seguirán ganando votos, opina Christoph Hasselbach.

Imagen: picture-alliance/dpa/M. Kappeler

Cuando disminuya el número de refugiados, también caerá la aprobación del partido Alternativa para Alemania (AfD), dijo la canciller alemana en marzo pasado antes de que se celebraran tres elecciones regionales. No obstante, los tres comicios contribuyeron al ascenso meteórico de los populistas. En las elecciones de Mecklemburgo-Antepomerania, la AfD fue el segundo partido más votado -incluso delante de los cristianodemócratas de Merkel-, a pesar de que últimamente el número de refugiados realmente ha disminuido.

Lo único sorprendente es que todavía haya gente a la que esto le sorprenda. Al parecer, Merkel y muchos otros líderes políticos no se han enterado de los cambios que se han producido en Alemania a nivel psicológico en el último año. Es momento de recordárselo: durante meses la canciller alemana y el Gobierno alemán renunciaron conscientemente al control estatal sobre la inmigración, pese a que ninguna ley se los impidió.

Nadie consultó a los alemanes

Merkel experimentó con toda una nación. Este experimento aún no ha terminado y sus consecuencias sociales afectarán a generaciones; y después de todo lo que sabemos, el cambio social será más bien negativo.

Nunca se preguntó a la población qué es lo que quería: si estaba dispuesta a hacer el sacrificio financiero necesario y si quería soportar las inevitables tensiones culturales. Y aquellos que se sienten desbordados por la “cultura de la bienvenida” y ya no se sienten en casa en su propio país suelen escuchar que sus sentimientos están fuera de lugar.

Christoph Hasselbach, redactor de DW.Imagen: DW/M.Müller

Más irritante aún que el lema “lo lograremos” fue lo que Merkel dijo después: “Tenemos que superar los obstáculos que se nos presentan en el camino”. Si bien se refería a la parte administrativa de la acogida de los refugiados, esta frase también se puede interpretar en el sentido de que la oposición a su política debe ser superada.

Un referendo sobre la política de Merkel

Tanto la política de la fronteras abiertas como confrontar a los alemanes con hechos consumados son vistos por muchos como un enorme error. No obstante, muchos se quedaron callados para no ser tildados de extremistas de derecha. Sin embargo, desde entonces han aprovechado cada elección para expresar su descontento.

Apenas hace poco, Merkel dijo que la AfD no aporta soluciones adecuadas para los problemas. Puede que tenga razón, pero sin la política de refugiados de la canciller no tendríamos tantos problemas, por lo menos no de estas dimensiones.

Una encuesta de principios de año reveló que muchos votantes de la AfD ni siquiera quieren que el partido gobierne. Pero están contentos de que exista la Alternativa para Alemania, porque –aparte de la Unión Social Cristiana de Baviera- es el único partido que aborda los problemas abiertamente.

Al igual que en Mecklemburgo-Antepomerania, de ahora en adelante cada elección regional se convertirá en un referendo atrasado sobre la política migratoria. El referendo definitivo llegará el próximo año con las elecciones federales de Alemania.

¿Se volverá a presentar Merkel?

Si la AfD sigue siendo el único partido digno de ser tomado en serio que rechaza la actual política de refugiados, entonces tiene asegurados muchos votos. No obstante, algo está empezando a cambiar. El jefe de los socialdemócratas, Sigmar Gabriel, se está distanciando de Merkel.

Lo interesante será ver si la canciller será nuevamente la candidata de los cristianodemócratas. Y es que sus críticos dentro de sus propias filas saben que la política de Merkel no cambiará mucho. Hará todo para minimizar las consecuencias de su política de refugiados, pero seguirá defendiendo las fronteras abiertas y rechazando poner límite a la inmigración. A cambio, aceptará perder algunos votos. Después de todo, también hay que reconocer que la canciller es una persona con carácter fuerte.

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