Los que trabajaban en la administración de Auschwitz y aparte de eso se limitaron a observar, son también cómplices de los crímes cometidos en el campo de concentración.
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Oskar Gröning admitió haber administrado en Auschwitz el dinero de los judíos deportados. También ayudó a vigilar a los que llegaban a los campos. En otras palabras, no mató a nadie. Sin embargo, fue condenado en julio del año pasado a cuatro años de prisión como cómplice del asesinato de 300.000 personas. El argumento: formaba parte de una maquinaria de la muerte que no habría podido funcionar sin sus ayudantes por insignificantes que fuesen. Un nuevo punto de vista del Tribunal Federal de Justicia alemán que supone un punto de inflexión.
Involucrados en muchos asesinatos
Gröning tiene 95 años. Es bastante improbable que vaya a la cárcel. Pero no se trata de eso. La justicia alemana llega tarde con algo que se está pidiendo desde hace años para reescribir la historia y el debate político sobre la sentencia. Hubo muchos involucrados en los asesinatos en masa de Auschwitz y otros campos de concentración. La interpretación de que un par de nazis fanáticos eran los que estaban decididos a matar mientras la gran mayoría observaba los acontecimientos con impotencia e indiferencia ya no se puede defender actualmente. Y en una época en la que el racismo y el nacionalismo crecen, no está mal que la justicia alemana saque a colación esta nueva interpretación más clara del pasado alemán.
En los años 60, cuando se celebraron los grandes procesos de Auschwitz, muchos fracasaron porque no se pudo probar la participación directa de los acusados. De todos modos, el clima social tampoco era favorable para que los alemanes admitiesen la participación en masa en los crímenes. Los que exigieron cambios fueron, entre otros, los estudiantes del 68.
Desde hace unos años, en los tribunales alemanes se ha establecido la interpretación jurídica de que también se podría considerar culpables a los colaboradores. A eso han ayudado mucho algunas películas con testigos de la época, nuevas investigaciones y nuevos libros. Pero también los adoquines de muchas ciudades alemanas, que recuerdan que los judíos formaban parte de la sociedad hasta que los nazis se los llevaron a los campos de exterminio. Y, por supuesto, el hecho de que sea imposible que nadie supiese nada su deportación.
Una justicia que no es rígida
Los que terminen ahora condenados, como Oskar Gröning, serán ancianos y probablemente pasarán poco tiempo tras las rejas. Pero es importante que quede claro cuántas manos tuvieron que ser necesarias para que funcionase la maquinaria de la muerte. Esta idea será cada vez más importante porque ya quedan menos testigos presenciales de los crímenes. La justicia demuestra así que no es ni rígida ni inflexible, y que puede adoptar nuevos puntos de vista y ponerlos en práctica. Aunque llegue tarde.
Castillo de Vogelsang: escuela nazi convertida en museo
Los nazis levantaron el castillo Vogelsang para formar a la élite del partido. Su arquitectura, símbolos e imágenes todavía recuerdan aquella época oscura, pero a partir de ahora, abrirá sus puertas como museo.
Imagen: DW/D. Crossland
Ideal nacionalsocialista
El 11 de septiembre se abrió un nuevo centro de visitantes y una exposición en el castillo de Vogelsang, un recinto que los nazis utilizaron como escuela para sus dirigentes. El centro de documentación albergará una exposición continua sobre la historia de este lugar. Entre los muchos objetos expuestos, destacan estos modelos idealizados de atletas.
Imagen: DW/D. Crossland
Ascenso rápido
Entre 1936 y 1939 se formaron aquí un total de unos 2000 jóvenes. Muchos de ellos procedentes de las clases medias de la sociedad, que habían padecido durante la recesión. El programa de formación de los nazis prometía rápidas posibilidades de ascenso y en el plan de estudios estaba muy presente la educación física.
Imagen: DW/D. Crossland
Imagen medieval del mundo
Estos estilizados caballeros tallados resguardan la entrada al castillo. El nacionalsocialismo utilizó frecuentemente modelos medievales para sus objetivos. Ser caballero indica valor, virtud y justicia. Además, participaron en las cruzadas contra los infieles y conquistaron parte del este de Europa. Hechos controvertidos que hoy todavía se discuten.
Imagen: DW/D. Crossland
Personas comunes convertidas en asesinos
Esta foto muestra una estatua con el ideal del “nuevo alemán”. Al lado, están los nombres de los llamados mártires, aquellos que fallecieron en el fracasado golpe de estado de 1923. En la exposición se muestran fotografías de personas comunes con uniforme convertidas en asesinos, así como pantallas con declaraciones de las víctimas del holocausto.
Imagen: DW/D. Crossland
De alumnos a monstruos
Stefan Wunsch, director de la exposición, muestra una foto en que se ve a la lituana Mascha Rolnikaite. Esta superviviente del holocausto habla en una entrevista sobre Franz Murer, “el asesino de Vilnius”. Este ex alumno de Krössingsee, otro de los centros de enseñanza nazis, fue responsable del asesinato de miles de lituanos.
Imagen: DW/D. Crossland
Información y esclarecimiento
Gabriele Harzheim, investigadora del castillo de Vogelsang, explica: “Aquí los visitantes se enfrentan a la pregunta de qué tiene que ver esto con ellos". En vista de la situación política actual en Europa, se entiende perfectamente la importancia de contar con un lugar así.
Imagen: DW/D. Crossland
Un lugar ensangrentado
La investigadora Gabriele Harzheim sostiene una foto histórica del castillo de Vogelsang. El edificio fue abierto al público en 2006 después de que el ejército belga abandonase el recinto y el área. Los funcionarios alemanes estaban ante el dilema de qué hacer con este edificio, que todavía está adornado con símbolos y estatuas nazis.
Imagen: DW/D. Crossland
Arquitectura ideológica
Las salas comunes de Vogelsang tienen una decoración lujosa y feudal, mientras otras salas como los cuarteles y los alojamientos eran más espartanas. Todo un símbolo del dominio de la comunidad sobre el individuo.
Imagen: DW/D. Crossland
Base militar tras la II Guerra Mundial
Vogelsang ofrece vistas espectaculares sobre los lagos y las colinas del parque natural del Eifel. Después de la II Guerra Mundial, durante 60 años fue una zona prohibida utilizada por los belgas y los británicos como base militar y como zona de ejercicios para las tropas.
Imagen: DW/D. Crossland
Visitantes inesperados
Los organizadores esperan que la exposición y todo el recinto reciban 300.000 visitas al año. No se podrá impedir que algunos neonazis visiten este lugar de información y documentación. Esta estatua podría ser uno de los escenarios favoritos para desplegar antiguos carteles de propaganda y hacerse fotos para el recuerdo.
Imagen: DW/D. Crossland
Un imán para la extrema derecha
La dirección del museo, los científicos y los responsables de turismo conocen el magnetismo que puede tener ese lugar para el “turismo oscuro”, personas fascinadas por las prácticas macabras el régimen nacionalsocialista. Los curadores han intentado contrarrestar ese "atractivo" con una exposición sobria y algunas modificaciones arquitectónicas.