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La UE debe desenmascarar a los charlatanes políticos

Peter Sturm (FAZ)16 de septiembre de 2016

Ni los detractores ni los entusiastas de la Unión deben ser quienes determinen el futuro de Europa. Sólo con pragmatismo se puede superar la crisis, dice Peter Sturm, del Frankfurter Allgemeine Zeitung.

El primer ministro húngaro, Viktor Orban (der.), con Jaroslaw Kaczynski, líder del partido PiS gobernante en Polonia.Imagen: picture-alliance/dpa/D. Delmanowicz

Mucho en la Unión Europea, que gusta de llamarse a sí misma simplemente "Europa", es en estos días una cuestión de perspectiva. ¿Es la cumbre de Bratislava, en la que no participa Gran Bretaña, el principio del fin o un primer paso hacia un nuevo futuro? Hay fuerzas en muchos de los Estados miembro que incluso quieren recalcar todo lo que de una forma u otra suena a crisis. Pero merece la pena echar un vistazo a lo que esa gente tiene que aportar políticamente.

Los tres meses desde el referéndum en Reino Unido dan pie al escepticismo. ¿Qué sería de los Orbán y Kaczynski de este mundo sin la por ellos tan denostada Unión Europea? Su soberanía nacional, a la que tanto valor dan, no se vería ya restringida por "Bruselas".

Peter Sturm, del periódico Frankfurter Allgemeinen Zeitung.Imagen: Frankfurter Allgemeine Zeitung

Pero en todos los otros aspectos, ellos y sus países serían granitos de arena en el escenario político mundial que serían barridos por el más mínimo soplido de viento. Entonces ellos, a los que les gusta presentarse como víctimas de perniciosas fuerzas extranjeras, tendrían finalmente buenas razones para lamentarse. Y, ¿quién va a querer entonces ayudarlos si no son capaces ellos mismos de mostrar solidaridad? Por fin se va a poder decir lo obvio en la cumbre.

Esto tampoco quiere decir que los euro-entusiastas, cuyo máximo exponente es el Presidente Juncker, deban determinar el curso futuro de la Unión. Tienen exactamente tantas dificultades con la realidad cambiante como euroescépticos los estrechos de miras. Mientras unos y otros se dediquen solo a hablar mal del contrario, "Europa" estará realmente en peligro. Y en tal caso tampoco ayudarán las cumbres, por muchas que se lleven a cabo.

No vivimos en una época de grandes aspiraciones. Ayuda mucho recordar un principio básico –tan banal como importante– de la democracia: debatir unos con otros. Si es necesario, hablar largo y tendido. Encontrar soluciones pragmáticas para cuestiones concretas. Eso no da grandes titulares, sino críticas… porque los compromisos negociados, por definición, no satisfacen a nadie al cien por cien.

No obstante, así –y sólo así– verán los ciudadanos claramente que "Europa" sí que se mueve y sí que puede tomar decisiones. Entonces habrá una posibilidad realista para desenmascarar a tales charlatanes políticos. Por esto vale la pena todo esfuerzo. Sólo hace falta un poco de buena voluntad. Pero de todos.

Para aprender: aquí puede Usted leer la versión original de este artículo en alemán.


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