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Opinión: La cumbre Kim-Trump había empezado mal

25 de mayo de 2018

La cancelación del encuentro entre el líder norcoreano Kim Jong-un y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le ahorra a éste y a su política del "todo o nada" un fracaso embarazoso, opina Matthias von Hein.

Südkorea TV Bildschirm Donald Trump, Kim Jong Un
Imagen: picture-alliance/AP Images/A. Young-joon

Para empezar, seguramente no habrá Premio Nobel de la Paz para Donald Trump. El negociador en jefe canceló la cumbre con el líder norcoreano Kim Jong-un. Irónicamente, solo horas después de que Pyongyang hubiera inutilizado su centro de pruebas nucleares en Punggye-ri, un gesto positivo, más allá del escepticismo necesario en estos casos.

En realidad, no puede sorprendernos del todo lo sucedido. El tono entre ambas partes se había vuelto más rudo en las últimas semanas. Y cada vez hubo más señales de que, aparte de la foto, conveniente para Kim, en la cumbre de Singapur no habría resultados concretos.

Desde el comienzo, la administración estadounidense sobreestimó las concesiones que Corea del Norte estaba dispuesta a realizar. El asesor en seguridad nacional John Bolton había expresado con claridad cuáles eran las exigencias de Washington: solo el desarme nuclear completo e irreversible sería recompensando con una relajación en las sanciones económicas que pesan sobre Pyongyang.

Matthias von Hein.

Se trata de una estrategia de negociación que opera bajo el lema de "todo o nada". El escenario no mejoró ante los reiterados recordatorios de Bolton y, más recientemente el lunes, cuando el vicepresidente Mike Pence hizo referencia al "modelo libio". Para Corea del Norte se trató de una clara amenaza. A Muammar al Gaddafi no lo ayudó haber renunciado a las bombas atómicas en 2003, pues en 2011 fue derrocado y asesinado por rebeldes apoyados por Occidente.

También fue errónea la evaluación realizada por Washington, que asumía que la presión de las sanciones y las amenazas militares habían forzado a Corea del Norte a moverse a la mesa de negociaciones. Por el contrario, la nueva autoconfianza sostenida por las armas nucleares y los misiles intercontinentales hizo que fuera una oportunidad para dialogar de igual a igual, desde una posición de relativa fuerza.

La cumbre servía sobre todo a Kim

Naturalmente una cumbre con Trump habría sido un éxito para el dictador norcoreano. En la dinastía comunista, el padre y el abuelo del actual líder supremo habían insistido en negociar directamente con Estados Unidos, sin éxito. Y ahora pasar desde el máximo aislamiento internacional a la mesa de negociaciones con el presidente de Estados Unidos habría elevado enormemente el prestigio de Kim. En especial si hubiera salido de Singapur con resultados concretos en forma de alivio de las sanciones o ayuda económica. ¿Habría eso garantizado la sobrevivencia de la dinastía de los Kim? No.

No, porque no se puede confiar en los estadounidenses y sus compromisos. No solo por eso del "modelo libio", sino en especial por el quiebre del acuerdo nuclear con Irán hace dos semanas, lo que ha dado lugar a dudas razonables sobre la fiabilidad de Washington en estos asuntos.

Siempre hay esperanzas

Lo primero que se ve afectado con la cancelación de la cumbre es la esperanza de que se firme un tratado de paz entre el Norte y el Sur, tras más de sesenta años de finalizada en la práctica la Guerra de Corea. Aunque no debe perderse toda la fe. Para tener en cuenta: Corea del Norte ha evitado (hasta ahora) ataques personales contra Trump. Como contrapartida, el texto de la negativa de la Casa Blanca deja la puerta abierta para seguir dialogando.

No debe olvidarse que hace solo unas semanas parecía que la península coreana estaba al borde de la guerra, tras una serie de pruebas con misiles intercontinentales por parte de Corea del Norte y las consecuentes amenazas de Estados Unidos. Y luego: la retórica menos agresiva de Kim en su discurso de Año Nuevo, la participación de su país en los Juegos Olímpicos de Invierno, la cumbre con el presidente de Corea del Sur y la planificación del encuentro con Trump en Singapur.

Es de esperar que el deshielo no se convierta de nuevo en tensión y miedo. Va siendo tiempo de que los diplomáticos de ambos lados trabajen sobre una base viable y realista para una cumbre Kim-Trump, porque con su estrategia de "todo o nada" Estados Unidos no ha logrado absolutamente nada.

Autor:  Matthias von Hein (DZC/CP)

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