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Opinión: La esperanza es mayor que el miedo

Uta Thofern
20 de abril de 2017

Hubo tres muertos, pero no una masacre. Hubo cientos de detenidos, pero las protestas continúan. Existe un atisbo de esperanza para Venezuela, a juicio de Uta Thofern.

Venezuela Schwere Ausschreitungen bei Protesten
Imagen: picture alliance/dpa/M. Quintero

Millones de personas no se dejaron intimidar y salieron a la calle. El ejército y la policía utilizaron gases lacrimógenos. No fusiles. Esa es la verdadera noticia de las últimas horas: la guerra civil no se ha desatado. No es motivo para respirar con alivio, pero sí para contener el aliento y alimentar esperanzas.

El balance de la "madre de todas las manifestaciones” es suficientemente grave: dos manifestantes murieron a todas luces por impactos de bala en la cabeza; un policía fue baleado. Hubo docenas de heridos y más de 400 detenidos. No se puede hablar de un  ejercicio sin cortapisas del derecho a manifestarse. Con un amplio despliegue policial se impidió a las marchas opositoras llegar a su meta en el centro. No obstante, la belicosa retórica del régimen había hecho temer un proceder más brutal. Y, más importante aún: la gente no se dejó amedrentar y miles dieron la cara en todo el país.

Oposición despojada de poder

Hoy volverán a marchar y mañana también. Ese es el plan de la oposición. La gran masa de personas que están hartas de la vida bajo ese régimen es el factor decisivo para un cambio en Venezuela. Y es lo único que queda, porque el régimen ha despojado de todo poder legislativo a la oposición, pese a su mayoría.

Uta Thofern

Pero con la reiterada y desembozada manipulación del Tribunal Supremo, el presidente Maduro también se ha desenmascarado. El hecho de que los magistrados se retractaran de su decisión de quitar sus atribuciones al Parlamento resultó ser un error estratégico. La comunidad internacional ha perdido la paciencia con Maduro y sus jugarretas tácticas. Por fin. Ayer le llovieron al jefe de Estado chavista las advertencias y exhortaciones del exterior. Por pedido de Colombia, también la ONU ha de ocuparse ahora de la situación imperante en Venezuela. Si la oposición consigue mantener en pie la movilización y las manifestaciones siguen siendo pacíficas, existe la posibilidad de un nuevo diálogo bajo premisas diferentes. Hasta ahora el régimen jugó exitosamente a ganar tiempo, haciendo caer en el vacío las conversaciones con la reiterada ruptura de promesas, mientras la oposición cancelaba manifestaciones. Si hay nuevas negociaciones, el gobierno tendrá que cumplir. Y la oposición deberá velar porque los chavistas comunes y corrientes pierdan el miedo a perderlo todo y a ir a parar a la cárcel si hay un cambio de gobierno.

¿Elecciones?

El lenguaje del gobierno de Maduro sigue siendo ambiguo. Por una parte, el presidente habla de pronto de elecciones, por otra parte los manifestantes son tildados de golpistas y políticos opositores son detenidos. Por una parte, Maduro se muestra dispuesto al diálogo y por otra alaba a las milicias y les promete más armas. Y, aún así, sus exhortaciones al pueblo y  a la patria suenan cada vez más como los discursos del Politburó de la RDA antes de la caída del Muro de Berlín. Maduro no es de fiar. Pero los adeptos que le quedan podrían cambiar de manera de pensar si adquieren confianza en que, con la oposición, ganaría el Estado de Derecho. Ayer no hubo en las calles bandas de asesinos golpistas dirigidas por Estados Unidos, sino ciudadanos. "Ni bueyes ni burros podrán detener al socialismo”, dijo el anciano gobernante de la RDA, Erich Honecker, en el verano de 1989. Y tenía razón: lo hicieron las personas, que conquistaron su libertad.

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