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Opinión: La Federación Alemana de Fútbol saldrá perdiendo

Joscha Weber
25 de julio de 2018

El caso de Mesut Özil opaca la candidatura alemana como sede de la Eurocopa 2024. Y es que, en opinión de Joscha Weber, la Federación Alemana de Fútbol tiene todas las de perder: o pierde la Eurocopa, o daña su imagen.

Imagen: picture-alliance/dpa/J. Stratenschulte

La mayor federación deportiva del mundo ha quedado expuesta: durante años la Federación Alemania de Fútbol (DFB, por sus siglas en alemán) se elogió por su labor en el campo de la integración, grabó videos publicitarios con los padres de jugadores de la selección nacional con trasfondo migratorio, otorgó premios de integración y se bañó en los elogios de la canciller y el presidente de Alemania. ¿Y ahora tres tuits de un jugador le han puesto fin a todo ello?

No, Mesut Özil no es un jugador cualquiera. Es la figura ejemplar del trabajo de integración de la selección y la federación. Pero sí, es cierto que mucho de lo que se había hecho bien en el pasado ahora es cuestionado. Quien conoce la historia de Özil sabe que, en realidad, nunca quiso ser el ícono del hijo de inmigrantes perfectamente integrado. Pero, muchas veces en la vida, son otras personas las que escriben nuestras historias. El DFB tampoco dejó pasar la oportunidad de alimentar ese mito. Sin embargo, con el amargo divorcio de Mesut Özil y la Federación Alemana de Fútbol ha salido a la luz otro problema.

El caso Özil afecta la candidatura alemana

El 27 de septiembre, la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA) elegirá al país anfitrión de la Eurocopa 2024. Los candidatos: Alemania y Turquía. Una delicada competición entre dos países que ya estaban peleados antes del caso Özil. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha sabido vender la renuncia de Özil a la selección alemana como una victoria política. Él sabe muy bien cómo sacar provecho de las masivas acusaciones de racismo contra el presidente del DFB, Reinhard Grindel, la federación y la sociedad alemana, a favor de la candidatura turca como sede de la Eurocopa.

Si bien no está permitido hacer declaraciones políticas directas sobre el competidor, Erdogan seguramente sabrá usar las conversaciones privadas con los 16 miembros del comité ejecutivo de la UEFA, con derecho a voto, para inclinar la balanza a su favor.   

Joscha Weber, de la redacción de deportes de DW.

De cara al golpe de Estado fallido, una economía débil y la inestabilidad política, hasta ahora Turquía no parecía ser un candidato con muchas posibilidades de ganar. Sin embargo, ha vuelto a ganar terreno. La autocracia de Erdogan le ofrece a la UEFA amplias garantías, así como regalos fiscales, algo que tradicionalmente siempre ha despertado la atención de los funcionarios del fútbol. 

A Alemania le quedan dos meses de campaña para hacer publicidad para su país: entre sus calificaciones está el poder económico, una excelente infraestructura, bonitos estadios y un Estado de derecho que funciona. Pero también ha ofrecido ya "garantías gubernamentales", es decir exenciones tributarias; algo que exige la UEFA. En el campeonato pasado, en Francia en 2016, la confederación recaudó 1.930 millones de euros, quedándose con cerca de 830 millones de euros en ganancia.

La competencia entre Turquía y Alemania está en marcha. Ahora todo dependerá de las buenas relaciones personales (que Grindel trató de cultivar al margen del Mundial de Rusia), así como de argumentos sólidos. Sin embargo, precisamente en estos aspectos Alemania ha reducido su ventaja.

El dilema del DFB

En su calidad de presidente del DFB y cabeza de la candidatura alemana, Reinhard Grindel no ha salido ileso. Tras las duras críticas de Mesut Özil en su contra, muchas personas han exigido su renuncia. Sin embargo, tiene el mismo problema que el fracasado entrenador de la selección alemana, Joachim Löw: simplemente no hay alternativas.  

La Federación Alemana de Fútbol puede exigir la renuncia de Grindel, pero entonces también perdería la Eurocopa. Y es que, en tan poco tiempo, nadie podría reemplazarlo con sus contactos en el mundo del deporte y la política. Por eso el DFB no se puede despedir de él. No obstante, en ese caso, perderá gran parte del apoyo y respaldo de la población alemana, puesto que, según varias encuestas, una mayoría exige la renuncia del presidente.

Desde luego la culpa la tiene el mismo Grindel, que, en el marco del caso Özil, ha criticado, apoyado y maldecido al futbolista. Y si la gran mayoría de la opinión pública ha notado su falta de rectitud, también se habrán dado cuenta los ejecutivos de la UEFA.  

Aparte del escándalo en torno a la adjudicación del Mundial de 2006, que aún no ha sido resuelto completamente, el presidente Grindel y las acusaciones de discriminación por parte de Özil son los principales obstáculos para la candidatura alemana. "United by Football. Unidos en el corazón de Europa", es el lema con el que el DFB quiere traer la Eurocopa a Alemania. Esperemos que este eslogan publicitario no sea otra decepción.  

Joscha Weber (VT/CP)

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