Si bien Monsanto ha rechazado la oferta de compra del grupo Bayer, no descarta nuevas negociaciones. La farmacéutica alemana debería abstenerse de la adquisición, puesto que está destinada al fracaso, opina Rolf Wenkel.
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Bayer había ofrecido originalmente 62 mil millones de dólares para adquirir Monsanto, una de las empresas más odiadas a nivel mundial; y los químicos de Leverkusen aparentemente creen que la mala fama no los salpicará. El sábado pasado, defensores del medio ambiente salieron a las calles en 250 ciudades: hubo manifestaciones contra Monsanto en más de 40 países, entre ellos en México, Argentina, Canadá, Estados Unidos, Holanda, Croacia, Suiza y China. Con pancartas, letreros y acciones de protesta expresaron su rechazo al herbicida Roundup, cuyo componente glifosato es sospechoso de causar cáncer.
No obstante, la empresa estadounidense es todavía más conocida por su trato rudo hacia agricultores que no se atienden a las reglas de juego de Monsanto. El grupo manipula los genes de las plantas y se presenta como un héroe en la lucha contra el hambre en el mundo, mientras que demanda a los agricultores que se atreven a reutilizar las semillas, en lugar de comprarle nuevas a Monsanto.
La empresa estadounidense es un gigante del negocio de las semillas, pero sus éxitos en la agroquímica se reducen básicamente al glifosato, cuya patente expiró hace tiempo. La agroquímica, en cambio, es el fuerte de Bayer. De ahí que no sorprenda que el departamento de comunicación de Bayer anunciara alegremente que la adquisición de Monsanto representaría “una oportunidad única para alcanzar una posición de liderazgo en la agricultura mundial, y consolidarse como empresa de "life-science". Con la adquisición de Monsanto Bayer quiere llegar a ser una empresa líder en la agricultura”.
Tres razones en contra de la oferta
Si tuviera acciones de Bayer, las vendería ahora mismo. Y es que hay por lo menos tres razones que hacen pensar que esta adquisición no va a resultar. En primero lugar, los empresarios de Leverkusen subestiman la pésima imagen del consorcio estadounidense.
En segundo lugar, sería para Bayer un error financiero. El grupo pretende asumir una cuarta parte de los costos de la adquisición. Esto hace suponer que a los accionistas les espera una fuerte ampliación de capital. Los bancos deberían financiar el resto del meganegocio. Esto significaría que, para adquirir Monsanto, los químicos de Leverkusen tendrán que contraer una enorme deuda. No obstante, en ese caso, las agencias de calificación probablemente reducirían la calificación de crédito del consorcio germano. En otras palabras: la compra sería demasiado cara.
La tercera razón por la que la adquisición probablemente fracasaría es la ley de la serie. Muchos planes de fusión fracasan a nivel político, por las diferentes mentalidades de los implicados, por la falta de efectos sinérgicos o por los exorbitantes costos de la reestructuración del consorcio. En Alemania, basta con recordar el caso de Daimler y Chrysler para advertir a los accionistas. Además, muchos de los accionistas de Bayer tampoco parecieran estar muy convencidos de la adquisición, como muestra el desplome de las acciones desde hace días.
Monsanto en India: el algodón de la muerte
En lugar de aportarles más beneficios, a los campesinos indios el algodón transgénico les trae enfermedades y muerte. Un reportaje de la región Vidarbha, en el Estado de Maharashtra.
Imagen: Isabell Zipfel
200.000 suicidios
Una mujer india dio a conocer esta foto de su esposo, que se suicidó en su campo de algodón tomando pesticidas. Desde comienzos del siglo XXI cometieron suicidio más de 200.000 campesinos en ese país, según informan organizaciones no gubernamentales.
Imagen: Isabell Zipfel
Solas en el sembradío
Las mujeres cuyos esposos se suicidan tienen que sacar adelante a sus familias solas. La mayoría de ellas tienen que continuar con el duro trabajo en los campos de algodón. Otras cultivan granos de soja como alternativa. En India el algodón se cultiva en pequeños sembradíos en forma manual, sin maquinarias.
Imagen: Isabell Zipfel
Algodón transgénico
En más del 90 por ciento de los cultivos en India se siembra algodón transgénico BT. El grupo Monsanto colocó genes de la bacteria Bacillus thurinngiensis (BT) para aumentar la resistencia de las plantas contra insectos. Las semillas son caras, pero prometen obtener mayores ganancias y ahorros en pesticidas.
Imagen: Isabell Zipfel
Monsanto domina el mercado
India es un inmenso mercado para Monsanto. El poderoso grupo cultiva allí 12 millones de hectáreas de algodón. Además de las caras semillas BT, también vende el pesticida Roundup, en las cercanías de la ciudad Wardha. Las semillas BT son resistentes al Roundup.
Imagen: Isabell Zipfel
Sin protección contra pesticidas
Las semillas BT desplazaron casi totalmente a las especies autóctonas en la región de Vidarbha, donde también se usa el herbicida Roundup. Aunque los pesticidas son muy tóxicos, los agricultores los aplican sin máscaras de protección. En ningún otro cultivo se usa tanta cantidad de pesticida como en el del algodón.
Imagen: Isabell Zipfel
Poca resistencia a la sequía
El algodón crece en suelos pobres en nutrientes, pero necesita mucha humedad. Algunas variantes del algodón BT no soportan bien la sequía. En Vidarbha no hay regadíos artificiales. La mayoría de los cultivos dependen de las lluvias monzónicas.
Imagen: Isabell Zipfel
Pérdidas para los agricultores
Los agricultores indios deben comprar las semillas BT de Monsanto todos los años. A eso se suman los gastos para combatir las plagas. Si la cosecha es magra, los campesinos se endeudan a menudo para afrontar los costos. Vandana Shiva, ganadora del Premio Nobel Alternativo, dice que esa es la razón por la cual muchos trabajadores del campo se suicidan.
Imagen: Isabell Zipfel
Cosecha escasa
Muchos agricultores de la región de Vidarbha se quejan de los altos costos y los bajos beneficios por cosechas escasas desde que usan las semillas BT de Monsanto. Además, la situación se complica porque faltan sistemas de riego artificiales. Pero hay estudios que también afirman que, en otras regiones de India, los trabajadores mejoraron sus ganancias.
Imagen: Isabell Zipfel
Vivienda y depósito
La viuda de un campesino indio que se quitó la vida guarda parte de la cosecha en su vivienda. Es una de las cerca de diez millones de personas que cultivan allí algodón. Un cuarto de la producción mundial de esa planta proviene de India, que es el segundo mayor productor, después de China y EE. UU.
Imagen: Isabell Zipfel
Sin esperanza
En Waifan y otras aldeas de la región de Vidarbha, la esperanza de los agricultores de que su situación mejorase gracias al cultivo de algodón transgénico no se hizo realidad. Aún se están estudiando los motivos de los suicidios, que algunos investigadores atribuyen al empleo de las semillas BT de Monsanto.